Ricardo, hacía 18 años que estaba casado, tenía tres hijos y trabajaba en su antigua casona, en su lugar de inspiración, para realizar sus pinturas. Su señora aparecía allí dos veces al día llevándole cosas de comer, entrecruzaban algunas frases donde estaba presente la laboriosidad del hombre, siempre muy ocupado. Sus hijos intentaban no interrumpirlo para evitar problemas posteriores en la mesa, a la hora de cenar.
El pintor tenía esbozado en el bastidor, la figura de medio cuerpo de mujer y había comenzando la segunda etapa: la pintura al óleo.
Sobre la tela, emergía el rostro era de una joven de tez blanca, enrojecida por el frío, pelo negro, negros ojos penetrantes muy bien logrados, que miraban fijo al pintor. Cuando le estaba dando una forma muy real a la nariz, un gesto de enojo en ella surgió a la vista del artista, que antes no había notado. Estuvo observándola desde diversos ángulos y distancias, entrecerrando sus párpados para detectar luces y sombras, hasta que decidió terminar por esa tarde.
Al día siguiente destapó el lienzo y comenzó a observar nuevamente el gesto del día
anterior, y no encontrando nada especial, siguió pintando prolijamente su boca entreabierta, el mentón,… dio algunos retoques al pelo que caía suelto sobre los hombros, para seguir completando el torso, brazos y cintura. Como artista fogueado observó la obra desde diferentes ángulos, para comprobar cómo estaba quedando.
Miraba y miraba el pintor, arriba, abajo, a un lado y otro cuando de pronto sintió una voz que le murmuraba suavemente:
_ Maestro ¿Por qué me hiciste tan fea?
El pintor no podía dar crédito a lo que ocurría _ ¿Tú puedes hablar? Estoy enloqueciendo. Puedes hablar… No te hice fea ¿cómo puedes saber si eres bella o no, si no te has visto en un espejo?
_ Mientras me pintabas ayer, el bastidor se reflejó en el vidrio de la ventana y pude verme. Al sentirme fea y vulgar, tenía que expresártelo de algún modo.
_Te traeré un espejo para que te veas en él y luego me dices que es lo que no te gusta.
…aquí está, obsérvate bien y dime cual es el error que cometí contigo.
¿Qué me dices ahora? ¿Cuál es tu reproche?
_ Me habría gustado ser rubia, tener ojos azules, mi piel blanca y no roja.
_ Pero tú estás loca mujer. He pintado lo que yo he querido, yo te he creado así, bella,
joven, sensual. Cualquier hombre daría su vida por tener alguien así a su lado.
_ Me hiciste pobre, porque mi ropa es pueblerina, no tengo joyas, ni alhajas,… yo aspiro a más.
_ Te equivocaste conmigo, porque no pinto a los nobles, ni a los burgueses. Pinto lo que veo a mi alrededor, a gente sencilla, a la gente de buen corazón, pinto al pueblo.
_ ¿Quién te dijo que yo era de buen corazón?
_ No me interesa quien me dijo o no me dijo. Simplemente pinto lo que me nace. No me hables más, mal agradecida, porque si no, te voy a envejecer hasta que parezcas enferma y con dolores, en en lecho de muerte.
Aquella noche el hombre se desveló con lo que había ocurrido. En medio de sus desvelos, sin querer, despertó a su mujer, la que preguntó qué le ocurría, y él le contó largamente con muchos detalles.
Al día siguiente, frente a la pintura se encontraban la señora de artista con sus hijos y por más que miraban con curiosidad la tela, concluyeron que era tan normal como todas las demás.
Días más tarde el pintor se puso a trabajar en aquella figura, blanqueando algo su piel, le hizo un elegante decorado a su vestido, le arregló algo el cabello, destacándole sus ojos verdes, y aquel cuadro comenzó a irradiar tanta alegría en el rostro, que una vez terminado, los compradores ofrecían cada día más por llevárselo, pero su creador nunca quiso, ni se atrevió a venderlo.
El artista observaba diariamente aquel rostro que lo alegraba, y terminó por encontrarlo su obra maestra. Sus conversaciones con la hermosa joven del lienzo lo cautivaron hasta que perdió la cordura. Desde entonces nunca más quiso salir de ese cuarto para regresar con su familia. Cierto día su mujer lo encontró tan ido, con la vista perdida en el retrato. Horas después el pintor se encontraba muerto por ese extraño amor.
Días después del funeral, un notario leyó su testamento ante su familia y amigos íntimos, quedando muy sorprendidos que su hija Renata, la joven del lienzo, era la única heredera
WIRIYO / 29.4.2008
viernes, 20 de junio de 2008
LA HUASA MARIA
Ella era una boca más que alimentar en su casa, donde mandaba la pobreza.
Con sus catorce años mal nutridos, bajita, flaca, huesuda, de poca frente, exuberante vellosidad sobre el labio superior, fue a conversar con esa señora al pueblo.
_ Así es que te querís meter a trabajar chiquilla.
_ ¡Si señora! le respondió con mucha vergüenza, la huasa María, bajando la vista al suelo.
_ ¿Sabes cocinar algo? ¿Sabes hacer las camas, el aseo, poner la mesa…? ¿Sabes o no?
_ Un poquito, no más, expresó tímidamente, intentando pasar desapercibida.
_ ¿Qué comida sabís hacer? Di algo pus. …no sabís nada y más encima parecís sorda. Aprende a mirar cuando te hablen, pus cabra. Nadie te va a contratar así.
¿Entendiste lo que te digo? Porque tú soy harto mala pa`hablar. Así es que tenís que conversar, tenís que mirar a la cara a la gente, no al suelo, tenís que decir que sabís hacer de todo, aunque no lo sepai. ¿Entendiste? En el camino se aprende de todo. No seai gansa de hacerte la muda mirando abajo, cuando te preguntan algo.
Yo se que es primera vez que venís al pueblo y te sentís rara. Cuando te pregunten si estudiaste en el liceo, tenís que decir que hiciste toda la básica. Nunca digai que fuiste sólo dos años, que no sabís leer, ni escribir, ni ver la hora, ni sabís nada. ¿Esta claro?
Te estoy preguntado si está claro. … Te dije que no te hicierai la sorda cuando te hablan.
¿soi tonta o te hacís? …contesta pus, vis que parecís cabra chica.
_Si, señora.
_Bueno, vamos a anotar tus datos personales para que te pongai a trabajar rápido.
_ Nombre completo Ya pus, no te hagai la sorda. Nombre completo
_ María. _María, que más… No mires el suelo cuando te hablo, ni te hagai la sorda.
_ María del Carmen. _ Apellido paterno. Apellido paterno sorda de mierda, o no tenis, acaso. _ No entiendo que quiere decir paterno, señora _ El apellido de tu papá, pus huasamaca. El materno es el de tu mamá.
_Nunca tuve papá. No se cual será, pus _ Apellido materno Mi mamá es María Monsalve ¿Andai con tu carné de identidad? _ Nunca he tenido uno
_Te voy a poner María Monsalve Monsalve, sin Rut. Dirección donde vives.
_ Calle larga. _ qué número _ sin número; queda al final, al lado del árbol grande.
_ Cómo se llama tu pueblito _ Se llama El Angelito _¿Cómo se va a llamar así?
_ Es que ahí mataron a una guagüita y por eso le pusieron así.
_ Toma mi tarjeta con el teléfono para que llames cada dos semanas, hasta que aparezca un trabajo. Yo te voy a cobrar 20 mil por una vez, si te llevan a una casa. Dile a tu mamá que venga a conversar conmigo. Le daré unos consejos para que tú practiques.
Pasaron los meses y un día, cuando María llamó a la agencia, se puso muy nerviosa porque la señora le dijo que se viniera al pueblo con su maleta. Andaba una mujer muy interesada en conocerla para que trabajara de inmediato.
_Esta es la niña de la que le hablé, señora. No tiene mucha experiencia, pero es bien trabajadora, honrada y aprende rápido.
María fue instalada en una habitación de madera, en que se filtraba el viento, con una cama con frazadas, una mesita, un lavatorio y un jarro con agua para que se lavara. Su baño era una caseta de madera a 10 metros de distancia con un pozo negro y diarios.
La huasa María no podía creer la suerte que había tenido, porque ahí le daban las cuatro comidas. Su colchón tenía otras pulgas, diferentes a las con que ella dormía.
La dueña de casa era sólo un poco más elegante que María. Nadie se preocupaba por el aseo. En la casa había una tina de baño con cálefont, sólo para bañar a los niños. El olor a caca flotaba en el ambiente, porque el baño tenía un tarro donde echaban los papeles usados.
Le dijeron que estaría a cargo de cuatro pequeños niños. Debía vestirlos, prepararles desayuno, entretenerlos, darles sus comidas, hacer camas, barrer y sacar la basura.
Un día sintió una gran trifulca porque el marido de la señora había llegado tarde, y la mujer se molestó.
_ Ya me aburriste de tanto llegar tarde y borracho. Lárgate de esta casa, degenerado.
_ ¡Cállate Elvira! No sigay diciendo que me vaya, porque un día me voy a tentar.
_ Me tenis aburrida. No te quiero. Me perdiste el respeto y yo también a ti, por curao.
_ Elvira… ja…ja,ja. Hablai puras leseras, vieja guatona.
Al día siguiente, María se encontró en la cocina con el patrón, que la miraba con picardía, le decía cosas, le pidió que le sirviera su comida en la cocina. Ella se cohibió con su presencia, hizo las cosas rápido y se largó a acostar a su pieza. Estaba metiéndose a su cama cuando de pronto sintió que él abría su puerta, ingresando a su pieza . Comenzó el acoso a una mujer tímida que no se atrevió a oponerse, y esa noche ocurrió todo. El patrón fue complacido y ella soportó con estoicismo la primera experiencia; su violación.
_ ¿Cómo estuvo María?
_ Muda, contestó con el silencio… con los ojos cerrados de vergüenza.
_ Mañana vai a estar mejor y así cada día.
