viernes, 20 de junio de 2008

DE COMPRAS

_Andreita ¿por qué no se pone el suéter tan bonito que le regaló la tía Mema para su cumpleaños?
_ Se me perdió, mamá. Hace más de dos meses que no lo veo.
_¿Lo buscaste bien Andreita? porque tú no tienes paciencia para buscar nada.
_ Si, lo busqué por todas partes. Le he preguntado a todas mis amigas y compañeras.
_Tus compañeras de la universidad te lo sacaron y no te van a decir. Era tan fino. Tan bonito y te quedaba muy bien. Esa gente ordinaria no aprecia lo que es bueno.
_Hasta cuándo mamá ¿vas a seguir?... a mi no me importa, uso cualquiera de los otros.
_ No mi amor, bajamos ahora mismo al Alto Las Condes a comprar uno parecido.
Lávese los dientes, péinese para que vayamos de inmediato. Mientras tanto le voy a dejar comida al perro y conectar el riego. Avísele al papá que vamos y volvemos en una hora.

Madre e hija salieron juntas en auto. Desde el primer semáforo, tocando bocinas, se dedicó a gesticular levantando el dedo, gritando su ira. _¡Mira la lentitud que lleva ese desgraciado! ¡Apúrate maricón,… infeliz!
Mire cómo manejan estos imbéciles, Andreita. Huyy! ¡Hoyo maricón! Casi rompo la rueda…el amortiguador… el auto entero.
_Mamá ¿quién te apura tanto? baja la velocidad, por favor; vamos a chocar si sigues…
_ Ud. no me venga a criticar cuando manejo. Póngase el cinturón m’hijita, por favor.

Estacionado el auto en el Alto Las Condes, donde luego de mirar unas boutiques, entraron en una. La madre siempre adelante.
_Oye linda, qué vale ese suéter rojo que está en vitrina.
_¿Cuál de los tres rojos, señora? El de cachemira vale $ 90 mil, el de lana al 80% $ 45 mil y el de hilo $ 30 mil, señora. ¿Desea probarse alguno?
_¿Cómo se te ocurre que yo me voy a poner ese color? ¿No ves que es para mi hija?
Vamos a otra tienda Andreita. Esa mujer está loca. Mira las leseras que pregunta.
_ Tranquila mamá. No tienes que andar peleando con todos, por favor.
_Gente ignorante, que no tiene dos dedos de frente, ni completó la primaria la tonta.

Luego de ingresar en varias tiendas, la mujer, que por su naturaleza agresiva, ofendió de palabras y gestos a diferentes vendedoras, se agarró con la hija porque tenía gustos diferentes y caminaba incesantemente entre numerosas tiendas, no se decidía por un modelo u otro, los colores, los botones, hasta que la madre reventó:
_ Mira, cabra de mierda, hace dos horas y media que ando con dolor de pies, me duelen las piernas, la cintura y la espalda. Por tu culpa, después voy a tener que llegar a ponerme el güatero. Esta es la última tienda y después yo me voy, porque ya no soporto tanta gente, tanta indecisión y tanto dolor con estos zapatos.

Estaba la señora retando una vez más a la hija, cuando de pronto escucha una voz femenina que le grita: _ Anita… Anita … ¿qué es de tu vida, mujer? le dijo muy sonriente otra señora, acercándose.
_ No puedo creerlo. ¡Paz Echaurren! Cada día más estupenda. Te ves una lola.
_ Tú no recuerdas a mi hija menor, mi conchito, se llama Andreita Errázuriz Valdés. Andamos buscando un suéter de cachemira, de esos de $ 150 mil, porque la robaron.
Creo haber visto algo en mi venida anterior, pero ahora ya no están. Si no hay, compraremos en nuestro próximo viaje a Buenos Aires en dos meses más.
_ Tu estay igual Ana María Valdés, aparentai treinta.
_ ¿Si? ¿tan lola me veo? Le estaba contando a Andreita que gracias al deporte me mantengo en buena forma, sin enfermedades, sin achaques, sin dolores de nada, con alegría de vivir todos los días, porque esta ciudad está plagada de locos.
_ Si. Está difícil Santiago. No te dejan manejar tranquila, entre tanto auto. Mucha delincuencia. A nosotros nos han entrados tres veces en cuatro años. Que terrible.
_¿Te parece si vamos a tomarnos un café, mientras Andreita compra? _ Ya, vamos.
_ Ud. mi amor se va a quedar con mi cheque en blanco para que compre y pague, mientras con la tía Paz vamos a charlar después de tantos años. Usted. nos ubica cuando termine. Estaremos ahí.

Las mujeres conversaron de sus actividades, de los maridos, los hijos, mientras la hija
sintió por primera vez que su madre confiaba en su gusto personal.
Una hora después, cuando terminó la compra, fue al encuentro de esas mujeres que se- guían con el tercer café y el octavo cigarrillo, recordando a las amigas comunes, las fiestas quinceañeras y sus primeros romances.
_ Ahí viene llegando tu hija, Anita.
_ Andreita, mi amor. ¿Por qué viene acompañada con un guardia? ¿Te asaltaron?
_ No señora. Ud. va a tener que acompañarnos.
_ Ud. qué se ha imaginado, roteque. ¿Cree que le voy a hacer caso? ¿No ve que estamos conversando con la Paz y estoy ocupada?
_Si mamá,... vas a tener que acompañarnos,…, me quitaron el carné en la tienda.
_ Venga señora, porque a su hija la pillamos robando unos suéteres.
_ Cómo se le ocurre decirme estupideces. Nosotros vivimos en la Dehesa. Allá nadie tiene necesidad de andar robando. ¿No es cierto Andreita?
_ No, mamá. Es verdad que estaba robando,…y me pillaron,…tú sabias que el cheque no tenía fondos y no me lo recibieron. …entonces, ¿qué iba a hacer?

WIRIYO 5.5.2008

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