_ Si señor. Pero, ahora váyase por favor, porque su señora después me va a pegar.
_ Chao ricura, hasta mañana. Tai guena. Lo único, que tenis muchos pelos.
Entre sus preocupaciones del trabajo, María ahora tenía otra tremenda: andar arrancando del patrón e intentar que la señora no la despidiera con un combo en el ojo.
Pero el patrón estaba en guerra con su mujer, y siguió haciendo estas demostraciones de macho desquitándose con su víctima indefensa que soportó resignadamente su destino.
Los días domingos María tomaba el bus rural para ir a su casa y fue en una de esas visitas, que su madre le preguntó si estaba contenta con el trabajo, si la trataban bien, si eran respetuosos y si se estaba alimentando suficiente porque ahora, después de varios meses, la encontraba más gordita. Allí llegó una prima que le lanzó unos piropos porque la vio con ropa nueva y sólo le faltaba una inversión en peluquería.
_ Yo te voy a pasar a buscar a tu trabajo para llevarte donde una amiga que es peluquera y te va a dejar bonita.
María había cumplido 15 años, había “echado más cuerpo” y como estaba bien alimentada, sus flacuras habían desaparecido, apareciendo nuevas formas de mujer.
Semanas después, la prima la pasó a buscar al lugar del trabajo y partieron donde la amiga.
_Mira cabrita. Tenemos que depilarte completa, porque tenis más pelos que una araña.
Hay que hacer un corte con otro peinado. Te voy a maquillar y pintar.
El elástico que usai en el pelo, bótalo. Usa uñas poquito más largas, redondeadas con lima, esmalte con barniz incoloro. Tenis que comprar una lima. Te regalo ésta por mientras. ¿Partimos?
_ Si, partamos ahora. _ Ya, entonces empelótate. Está tibicito con la estufa.
Tres horas después y aún con manchas rojizas en todo el cuerpo, la huasa María era irreconocible. Había perdido el aspecto, la cara, y la facha de huasa.
Era una lolita buenamoza que parecía una “niñita bien” de la zona, siempre que no hablara. No le cobraron nada, pero la aconsejaron depilarse periódicamente y mantener el atractivo look, para buscar un mejor trabajo en una casa de otra categoría.
_ Me gustaría ver como caminas, le dijo la peluquera. Camina para allá y ver como lo haces cuando sales.
A ver, mira de frente. La cabeza en alto, siempre erguida. Siempre mira a los ojos.
Imagínate que vas con un tarro de agua en la cabeza, sin botar una gota al piso.
Ahora, camina… bien, sigue… los zapatos van paralelos, no abiertos como reloj que marca 10 para las 2… bien, ahora mejor… sigue… gira… vuelve… acércate sin parar…
erguida la espalda… derechita… muy bien… sigue… bravo. Así debes moverte siempre, para que los hombres se fijen en ti para que los deslumbres al caminar.
Te felicito María. Ahora tienes más herramientas para defenderte en tu vida.
_Gracias por todo. Muchas gracias por tu gran ayuda.
_ María, tu prima me dijo que no sabías leer, escribir, ni ver la hora. Tú debes ir al liceo vespertino y comenzar a sacar curso por curso hasta que termines. Verás como te va a cambiar la vida después que lo logres. Eres muy lola y la vida es muy larga.
_Gracias nuevamente. Te haré caso y averiguaré cómo haré para estudiar.
De allí mismo y con el ego acrecentado, María pasó a visitar a la señora de la agencia.
_ ¿Se acuerda de mi señora?
_ No, no se quien eres tú, m’hijita. Tu cara me es familiar, pero no recuerdo.
_ Soy la María Monsave. Ud. me encontró trabajo con la señora…
_ ¿Qué hiciste para quedar tan linda? Mira como has cambiado. ¿Qué te trae por aquí?
_Venía a encargarle un trabajo mejor pagado, en una casa mejor.
_ Mira como aprendiste a hablar. Si no te había reconocido.
_ Llámame mañana. Tal vez tenga algo distinto, ahora que estay tan pituca y linda.
_ Ya señora. Yo la llamo en la tarde. Necesito ganar más plata también, pus.
_ Si,… más plata, mejor trabajo, todo diferente. Te va a agradar vivir mejor.
Antes de la semana, la huasa María se había inscrito en el liceo vespertino para hacer el segundo básico, desde las 7 a las 21,30 horas.
Dos semanas después, la llamó la señora de la agencia para decirle que debía ir a una entrevista, y conversar con un matrimonio mayor, que necesitan alguien para su tienda.
En la visita, se enteró que necesitaban una señorita honorable, de buena presencia y trato, para atender una cordonería, ropa interior, telas. El sueldo era muy superior, le daban alojamiento y comida en la casa patronal y como contó que estaba estudiando vespertino, acordaron que el horario terminaría 10 minutos antes.
Conversó con la antigua patrona Elvira, le contó de esa oportunidad, recibió el pago y partió a su nuevo hospedaje. Allí fue recibida por la nueva dueña de casa, que le mostró su dormitorio en el segundo piso y al abrir la puerta, la María quedó deslumbrada de tanta elegancia.
Muda de estupor, siguió unos metros a la señora que le dijo:
_ Este será tu baño y debes mantenerlo limpio. Debes bañarte todos los días. Manos, pies, pelo y dientes siempre limpios. No deben quedar pelos en el piso, ni artefactos.
Tu horario de trabajo será…
Aquí tendrás almuerzo y tiempo de descanso.
Tus toallas son éstas. Ahí tienes jabón, shampú, pasta de dientes y escobilla de uñas. Usalas. Te exijo puntualidad para comenzar las comidas todos juntos.
Te deseo suerte y esperamos contar con tu colaboración durante muchos años.
Nada de pololos, novios u hombres dentro de mi casa. Afuera, compórtate con mucha discreción, porque es pueblo chico, la gente pela y no quiero habladurías.
María comenzó a aprender el trabajo de la tienda. Se movía con celeridad en la atención de cada una de las clientas. Ella estaba sorprendida de lo fácil que se le hacía retener cada uno de los detalles que la señora le enseñaba.
Algunos años después, María había terminado sus estudios completos y su ignorancia había quedado en el pasado. Allí en esa casa había abundantes libros, que los devoraba siempre aprovechando su tiempo libre. Los domingos, eran para visitar a su madre y hermanos, que a veces se sorprendían cuando la escuchaban hablar de sus planes de ahorro para instalar algún día un establecimiento propio.
Ya era una muchacha de 22 años, atractiva, sensual, con todos los atributos físicos que desearía un hombre elegante. Siempre andaba vestida inmaculada, con llamativos colores, llamando la atención su hermosa silueta. Había aprendido a usar elegantes movimientos para desplazarse en todo lugar. Su trato amistoso y cordial, hizo que el pueblo murmurara acerca de esta joven desconocida, que había llegado 6 años antes.
Año tras año despertaba mayor curiosidad su elegante y hermosa figura.
Los sábados en las tardes ella iba donde su amiga, la peluquera. Mantener una bella frente hecha con depilación, era el mayor logro que había mejorado su rostro desde un comienzo, pero requería dedicación.
Algunos jóvenes de familias adineradas la miraban mucho, la seguían, le decían que habían perdido el sueño pensando en ella, se ofrecían para acompañarla.
Ella sólo les sonreía en silencio y seguía. El asedio por conocerla, por conquistarla fue incesante, hasta que apareció Alberto. Su simpatía y presencia, lograron que María le respondiera y comenzaron a conversar, de a poco.
_¿Te puedo ir a buscar el sábado a la hora de salida, María?
_ ¡No puedo creer que un joven rico se interese en mí, que no tengo nada!
_ A los hombres no nos interesa cuánto tienen las mujeres. Nos interesan aquellas como tú, que sean irresistibles y bellas. ¿a qué hora te paso a buscar?
_ ¿Te parece a las 5? ¿ puedo saber dónde me vas a invitar?
_ ¿Qué te parecería si vamos a tomar helados frente a la plaza?
Semanas después, en otra salida, fueron a visitar a los padres adinerados.
En la casa del fundo de esa familia, ella fue presentada y compartió con ellos.
El padre la encontró adorable. Comenzó hablando del tiempo, las cosas del pueblo, la agricultura local y de la tienda donde ella trabajaba. Conocía mucho a los dueños.
_ Oí que Ud. no habla con desconocidos. Muy bien que sea así, chapada a la antigua.
Ahora que ha sido formalmente presentada a todos, espero podamos saludarnos en cualquier parte.
_ Téngalo por seguro que así será, de aquí en adelante.
Tomaron el té, conversaron y rieron por horas, hasta que ella mencionó que lo había encontrado a todos muy simpáticos, pero ya debía regresar.
Alberto fue a dejarla hasta su casa y se atrevió a darle un beso junto a la puerta.
_Tú sabes que me gustas mucho, María. De verdad.
_ Tú también, Alberto. En tu familia son tan sencillos y muy agradables.
Alguna clienta le mencionó saber de aquella tarde del té en la casa de esa familia.
María andaba muy alegre, porque hasta cantaba mientras hacía su trabajo.
El teléfono le recordaba que en aquella casona, alguien la esperaba con ansias.
María se dio cuenta que había embobado a toda esa familia, pero ella evitaba involucrarse demasiado, sabiendo lo humilde de su origen.
Ahora debía madrugar, cuando tomaba el bus rural para visitar a su familia.
No quería ser sorprendida subiendo a un recorrido que iba a lugares tan humildes.
Sus prejuicios la tenían sumida en grandes dudas.
Su affaire con Alberto seguía viento en popa. El siempre la sacaba a pasear en auto, invitándola a pasear a los alrededores, a visitar a sus padres y hermanos.
El le demostraba su afecto, pero cuando estaban solos afloraba las pasiones y ambos se daban rienda hasta que ocurría todo. La pasión permanente los mantuvo demasiado unidos.
_ Alberto, te adoro. Me tienes loca de tanto amor.
_Me hiciste tu prisionero, María. Pienso en ti todo el día. Te amo María. Quisiera que imaginaras avanzáramos otro paso. Mis padres están muy felices que haya encontrado alguien como tú. Mis hermanos dicen que me envidian porque ya quisieran…
_ Alberto, escúchame un instante. Recuerda que el día que nos conocimos yo te dije que tú eras el joven rico, y que yo no tenía nada. Efectivamente no tengo nada, sólo lo que ves. Mi vida ha sido con mucho esfuerzo. Yo no soy la hija de los dueños de la tienda.
_ Ahora escúchame tú, María. Yo te dije en esa oportunidad que los hombres no miramos las posesiones físicas que tienen las mujeres, sólo su belleza, su sinceridad, su bondad y otras virtudes. Tú las tienes todas y cumples con creces que me sienta muy orgulloso de ti.
_María, quiero que avancemos otro peldaño. Toma, te traje un regalo. Ábrelo.
_Alberto, tú estás perdiendo la cabeza. Un anillo de compromiso…, no puede ser.
María soltó unas lágrimas de emoción. Después, sin demostrarlo, se puso muy nerviosa
_ Alberto, tu no me conoces tanto, no sabes que mi familia es pobre y viven a 30 Kms de distancia. Yo prefiero que me acompañes para presentártelos y después me regalas el anillo. Antes no tiene sentido. Yo conozco a los tuyos. Te pido que conozcas a los míos.
Esa semana, la huasa María estuvo muy nerviosa, sabiendo que el Domingo siguiente
viajaría con su novio, sin aviso, al Angelito, para presentarlo a su familia.
Llegó el Domingo, fueron a visitar y llegaron a esa casa tan pobre del poblado. Tocaron y fueron apareciendo los hermanos, uno por uno, que María abrazó con cariño. Se notaba el contraste con aquella gente paupérrima. Cuando apareció la madre, ella impidió que María se le acercara.
_Que te has creído, faltar el respeto a tu familia, a tu madre, a todos…
Cómo se te ocurre venir en auto, con un hombre rico, sabiendo que somos pobres.
Los ricos nunca se mezclan con los pobres. Los usan y después los botan.
_Pero, mamá. El es mi novio. El me quiere. Estamos de novios y vamos a casarnos
¿Cómo quieres que haga mi vida sin Uds.? Como si jamás hubieran existido…
_ Lárgate María, no vengas de nuevo con él… y empujando a los hermanos, fueron entrando hasta dejarlos solos.
Ella lloró como nunca, se enmudeció y agachó la cabeza. Sintió mucha pena.
Alberto la abrazó con ternura, la acompañó hasta el auto y regresaron en silencio.
Su novio se encargó de llamarla, animarla, invitarla, y hacerle panoramas.
En su casa, Alberto conversó privadamente con su padre, ayudándose con un trago.
_ Papá, necesito tu consejo. Tú sabes que nosotros con María…
_ Si, todos estamos muy contentos con María. Será la mujer de tu vida. Atrévete, hijo.
_ Noo…Noo papá. Escúchame unos minutos, por favor.
Fuimos a visitar a su familia. Son todos muy pobres. Viven en El Angelito. Su madre se enojó porque ella había ido elegante, en auto, acompañada por mi. No le gusta que su hija se meta con ricos…
_ Tiene razón esa mujer… Los ricos no deben que mezclarse con los pobres. Son puros problemas para ambos – replicó el padre, cambiando el tono de voz.
_ Pero papá, yo la amo y quiero casarme con ella. No me importan sus parientes.
Tú acabas de decirme que será la mujer de mi vida. Que me atreviera. ¿Qué pasó?
¿Ya no lo es, porque su familia es pobre, de otro nivel social?
_ ¡Por supuesto que no…! No te vas a auto-exiliar en el monte con ella para no encontrarte con tus parientes y nuestros conocidos.
¿Quieres terminar en El Angelito haciendo empanadas de horno con tu suegra y tus cuñados?... arrancando del mundo en que has vivido siempre. No arruines tu vida…
Semanas después.
_María, escúchame en silencio. Si nos casamos pronto, ambas familia lo deberán aceptar. Al anillo de compromiso que llevas, deseo agregarle otro de bodas. Yo te amo y vamos a celebrar la boda civil en privado, sin familias. Tú puedes conseguir la casa. La iglesia será para más adelante.
_Alberto, tu sabes lo que siento por ti. Sólo accedería si va a ser hasta la muerte.
Al sábado siguiente, la dueña de la tienda en calidad de anfitriona, preparó lo necesario para celebrar dicho acontecimiento con moderación en su casa. Serían los testigos un amigo de Alberto y la peluquera, que debían jurar minutos más tarde.
Frente al nerviosismo de todos porque aún faltaba que llegara el oficial civil, de pronto sonó el timbre. Alberto se abalanzó a la puerta, pero cuando abrió ingresaron cuatro desconocidos que mencionaron venir a saludar al novio. Cuando comenzaron los abrazos, tomaron a Alberto, lo sacaron en vilo, amarrando sus pies con cuerdas que ellos traían.
Lo metieron a un auto y escoltados por otra camioneta, partieron, dejando consternados a todos y a María sumida en llantos que no terminaban nunca.
Rato después, en casa de los ricos comenzaban los festejos.
_ Salud por mi hijo Alberto, que se escapó del embrujo de una cualquiera.
_ Brindo por mi padre, dijo Alberto, que me abrió los ojos para escapar a tiempo. El oficial no llegaría nunca ¿verdad papá?
_ Hago mi brindis por mi querido colegio en Santiago, donde también fueron mis hijos a adquirir conocimientos, cultura, roce social y reforzaron sus tradiciones. También forjaron lazos con sus compañeros y amigos de hoy. Salud,… para que tal nivel jamás decline en ninguno de ustedes. Somos todos caballeros. Alberto ha quedado como un caballero, con la frente en alta por esa mujer. ¡Ella jamás tendrá pruebas que demuestren lo contrario! El oficial civil jamás llegaría porque es de los nuestros.
_ Alzo mi copa una vez más, por la visión de mi padre. El me ha instado a hacer ahora un viaje a Europa, que había postergado por diversas razones. ¡Salud!
Tiempo después, la huasa María, muy desilusionada con su vida, renunció a la tienda, huyendo de la vergüenza ante el pueblo y regresó con su familia. Pasaron los años cuando se atrevió a aceptar un pololo allá en El Angelito. Nunca se supo si lo quiso de verdad, pero se casó para complacer a su dominante madre. Tuvo hijos y todos terminaron viviendo en una nueva casa de madera, por cuyas tablas se filtraba el viento, con un baño en una caseta con un pozo negro, a algunos metros de distancia.
WIRIYO / 20.05.2008
Con sus catorce años mal nutridos, bajita, flaca, huesuda, de poca frente, exuberante vellosidad sobre el labio superior, fue a conversar con esa señora al pueblo.
_ Así es que te querís meter a trabajar chiquilla.
_ ¡Si señora! le respondió con mucha vergüenza, la huasa María, bajando la vista al suelo.
_ ¿Sabes cocinar algo? ¿Sabes hacer las camas, el aseo, poner la mesa…? ¿Sabes o no?
_ Un poquito, no más, expresó tímidamente, intentando pasar desapercibida.
_ ¿Qué comida sabís hacer? Di algo pus. …no sabís nada y más encima parecís sorda. Aprende a mirar cuando te hablen, pus cabra. Nadie te va a contratar así.
¿Entendiste lo que te digo? Porque tú soy harto mala pa`hablar. Así es que tenís que conversar, tenís que mirar a la cara a la gente, no al suelo, tenís que decir que sabís hacer de todo, aunque no lo sepai. ¿Entendiste? En el camino se aprende de todo. No seai gansa de hacerte la muda mirando abajo, cuando te preguntan algo.
Yo se que es primera vez que venís al pueblo y te sentís rara. Cuando te pregunten si estudiaste en el liceo, tenís que decir que hiciste toda la básica. Nunca digai que fuiste sólo dos años, que no sabís leer, ni escribir, ni ver la hora, ni sabís nada. ¿Esta claro?
Te estoy preguntado si está claro. … Te dije que no te hicierai la sorda cuando te hablan.
¿soi tonta o te hacís? …contesta pus, vis que parecís cabra chica.
_Si, señora.
_Bueno, vamos a anotar tus datos personales para que te pongai a trabajar rápido.
_ Nombre completo Ya pus, no te hagai la sorda. Nombre completo
_ María. _María, que más… No mires el suelo cuando te hablo, ni te hagai la sorda.
_ María del Carmen. _ Apellido paterno. Apellido paterno sorda de mierda, o no tenis, acaso. _ No entiendo que quiere decir paterno, señora _ El apellido de tu papá, pus huasamaca. El materno es el de tu mamá.
_Nunca tuve papá. No se cual será, pus _ Apellido materno Mi mamá es María Monsalve ¿Andai con tu carné de identidad? _ Nunca he tenido uno
_Te voy a poner María Monsalve Monsalve, sin Rut. Dirección donde vives.
_ Calle larga. _ qué número _ sin número; queda al final, al lado del árbol grande.
_ Cómo se llama tu pueblito _ Se llama El Angelito _¿Cómo se va a llamar así?
_ Es que ahí mataron a una guagüita y por eso le pusieron así.
_ Toma mi tarjeta con el teléfono para que llames cada dos semanas, hasta que aparezca un trabajo. Yo te voy a cobrar 20 mil por una vez, si te llevan a una casa. Dile a tu mamá que venga a conversar conmigo. Le daré unos consejos para que tú practiques.
Pasaron los meses y un día, cuando María llamó a la agencia, se puso muy nerviosa porque la señora le dijo que se viniera al pueblo con su maleta. Andaba una mujer muy interesada en conocerla para que trabajara de inmediato.
_Esta es la niña de la que le hablé, señora. No tiene mucha experiencia, pero es bien trabajadora, honrada y aprende rápido.
María fue instalada en una habitación de madera, en que se filtraba el viento, con una cama con frazadas, una mesita, un lavatorio y un jarro con agua para que se lavara. Su baño era una caseta de madera a 10 metros de distancia con un pozo negro y diarios.
La huasa María no podía creer la suerte que había tenido, porque ahí le daban las cuatro comidas. Su colchón tenía otras pulgas, diferentes a las con que ella dormía.
La dueña de casa era sólo un poco más elegante que María. Nadie se preocupaba por el aseo. En la casa había una tina de baño con cálefont, sólo para bañar a los niños. El olor a caca flotaba en el ambiente, porque el baño tenía un tarro donde echaban los papeles usados.
Le dijeron que estaría a cargo de cuatro pequeños niños. Debía vestirlos, prepararles desayuno, entretenerlos, darles sus comidas, hacer camas, barrer y sacar la basura.
Un día sintió una gran trifulca porque el marido de la señora había llegado tarde, y la mujer se molestó.
_ Ya me aburriste de tanto llegar tarde y borracho. Lárgate de esta casa, degenerado.
_ ¡Cállate Elvira! No sigay diciendo que me vaya, porque un día me voy a tentar.
_ Me tenis aburrida. No te quiero. Me perdiste el respeto y yo también a ti, por curao.
_ Elvira… ja…ja,ja. Hablai puras leseras, vieja guatona.
Al día siguiente, María se encontró en la cocina con el patrón, que la miraba con picardía, le decía cosas, le pidió que le sirviera su comida en la cocina. Ella se cohibió con su presencia, hizo las cosas rápido y se largó a acostar a su pieza. Estaba metiéndose a su cama cuando de pronto sintió que él abría su puerta, ingresando a su pieza . Comenzó el acoso a una mujer tímida que no se atrevió a oponerse, y esa noche ocurrió todo. El patrón fue complacido y ella soportó con estoicismo la primera experiencia; su violación.
_ ¿Cómo estuvo María?
_ Muda, contestó con el silencio… con los ojos cerrados de vergüenza.
_ Mañana vai a estar mejor y así cada día.
_ Si señor. Pero, ahora váyase por favor, porque su señora después me va a pegar.
_ Chao ricura, hasta mañana. Tai guena. Lo único, que tenis muchos pelos.
Entre sus preocupaciones del trabajo, María ahora tenía otra tremenda: andar arrancando del patrón e intentar que la señora no la despidiera con un combo en el ojo.
Pero el patrón estaba en guerra con su mujer, y siguió haciendo estas demostraciones de macho desquitándose con su víctima indefensa que soportó resignadamente su destino.
Los días domingos María tomaba el bus rural para ir a su casa y fue en una de esas visitas, que su madre le preguntó si estaba contenta con el trabajo, si la trataban bien, si eran respetuosos y si se estaba alimentando suficiente porque ahora, después de varios meses, la encontraba más gordita. Allí llegó una prima que le lanzó unos piropos porque la vio con ropa nueva y sólo le faltaba una inversión en peluquería.
_ Yo te voy a pasar a buscar a tu trabajo para llevarte donde una amiga que es peluquera y te va a dejar bonita.
María había cumplido 15 años, había “echado más cuerpo” y como estaba bien alimentada, sus flacuras habían desaparecido, apareciendo nuevas formas de mujer.
Semanas después, la prima la pasó a buscar al lugar del trabajo y partieron donde la amiga.
_Mira cabrita. Tenemos que depilarte completa, porque tenis más pelos que una araña.
Hay que hacer un corte con otro peinado. Te voy a maquillar y pintar.
El elástico que usai en el pelo, bótalo. Usa uñas poquito más largas, redondeadas con lima, esmalte con barniz incoloro. Tenis que comprar una lima. Te regalo ésta por mientras. ¿Partimos?
_ Si, partamos ahora. _ Ya, entonces empelótate. Está tibicito con la estufa.
Tres horas después y aún con manchas rojizas en todo el cuerpo, la huasa María era irreconocible. Había perdido el aspecto, la cara, y la facha de huasa.
Era una lolita buenamoza que parecía una “niñita bien” de la zona, siempre que no hablara. No le cobraron nada, pero la aconsejaron depilarse periódicamente y mantener el atractivo look, para buscar un mejor trabajo en una casa de otra categoría.
_ Me gustaría ver como caminas, le dijo la peluquera. Camina para allá y ver como lo haces cuando sales.
A ver, mira de frente. La cabeza en alto, siempre erguida. Siempre mira a los ojos.
Imagínate que vas con un tarro de agua en la cabeza, sin botar una gota al piso.
Ahora, camina… bien, sigue… los zapatos van paralelos, no abiertos como reloj que marca 10 para las 2… bien, ahora mejor… sigue… gira… vuelve… acércate sin parar…
erguida la espalda… derechita… muy bien… sigue… bravo. Así debes moverte siempre, para que los hombres se fijen en ti para que los deslumbres al caminar.
Te felicito María. Ahora tienes más herramientas para defenderte en tu vida.
_Gracias por todo. Muchas gracias por tu gran ayuda.
_ María, tu prima me dijo que no sabías leer, escribir, ni ver la hora. Tú debes ir al liceo vespertino y comenzar a sacar curso por curso hasta que termines. Verás como te va a cambiar la vida después que lo logres. Eres muy lola y la vida es muy larga.
_Gracias nuevamente. Te haré caso y averiguaré cómo haré para estudiar.
De allí mismo y con el ego acrecentado, María pasó a visitar a la señora de la agencia.
_ ¿Se acuerda de mi señora?
_ No, no se quien eres tú, m’hijita. Tu cara me es familiar, pero no recuerdo.
_ Soy la María Monsave. Ud. me encontró trabajo con la señora…
_ ¿Qué hiciste para quedar tan linda? Mira como has cambiado. ¿Qué te trae por aquí?
_Venía a encargarle un trabajo mejor pagado, en una casa mejor.
_ Mira como aprendiste a hablar. Si no te había reconocido.
_ Llámame mañana. Tal vez tenga algo distinto, ahora que estay tan pituca y linda.
_ Ya señora. Yo la llamo en la tarde. Necesito ganar más plata también, pus.
_ Si,… más plata, mejor trabajo, todo diferente. Te va a agradar vivir mejor.
Antes de la semana, la huasa María se había inscrito en el liceo vespertino para hacer el segundo básico, desde las 7 a las 21,30 horas.
Dos semanas después, la llamó la señora de la agencia para decirle que debía ir a una entrevista, y conversar con un matrimonio mayor, que necesitan alguien para su tienda.
En la visita, se enteró que necesitaban una señorita honorable, de buena presencia y trato, para atender una cordonería, ropa interior, telas. El sueldo era muy superior, le daban alojamiento y comida en la casa patronal y como contó que estaba estudiando vespertino, acordaron que el horario terminaría 10 minutos antes.
Conversó con la antigua patrona Elvira, le contó de esa oportunidad, recibió el pago y partió a su nuevo hospedaje. Allí fue recibida por la nueva dueña de casa, que le mostró su dormitorio en el segundo piso y al abrir la puerta, la María quedó deslumbrada de tanta elegancia.
Muda de estupor, siguió unos metros a la señora que le dijo:
_ Este será tu baño y debes mantenerlo limpio. Debes bañarte todos los días. Manos, pies, pelo y dientes siempre limpios. No deben quedar pelos en el piso, ni artefactos.
Tu horario de trabajo será…
Aquí tendrás almuerzo y tiempo de descanso.
Tus toallas son éstas. Ahí tienes jabón, shampú, pasta de dientes y escobilla de uñas. Usalas. Te exijo puntualidad para comenzar las comidas todos juntos.
Te deseo suerte y esperamos contar con tu colaboración durante muchos años.
Nada de pololos, novios u hombres dentro de mi casa. Afuera, compórtate con mucha discreción, porque es pueblo chico, la gente pela y no quiero habladurías.
María comenzó a aprender el trabajo de la tienda. Se movía con celeridad en la atención de cada una de las clientas. Ella estaba sorprendida de lo fácil que se le hacía retener cada uno de los detalles que la señora le enseñaba.
Algunos años después, María había terminado sus estudios completos y su ignorancia había quedado en el pasado. Allí en esa casa había abundantes libros, que los devoraba siempre aprovechando su tiempo libre. Los domingos, eran para visitar a su madre y hermanos, que a veces se sorprendían cuando la escuchaban hablar de sus planes de ahorro para instalar algún día un establecimiento propio.
Ya era una muchacha de 22 años, atractiva, sensual, con todos los atributos físicos que desearía un hombre elegante. Siempre andaba vestida inmaculada, con llamativos colores, llamando la atención su hermosa silueta. Había aprendido a usar elegantes movimientos para desplazarse en todo lugar. Su trato amistoso y cordial, hizo que el pueblo murmurara acerca de esta joven desconocida, que había llegado 6 años antes.
Año tras año despertaba mayor curiosidad su elegante y hermosa figura.
Los sábados en las tardes ella iba donde su amiga, la peluquera. Mantener una bella frente hecha con depilación, era el mayor logro que había mejorado su rostro desde un comienzo, pero requería dedicación.
Algunos jóvenes de familias adineradas la miraban mucho, la seguían, le decían que habían perdido el sueño pensando en ella, se ofrecían para acompañarla.
Ella sólo les sonreía en silencio y seguía. El asedio por conocerla, por conquistarla fue incesante, hasta que apareció Alberto. Su simpatía y presencia, lograron que María le respondiera y comenzaron a conversar, de a poco.
_¿Te puedo ir a buscar el sábado a la hora de salida, María?
_ ¡No puedo creer que un joven rico se interese en mí, que no tengo nada!
_ A los hombres no nos interesa cuánto tienen las mujeres. Nos interesan aquellas como tú, que sean irresistibles y bellas. ¿a qué hora te paso a buscar?
_ ¿Te parece a las 5? ¿ puedo saber dónde me vas a invitar?
_ ¿Qué te parecería si vamos a tomar helados frente a la plaza?
Semanas después, en otra salida, fueron a visitar a los padres adinerados.
En la casa del fundo de esa familia, ella fue presentada y compartió con ellos.
El padre la encontró adorable. Comenzó hablando del tiempo, las cosas del pueblo, la agricultura local y de la tienda donde ella trabajaba. Conocía mucho a los dueños.
_ Oí que Ud. no habla con desconocidos. Muy bien que sea así, chapada a la antigua.
Ahora que ha sido formalmente presentada a todos, espero podamos saludarnos en cualquier parte.
_ Téngalo por seguro que así será, de aquí en adelante.
Tomaron el té, conversaron y rieron por horas, hasta que ella mencionó que lo había encontrado a todos muy simpáticos, pero ya debía regresar.
Alberto fue a dejarla hasta su casa y se atrevió a darle un beso junto a la puerta.
_Tú sabes que me gustas mucho, María. De verdad.
_ Tú también, Alberto. En tu familia son tan sencillos y muy agradables.
Alguna clienta le mencionó saber de aquella tarde del té en la casa de esa familia.
María andaba muy alegre, porque hasta cantaba mientras hacía su trabajo.
El teléfono le recordaba que en aquella casona, alguien la esperaba con ansias.
María se dio cuenta que había embobado a toda esa familia, pero ella evitaba involucrarse demasiado, sabiendo lo humilde de su origen.
Ahora debía madrugar, cuando tomaba el bus rural para visitar a su familia.
No quería ser sorprendida subiendo a un recorrido que iba a lugares tan humildes.
Sus prejuicios la tenían sumida en grandes dudas.
Su affaire con Alberto seguía viento en popa. El siempre la sacaba a pasear en auto, invitándola a pasear a los alrededores, a visitar a sus padres y hermanos.
El le demostraba su afecto, pero cuando estaban solos afloraba las pasiones y ambos se daban rienda hasta que ocurría todo. La pasión permanente los mantuvo demasiado unidos.
_ Alberto, te adoro. Me tienes loca de tanto amor.
_Me hiciste tu prisionero, María. Pienso en ti todo el día. Te amo María. Quisiera que imaginaras avanzáramos otro paso. Mis padres están muy felices que haya encontrado alguien como tú. Mis hermanos dicen que me envidian porque ya quisieran…
_ Alberto, escúchame un instante. Recuerda que el día que nos conocimos yo te dije que tú eras el joven rico, y que yo no tenía nada. Efectivamente no tengo nada, sólo lo que ves. Mi vida ha sido con mucho esfuerzo. Yo no soy la hija de los dueños de la tienda.
_ Ahora escúchame tú, María. Yo te dije en esa oportunidad que los hombres no miramos las posesiones físicas que tienen las mujeres, sólo su belleza, su sinceridad, su bondad y otras virtudes. Tú las tienes todas y cumples con creces que me sienta muy orgulloso de ti.
_María, quiero que avancemos otro peldaño. Toma, te traje un regalo. Ábrelo.
_Alberto, tú estás perdiendo la cabeza. Un anillo de compromiso…, no puede ser.
María soltó unas lágrimas de emoción. Después, sin demostrarlo, se puso muy nerviosa
_ Alberto, tu no me conoces tanto, no sabes que mi familia es pobre y viven a 30 Kms de distancia. Yo prefiero que me acompañes para presentártelos y después me regalas el anillo. Antes no tiene sentido. Yo conozco a los tuyos. Te pido que conozcas a los míos.
Esa semana, la huasa María estuvo muy nerviosa, sabiendo que el Domingo siguiente
viajaría con su novio, sin aviso, al Angelito, para presentarlo a su familia.
Llegó el Domingo, fueron a visitar y llegaron a esa casa tan pobre del poblado. Tocaron y fueron apareciendo los hermanos, uno por uno, que María abrazó con cariño. Se notaba el contraste con aquella gente paupérrima. Cuando apareció la madre, ella impidió que María se le acercara.
_Que te has creído, faltar el respeto a tu familia, a tu madre, a todos…
Cómo se te ocurre venir en auto, con un hombre rico, sabiendo que somos pobres.
Los ricos nunca se mezclan con los pobres. Los usan y después los botan.
_Pero, mamá. El es mi novio. El me quiere. Estamos de novios y vamos a casarnos
¿Cómo quieres que haga mi vida sin Uds.? Como si jamás hubieran existido…
_ Lárgate María, no vengas de nuevo con él… y empujando a los hermanos, fueron entrando hasta dejarlos solos.
Ella lloró como nunca, se enmudeció y agachó la cabeza. Sintió mucha pena.
Alberto la abrazó con ternura, la acompañó hasta el auto y regresaron en silencio.
Su novio se encargó de llamarla, animarla, invitarla, y hacerle panoramas.
En su casa, Alberto conversó privadamente con su padre, ayudándose con un trago.
_ Papá, necesito tu consejo. Tú sabes que nosotros con María…
_ Si, todos estamos muy contentos con María. Será la mujer de tu vida. Atrévete, hijo.
_ Noo…Noo papá. Escúchame unos minutos, por favor.
Fuimos a visitar a su familia. Son todos muy pobres. Viven en El Angelito. Su madre se enojó porque ella había ido elegante, en auto, acompañada por mi. No le gusta que su hija se meta con ricos…
_ Tiene razón esa mujer… Los ricos no deben que mezclarse con los pobres. Son puros problemas para ambos – replicó el padre, cambiando el tono de voz.
_ Pero papá, yo la amo y quiero casarme con ella. No me importan sus parientes.
Tú acabas de decirme que será la mujer de mi vida. Que me atreviera. ¿Qué pasó?
¿Ya no lo es, porque su familia es pobre, de otro nivel social?
_ ¡Por supuesto que no…! No te vas a auto-exiliar en el monte con ella para no encontrarte con tus parientes y nuestros conocidos.
¿Quieres terminar en El Angelito haciendo empanadas de horno con tu suegra y tus cuñados?... arrancando del mundo en que has vivido siempre. No arruines tu vida…
Semanas después.
_María, escúchame en silencio. Si nos casamos pronto, ambas familia lo deberán aceptar. Al anillo de compromiso que llevas, deseo agregarle otro de bodas. Yo te amo y vamos a celebrar la boda civil en privado, sin familias. Tú puedes conseguir la casa. La iglesia será para más adelante.
_Alberto, tu sabes lo que siento por ti. Sólo accedería si va a ser hasta la muerte.
Al sábado siguiente, la dueña de la tienda en calidad de anfitriona, preparó lo necesario para celebrar dicho acontecimiento con moderación en su casa. Serían los testigos un amigo de Alberto y la peluquera, que debían jurar minutos más tarde.
Frente al nerviosismo de todos porque aún faltaba que llegara el oficial civil, de pronto sonó el timbre. Alberto se abalanzó a la puerta, pero cuando abrió ingresaron cuatro desconocidos que mencionaron venir a saludar al novio. Cuando comenzaron los abrazos, tomaron a Alberto, lo sacaron en vilo, amarrando sus pies con cuerdas que ellos traían.
Lo metieron a un auto y escoltados por otra camioneta, partieron, dejando consternados a todos y a María sumida en llantos que no terminaban nunca.
Rato después, en casa de los ricos comenzaban los festejos.
_ Salud por mi hijo Alberto, que se escapó del embrujo de una cualquiera.
_ Brindo por mi padre, dijo Alberto, que me abrió los ojos para escapar a tiempo. El oficial no llegaría nunca ¿verdad papá?
_ Hago mi brindis por mi querido colegio en Santiago, donde también fueron mis hijos a adquirir conocimientos, cultura, roce social y reforzaron sus tradiciones. También forjaron lazos con sus compañeros y amigos de hoy. Salud,… para que tal nivel jamás decline en ninguno de ustedes. Somos todos caballeros. Alberto ha quedado como un caballero, con la frente en alta por esa mujer. ¡Ella jamás tendrá pruebas que demuestren lo contrario! El oficial civil jamás llegaría porque es de los nuestros.
_ Alzo mi copa una vez más, por la visión de mi padre. El me ha instado a hacer ahora un viaje a Europa, que había postergado por diversas razones. ¡Salud!
Tiempo después, la huasa María, muy desilusionada con su vida, renunció a la tienda, huyendo de la vergüenza ante el pueblo y regresó con su familia. Pasaron los años cuando se atrevió a aceptar un pololo allá en El Angelito. Nunca se supo si lo quiso de verdad, pero se casó para complacer a su dominante madre. Tuvo hijos y todos terminaron viviendo en una nueva casa de madera, por cuyas tablas se filtraba el viento, con un baño en una caseta con un pozo negro, a algunos metros de distancia.
WIRIYO / 20.05.2008
DE COMPRAS
_Andreita ¿por qué no se pone el suéter tan bonito que le regaló la tía Mema para su cumpleaños?
_ Se me perdió, mamá. Hace más de dos meses que no lo veo.
_¿Lo buscaste bien Andreita? porque tú no tienes paciencia para buscar nada.
_ Si, lo busqué por todas partes. Le he preguntado a todas mis amigas y compañeras.
_Tus compañeras de la universidad te lo sacaron y no te van a decir. Era tan fino. Tan bonito y te quedaba muy bien. Esa gente ordinaria no aprecia lo que es bueno.
_Hasta cuándo mamá ¿vas a seguir?... a mi no me importa, uso cualquiera de los otros.
_ No mi amor, bajamos ahora mismo al Alto Las Condes a comprar uno parecido.
Lávese los dientes, péinese para que vayamos de inmediato. Mientras tanto le voy a dejar comida al perro y conectar el riego. Avísele al papá que vamos y volvemos en una hora.
Madre e hija salieron juntas en auto. Desde el primer semáforo, tocando bocinas, se dedicó a gesticular levantando el dedo, gritando su ira. _¡Mira la lentitud que lleva ese desgraciado! ¡Apúrate maricón,… infeliz!
Mire cómo manejan estos imbéciles, Andreita. Huyy! ¡Hoyo maricón! Casi rompo la rueda…el amortiguador… el auto entero.
_Mamá ¿quién te apura tanto? baja la velocidad, por favor; vamos a chocar si sigues…
_ Ud. no me venga a criticar cuando manejo. Póngase el cinturón m’hijita, por favor.
Estacionado el auto en el Alto Las Condes, donde luego de mirar unas boutiques, entraron en una. La madre siempre adelante.
_Oye linda, qué vale ese suéter rojo que está en vitrina.
_¿Cuál de los tres rojos, señora? El de cachemira vale $ 90 mil, el de lana al 80% $ 45 mil y el de hilo $ 30 mil, señora. ¿Desea probarse alguno?
_¿Cómo se te ocurre que yo me voy a poner ese color? ¿No ves que es para mi hija?
Vamos a otra tienda Andreita. Esa mujer está loca. Mira las leseras que pregunta.
_ Tranquila mamá. No tienes que andar peleando con todos, por favor.
_Gente ignorante, que no tiene dos dedos de frente, ni completó la primaria la tonta.
Luego de ingresar en varias tiendas, la mujer, que por su naturaleza agresiva, ofendió de palabras y gestos a diferentes vendedoras, se agarró con la hija porque tenía gustos diferentes y caminaba incesantemente entre numerosas tiendas, no se decidía por un modelo u otro, los colores, los botones, hasta que la madre reventó:
_ Mira, cabra de mierda, hace dos horas y media que ando con dolor de pies, me duelen las piernas, la cintura y la espalda. Por tu culpa, después voy a tener que llegar a ponerme el güatero. Esta es la última tienda y después yo me voy, porque ya no soporto tanta gente, tanta indecisión y tanto dolor con estos zapatos.
Estaba la señora retando una vez más a la hija, cuando de pronto escucha una voz femenina que le grita: _ Anita… Anita … ¿qué es de tu vida, mujer? le dijo muy sonriente otra señora, acercándose.
_ No puedo creerlo. ¡Paz Echaurren! Cada día más estupenda. Te ves una lola.
_ Tú no recuerdas a mi hija menor, mi conchito, se llama Andreita Errázuriz Valdés. Andamos buscando un suéter de cachemira, de esos de $ 150 mil, porque la robaron.
Creo haber visto algo en mi venida anterior, pero ahora ya no están. Si no hay, compraremos en nuestro próximo viaje a Buenos Aires en dos meses más.
_ Tu estay igual Ana María Valdés, aparentai treinta.
_ ¿Si? ¿tan lola me veo? Le estaba contando a Andreita que gracias al deporte me mantengo en buena forma, sin enfermedades, sin achaques, sin dolores de nada, con alegría de vivir todos los días, porque esta ciudad está plagada de locos.
_ Si. Está difícil Santiago. No te dejan manejar tranquila, entre tanto auto. Mucha delincuencia. A nosotros nos han entrados tres veces en cuatro años. Que terrible.
_¿Te parece si vamos a tomarnos un café, mientras Andreita compra? _ Ya, vamos.
_ Ud. mi amor se va a quedar con mi cheque en blanco para que compre y pague, mientras con la tía Paz vamos a charlar después de tantos años. Usted. nos ubica cuando termine. Estaremos ahí.
Las mujeres conversaron de sus actividades, de los maridos, los hijos, mientras la hija
sintió por primera vez que su madre confiaba en su gusto personal.
Una hora después, cuando terminó la compra, fue al encuentro de esas mujeres que se- guían con el tercer café y el octavo cigarrillo, recordando a las amigas comunes, las fiestas quinceañeras y sus primeros romances.
_ Ahí viene llegando tu hija, Anita.
_ Andreita, mi amor. ¿Por qué viene acompañada con un guardia? ¿Te asaltaron?
_ No señora. Ud. va a tener que acompañarnos.
_ Ud. qué se ha imaginado, roteque. ¿Cree que le voy a hacer caso? ¿No ve que estamos conversando con la Paz y estoy ocupada?
_Si mamá,... vas a tener que acompañarnos,…, me quitaron el carné en la tienda.
_ Venga señora, porque a su hija la pillamos robando unos suéteres.
_ Cómo se le ocurre decirme estupideces. Nosotros vivimos en la Dehesa. Allá nadie tiene necesidad de andar robando. ¿No es cierto Andreita?
_ No, mamá. Es verdad que estaba robando,…y me pillaron,…tú sabias que el cheque no tenía fondos y no me lo recibieron. …entonces, ¿qué iba a hacer?
WIRIYO 5.5.2008
_ Se me perdió, mamá. Hace más de dos meses que no lo veo.
_¿Lo buscaste bien Andreita? porque tú no tienes paciencia para buscar nada.
_ Si, lo busqué por todas partes. Le he preguntado a todas mis amigas y compañeras.
_Tus compañeras de la universidad te lo sacaron y no te van a decir. Era tan fino. Tan bonito y te quedaba muy bien. Esa gente ordinaria no aprecia lo que es bueno.
_Hasta cuándo mamá ¿vas a seguir?... a mi no me importa, uso cualquiera de los otros.
_ No mi amor, bajamos ahora mismo al Alto Las Condes a comprar uno parecido.
Lávese los dientes, péinese para que vayamos de inmediato. Mientras tanto le voy a dejar comida al perro y conectar el riego. Avísele al papá que vamos y volvemos en una hora.
Madre e hija salieron juntas en auto. Desde el primer semáforo, tocando bocinas, se dedicó a gesticular levantando el dedo, gritando su ira. _¡Mira la lentitud que lleva ese desgraciado! ¡Apúrate maricón,… infeliz!
Mire cómo manejan estos imbéciles, Andreita. Huyy! ¡Hoyo maricón! Casi rompo la rueda…el amortiguador… el auto entero.
_Mamá ¿quién te apura tanto? baja la velocidad, por favor; vamos a chocar si sigues…
_ Ud. no me venga a criticar cuando manejo. Póngase el cinturón m’hijita, por favor.
Estacionado el auto en el Alto Las Condes, donde luego de mirar unas boutiques, entraron en una. La madre siempre adelante.
_Oye linda, qué vale ese suéter rojo que está en vitrina.
_¿Cuál de los tres rojos, señora? El de cachemira vale $ 90 mil, el de lana al 80% $ 45 mil y el de hilo $ 30 mil, señora. ¿Desea probarse alguno?
_¿Cómo se te ocurre que yo me voy a poner ese color? ¿No ves que es para mi hija?
Vamos a otra tienda Andreita. Esa mujer está loca. Mira las leseras que pregunta.
_ Tranquila mamá. No tienes que andar peleando con todos, por favor.
_Gente ignorante, que no tiene dos dedos de frente, ni completó la primaria la tonta.
Luego de ingresar en varias tiendas, la mujer, que por su naturaleza agresiva, ofendió de palabras y gestos a diferentes vendedoras, se agarró con la hija porque tenía gustos diferentes y caminaba incesantemente entre numerosas tiendas, no se decidía por un modelo u otro, los colores, los botones, hasta que la madre reventó:
_ Mira, cabra de mierda, hace dos horas y media que ando con dolor de pies, me duelen las piernas, la cintura y la espalda. Por tu culpa, después voy a tener que llegar a ponerme el güatero. Esta es la última tienda y después yo me voy, porque ya no soporto tanta gente, tanta indecisión y tanto dolor con estos zapatos.
Estaba la señora retando una vez más a la hija, cuando de pronto escucha una voz femenina que le grita: _ Anita… Anita … ¿qué es de tu vida, mujer? le dijo muy sonriente otra señora, acercándose.
_ No puedo creerlo. ¡Paz Echaurren! Cada día más estupenda. Te ves una lola.
_ Tú no recuerdas a mi hija menor, mi conchito, se llama Andreita Errázuriz Valdés. Andamos buscando un suéter de cachemira, de esos de $ 150 mil, porque la robaron.
Creo haber visto algo en mi venida anterior, pero ahora ya no están. Si no hay, compraremos en nuestro próximo viaje a Buenos Aires en dos meses más.
_ Tu estay igual Ana María Valdés, aparentai treinta.
_ ¿Si? ¿tan lola me veo? Le estaba contando a Andreita que gracias al deporte me mantengo en buena forma, sin enfermedades, sin achaques, sin dolores de nada, con alegría de vivir todos los días, porque esta ciudad está plagada de locos.
_ Si. Está difícil Santiago. No te dejan manejar tranquila, entre tanto auto. Mucha delincuencia. A nosotros nos han entrados tres veces en cuatro años. Que terrible.
_¿Te parece si vamos a tomarnos un café, mientras Andreita compra? _ Ya, vamos.
_ Ud. mi amor se va a quedar con mi cheque en blanco para que compre y pague, mientras con la tía Paz vamos a charlar después de tantos años. Usted. nos ubica cuando termine. Estaremos ahí.
Las mujeres conversaron de sus actividades, de los maridos, los hijos, mientras la hija
sintió por primera vez que su madre confiaba en su gusto personal.
Una hora después, cuando terminó la compra, fue al encuentro de esas mujeres que se- guían con el tercer café y el octavo cigarrillo, recordando a las amigas comunes, las fiestas quinceañeras y sus primeros romances.
_ Ahí viene llegando tu hija, Anita.
_ Andreita, mi amor. ¿Por qué viene acompañada con un guardia? ¿Te asaltaron?
_ No señora. Ud. va a tener que acompañarnos.
_ Ud. qué se ha imaginado, roteque. ¿Cree que le voy a hacer caso? ¿No ve que estamos conversando con la Paz y estoy ocupada?
_Si mamá,... vas a tener que acompañarnos,…, me quitaron el carné en la tienda.
_ Venga señora, porque a su hija la pillamos robando unos suéteres.
_ Cómo se le ocurre decirme estupideces. Nosotros vivimos en la Dehesa. Allá nadie tiene necesidad de andar robando. ¿No es cierto Andreita?
_ No, mamá. Es verdad que estaba robando,…y me pillaron,…tú sabias que el cheque no tenía fondos y no me lo recibieron. …entonces, ¿qué iba a hacer?
WIRIYO 5.5.2008
lunes, 31 de marzo de 2008
EL PERRO DE LA CASA
Willy era el menor de tres hermanos. Desde siempre en su casa estuvo presente un perro, un quiltro que el padre compraba en esas cajas de cartón en las veredas del centro.
Cada cachorro con que llegaba el padre siempre era un perrito fino, de raza.
Meses más adelante, cuando crecía asomaba el quiltro entero, pero todos habían logrado encariñarse y Willy entretenerse como buen adolescente perrero.
Los veterinarios y vacunas se desconocían. Los perros se recibían regalados o se compraban, se les entregada el viejo plato metálico enlozado donde se vertían las sobras de las ollas. Era una forma de disminuir la basura que se sacaba a diario en el añoso y aporreado cajón de madera. El carnicero surtía el hueso molido para enriquecer su dieta.
Este ungüento se iba pegando en el plato que una vez por semana se ponía bajo el potente chorro de la manguera para desincrustar la carroña. Nadie lavaba pulcramente ese plato, por eso los canes iban enfermando y de pronto morían.
Así se iban sucediendo en el cargo titular de la casa, los finos quiltros, comiendo siempre del mismo plato. Cambiaba el pelaje, nombre, largo de la cola, pero el collar y cadena siempre eran los mismos.
Al perro de turno lo adoraba, pero lo obligaba a entretenerlo, remolcando un carricoche hecho por él mismo con un cajón manzanero y ruedas de patines. Willy sentado en su interior, le daba dirección con los pies y adelante el perro galopaba a la máxima velocidad huyendo de este ruido ensordecedor que lo perseguía.
Willy vivía cerca de la plaza Pocuro, porque habían llegado a colonizar el barrio, que entonces mostraba sus primeras casas. Allí tenía su grupo de amistades adolescentes con los que estaba ese día jueves en la tarde, cuando apareció un quiltro, con cara de vivaracho e interesante para él. Cuando le tiraba una piedra, corría a buscarla, la recogía, la dejaba en el suelo a sus pies, se sentaba y movía la cola, manos, orejas y ojos, con un rostro muy expresivo de algarabía. El joven le tiró piedras, palos y siempre el perro demostró que sabía hacer muy bien su oficio. Entonces venía la recompensa con cariños, palmaditas que agradaron al perro. Todos los amigos se entretuvieron con ese perro hasta que dieron las ocho y partieron todos a sus casas.
Willy llegó a su casa seguido por el perro y se despidió con unas caricias, dejándolo afuera en la calle.
Estaban comiendo, cuando de pronto se sintió una pelea de perros en el jardín con espantosos gruñidos y aullidos de pánico. Partieron a ver que sucedía con su perro.
El can forastero, con aspecto simpático, se metió por los barrotes de la reja y como era un callejero, agresivo, que subsistía por instinto, comió la comida del dueño de casa y cuando éste intentó defender lo suyo, casi muere en el intento.
_ ¿Por qué hay dos perros en la casa? preguntó el padre, mirando sólo a Willy.
_ Me siguió desde la plaza. Yo no lo entré. Te lo juro papá. Se metió sólo.
_ Hijo, mira al Capulín como está mordido, con sangre, asustado y con la cola gacha.
_ Ayúdenme a echar a ese perro afuera. Saquémoslo ahora.
El padre y los hermanos mayores tomaron escobas y así lograron que el diablo se fuera.
El Capulín, muy asustado se dejó lavar sus heridas y le llenaron nuevamente su plato con una sobra de garbanzos tibios.
Al día siguiente el Capulín andaba temeroso esperando lo peor.
Estaban poniéndose los pijamas en esa casa cuando se oyó peleas de perros y maldiciendo al intruso lo pillaron comiendo en el plato ajeno.
_ ¡Ahora mismo vamos a poner punto final a ese perro! ¡Sacaremos a don Sata de nuestra casa!
_Echémoslo de nuevo afuera. Esta vez el perro mostró los dientes a los dueños de casa.
_ Dejémoslo para mañana, que es sábado.
Esa noche todos durmieron mal porque el rosquero mordió mucho al Capulín.
El sábado después del desayuno el padre preparó el ambiente para sacar al intruso. Willy era quien tenía llegada con dicho perro.
_Toma esta sábana de baño y te metes en el asiento trasero del auto con el perro en el piso. Entonces le envuelves la cabeza con la sábana para que no vea dónde lo vamos a ir a botar.
Partió el equipo inquisitivo a dos cuadras del canal con su víctima encapuchada por calle Bilbao, cruzó el puente de madera del canal San Carlos y siguió por ese camino rural, quizás en total 2 kilómetros.
Cuando se detuvo el auto, bajó el padre, abrió la puerta trasera y tomó una piedra del camino para arrojarla sin puntería alguna. Tal vez para amedrentarlo, porque se asustó.
_Vamos a pasar a comprar unos clavos a la ferretería aprovechando que está abierta, dijo el padre, mientras estacionaban el auto, compraron y siguieron para la casa.
Allí se dieron cuenta que los estaba esperando el perro desterrado.
_ ¡Quiltro de mierda, carajo!
_ Toma al perro y súbete nuevamente, porque esta bestia no me la va a ganar.
Entonces repitieron el procedimiento, pero esta vez, pasaron de Tobalaba, por Colón, hasta dos kilómetros donde se terminaba el pavimentado, pero doblando dos cuadras a la izquierda de Colón, subiendo dos, dos a la derecha, subiendo dos… hasta que llegaron al ripiado, que tendía a ser con subes y bajas. Nuevamente el padre procedió sin puntería a la lapidación del perro, que corrió asustado.
_ Ahora súbete rápido y que no nos siga.
Llegaron al pavimentado y nuevamente comenzaron dos para abajo, dos a la izquierda, dos para abajo, dos a la derecha… para no dejar olores que el perro pudiera percibir.
Cuando llegaron a la casa, entraron temerosos que allí estuviera la bestia infernal, pero afortunadamente se había perdido para siempre.
El Capulín estaba decaído, no quería comer, parece que estaba con depresión de tanto ser atacado y desplazado. Willy lo había abandonado. Había sido mordido por un forajido matonesco, un extraño en su propia casa, que se había comido todo en su propio plato, y que aparecía y desaparecía produciéndole gran inseguridad. Eso lo obligaba a refugiarse en un rincón, bajo unas plantas mojadas para protegerse. Allí tiritaba toda la noche. La nana de la casa le hacía cariño, le llenaba el plato con leche, pero el perro estaba con su mente perturbada.
Willy y su vecino del frente se entretenían mucho desde que llegó ese perro vago, entonces el domingo se juntaron, conversaron y salieron a caminar a pié haciendo el mismo recorrido que el auto, tras su búsqueda porque querían reencontrarlo. Era un tramo muy largo, porque regresaron agotados y sedientos, como consecuencia de las largas horas de caminata,… caminata que sin duda, dejó un rastro, un rastro que un olfato hambriento, podría seguir fácilmente.
Y justamente aquella misma tarde apareció de regreso el perverso vago, que con todo el espanto de los dueños de casa, se metió a comer la comida del Capulín, lo mordió, mostró sus dientes y le quebró definitivamente su espíritu.
El dueño de casa hizo unos intentos por llamar a la perrera, pero era algo tarde.
El Capulín estaba tan mal que prefirió la calle. Se fue de esa casa y nunca más volvió.
Ya casi comenzaban a encariñarse con el perro intruso, pero a los pocos días, siguió los pasos del Capulín, y también se fue y esa casa quedó sin perro para siempre.
WIRIYO
15.03.2008
Cada cachorro con que llegaba el padre siempre era un perrito fino, de raza.
Meses más adelante, cuando crecía asomaba el quiltro entero, pero todos habían logrado encariñarse y Willy entretenerse como buen adolescente perrero.
Los veterinarios y vacunas se desconocían. Los perros se recibían regalados o se compraban, se les entregada el viejo plato metálico enlozado donde se vertían las sobras de las ollas. Era una forma de disminuir la basura que se sacaba a diario en el añoso y aporreado cajón de madera. El carnicero surtía el hueso molido para enriquecer su dieta.
Este ungüento se iba pegando en el plato que una vez por semana se ponía bajo el potente chorro de la manguera para desincrustar la carroña. Nadie lavaba pulcramente ese plato, por eso los canes iban enfermando y de pronto morían.
Así se iban sucediendo en el cargo titular de la casa, los finos quiltros, comiendo siempre del mismo plato. Cambiaba el pelaje, nombre, largo de la cola, pero el collar y cadena siempre eran los mismos.
Al perro de turno lo adoraba, pero lo obligaba a entretenerlo, remolcando un carricoche hecho por él mismo con un cajón manzanero y ruedas de patines. Willy sentado en su interior, le daba dirección con los pies y adelante el perro galopaba a la máxima velocidad huyendo de este ruido ensordecedor que lo perseguía.
Willy vivía cerca de la plaza Pocuro, porque habían llegado a colonizar el barrio, que entonces mostraba sus primeras casas. Allí tenía su grupo de amistades adolescentes con los que estaba ese día jueves en la tarde, cuando apareció un quiltro, con cara de vivaracho e interesante para él. Cuando le tiraba una piedra, corría a buscarla, la recogía, la dejaba en el suelo a sus pies, se sentaba y movía la cola, manos, orejas y ojos, con un rostro muy expresivo de algarabía. El joven le tiró piedras, palos y siempre el perro demostró que sabía hacer muy bien su oficio. Entonces venía la recompensa con cariños, palmaditas que agradaron al perro. Todos los amigos se entretuvieron con ese perro hasta que dieron las ocho y partieron todos a sus casas.
Willy llegó a su casa seguido por el perro y se despidió con unas caricias, dejándolo afuera en la calle.
Estaban comiendo, cuando de pronto se sintió una pelea de perros en el jardín con espantosos gruñidos y aullidos de pánico. Partieron a ver que sucedía con su perro.
El can forastero, con aspecto simpático, se metió por los barrotes de la reja y como era un callejero, agresivo, que subsistía por instinto, comió la comida del dueño de casa y cuando éste intentó defender lo suyo, casi muere en el intento.
_ ¿Por qué hay dos perros en la casa? preguntó el padre, mirando sólo a Willy.
_ Me siguió desde la plaza. Yo no lo entré. Te lo juro papá. Se metió sólo.
_ Hijo, mira al Capulín como está mordido, con sangre, asustado y con la cola gacha.
_ Ayúdenme a echar a ese perro afuera. Saquémoslo ahora.
El padre y los hermanos mayores tomaron escobas y así lograron que el diablo se fuera.
El Capulín, muy asustado se dejó lavar sus heridas y le llenaron nuevamente su plato con una sobra de garbanzos tibios.
Al día siguiente el Capulín andaba temeroso esperando lo peor.
Estaban poniéndose los pijamas en esa casa cuando se oyó peleas de perros y maldiciendo al intruso lo pillaron comiendo en el plato ajeno.
_ ¡Ahora mismo vamos a poner punto final a ese perro! ¡Sacaremos a don Sata de nuestra casa!
_Echémoslo de nuevo afuera. Esta vez el perro mostró los dientes a los dueños de casa.
_ Dejémoslo para mañana, que es sábado.
Esa noche todos durmieron mal porque el rosquero mordió mucho al Capulín.
El sábado después del desayuno el padre preparó el ambiente para sacar al intruso. Willy era quien tenía llegada con dicho perro.
_Toma esta sábana de baño y te metes en el asiento trasero del auto con el perro en el piso. Entonces le envuelves la cabeza con la sábana para que no vea dónde lo vamos a ir a botar.
Partió el equipo inquisitivo a dos cuadras del canal con su víctima encapuchada por calle Bilbao, cruzó el puente de madera del canal San Carlos y siguió por ese camino rural, quizás en total 2 kilómetros.
Cuando se detuvo el auto, bajó el padre, abrió la puerta trasera y tomó una piedra del camino para arrojarla sin puntería alguna. Tal vez para amedrentarlo, porque se asustó.
_Vamos a pasar a comprar unos clavos a la ferretería aprovechando que está abierta, dijo el padre, mientras estacionaban el auto, compraron y siguieron para la casa.
Allí se dieron cuenta que los estaba esperando el perro desterrado.
_ ¡Quiltro de mierda, carajo!
_ Toma al perro y súbete nuevamente, porque esta bestia no me la va a ganar.
Entonces repitieron el procedimiento, pero esta vez, pasaron de Tobalaba, por Colón, hasta dos kilómetros donde se terminaba el pavimentado, pero doblando dos cuadras a la izquierda de Colón, subiendo dos, dos a la derecha, subiendo dos… hasta que llegaron al ripiado, que tendía a ser con subes y bajas. Nuevamente el padre procedió sin puntería a la lapidación del perro, que corrió asustado.
_ Ahora súbete rápido y que no nos siga.
Llegaron al pavimentado y nuevamente comenzaron dos para abajo, dos a la izquierda, dos para abajo, dos a la derecha… para no dejar olores que el perro pudiera percibir.
Cuando llegaron a la casa, entraron temerosos que allí estuviera la bestia infernal, pero afortunadamente se había perdido para siempre.
El Capulín estaba decaído, no quería comer, parece que estaba con depresión de tanto ser atacado y desplazado. Willy lo había abandonado. Había sido mordido por un forajido matonesco, un extraño en su propia casa, que se había comido todo en su propio plato, y que aparecía y desaparecía produciéndole gran inseguridad. Eso lo obligaba a refugiarse en un rincón, bajo unas plantas mojadas para protegerse. Allí tiritaba toda la noche. La nana de la casa le hacía cariño, le llenaba el plato con leche, pero el perro estaba con su mente perturbada.
Willy y su vecino del frente se entretenían mucho desde que llegó ese perro vago, entonces el domingo se juntaron, conversaron y salieron a caminar a pié haciendo el mismo recorrido que el auto, tras su búsqueda porque querían reencontrarlo. Era un tramo muy largo, porque regresaron agotados y sedientos, como consecuencia de las largas horas de caminata,… caminata que sin duda, dejó un rastro, un rastro que un olfato hambriento, podría seguir fácilmente.
Y justamente aquella misma tarde apareció de regreso el perverso vago, que con todo el espanto de los dueños de casa, se metió a comer la comida del Capulín, lo mordió, mostró sus dientes y le quebró definitivamente su espíritu.
El dueño de casa hizo unos intentos por llamar a la perrera, pero era algo tarde.
El Capulín estaba tan mal que prefirió la calle. Se fue de esa casa y nunca más volvió.
Ya casi comenzaban a encariñarse con el perro intruso, pero a los pocos días, siguió los pasos del Capulín, y también se fue y esa casa quedó sin perro para siempre.
WIRIYO
15.03.2008
LA FAMILIA
Angelina y Pablo, habían tenido dos hijos en quince años de matrimonio; Angela de 20 y Mauricio, de 24 años. Con mucha dificultad, éstos pudieron terminar el colegio y estudiar una carrera en la educación técnica superior.
Mauricio entrando a la adolescencia, ya había llevado a sus primeras pololas a su casa. Era un fauno que cambiaba mujeres con regularidad, hasta que aparecía la siguiente.
A veces las dejaba alojando y las chicas no tenían mayores reparos para no regresar a sus casas.
Unas tras otras iban pasando por esa casa y también las casas de los amigos, y de manos de un amigo a otro. Algunos muchachos también eran recomendados de manos de una a manos de otra amiga íntima, sin secretos de ninguna especie, con una ficha verbal de toda la potencia que daba el músculo, las horas de marcha, velocidad de marcha y el rendimiento.
Los padres no se atrevían a detener los desenfrenos de su hijo mayor, que se tomaba la casa con su grupo de amigotes, bebiendo en exceso, gritando como lo saben hacer los jóvenes, con la radio a máximo volumen, en medio de luces que se apagaban y encendían cada media hora, allí ocurriendo de todo.
_Ultima vez que les aceptamos que una amiga se quede a alojar. Esto no es un hotel.
Si quieren convertir esta casa en hotel, entonces paguen lo que cuesta un hotel.
_¡Pero mamá, por qué te pones así!
_ Porque Uds. dos son unos atrevidos e insolentes. Están estudiando. No tienen dinero, pero quieren que nosotros les paguemos los almuerzos, las onces, las comidas, los tragos y el hotel a sus respetivas parejas y las de reemplazo. Más encima son unos irresponsables que no se dignan lavar lo que ensucian, no son capaces de sacar la basura, no colaboran en nada y cada uno prácticamente vive con su pareja en su dormitorio. Sus parejas son unos vagos que se levantan a las 4 de la tarde igual que Uds. ¿Creen que somos sus sirvientes? No se dan cuenta lo inmaduros que son.
_Ya mamá, basta. ¿Crees que somos cabros chicos para que nos andes retando todo el día?
Uds. también fueron jóvenes, gritaron, patanearon e hicieron lo mismo que nosotros en su época. Si no te gusta como somos, nos vamos a la casa de mis suegros. Allá no nos molestan.
_¿Cómo te atreves…? váyanse, lárguense. Nos los quiero tener más sin hacer nada, mocosos de mierda. Salgan a buscar un trabajo y ayuden en las cosas de la casa. No hacen nada y se quejan porque les mencionan que no colaboran. Pero si se van a ir, váyanse ahora, no en dos años más, porque me tienen aburrida, igual que a tu padre, que ni lo respetan.
Al día siguiente, Angelina y Pablo tuvieron que tragarse su dignidad, cuando vieron que su hijo Mauricio por primera vez empacaba sus cosas, saco de dormir, guitarra, parca, luego de pedirle dinero a su hermana Angela y al pololo, salieron sigilosamente sin hacer el menor ruido con su novia, que más parecía su amante, porque había usado todos los anticonceptivos de los próximos veinte años, pero sólo en uno.
Esa noche, esos apesadumbrados padres salieron donde un matrimonio emparentado para desahogarse, tomarse unos tragos y olvidarse de los adolescentes de la presente generación. Allá pudieron comprobar que ocurrían hechos semejantes, porque los hijos también se alojaban con sus amores de turnos, como si se viviera Sodoma & Gomorra del siglo 21 en forma habitual, propio de la globalización y el condón.
Al observar Angela que su hermano se había ido a vivir a casa de esa mujer, sintió que todas las miradas de sus padres estaban concentradas en su comportamiento. Ellos la instaron a no repetir el mal ejemplo de su hermano. Antes de una semana Angela le había pedido a su enamorado irse a las 12 de la noche, no más besuqueo en el living, se acabaron las encerronas con llave en el dormitorio. Se diría que ella acusó recibo y comenzó a colaborar, a comportarse como la hija modelo que fue cuando niña.
Pasaron algunas semanas, cuando un día llegó de visita Mauricio. Venía solo. Muy atento, cariñoso con todos, respetuoso con su padre, muy alegre, bueno para la talla. Se veía otro al que partió, pero cuando le preguntaron por su chica, manifestó que estaba bien, buscando algún trabajo, pero los suegros y cuñados no muy comprensivos, lo habían echado de esa casa al enterarse que la Lucy estaba embarazada. El no quería tal llegada porque ninguno trabajaba.
_¿cuántos meses tiene?
_ dos, no más.
_¿qué vai a hacer Mauricio?
_ casarme cuando trabaje, poh. qué otra me queda. No me voy a arrancar.
_ puchas, estos cabros… ¿me vai hacer abuela, Mauri?
_¿han conversado de casarse? ¿cómo se llama la niñita con la que te casarás?
_Lucía Pinto. Lucy, para todos uds., papá.
_ No… hemos conversado de casarnos hasta que uno de los dos tenga un trabajo.
_¿Dónde van a vivir mientras encuentran trabajo?
_No lo sé. Porque allá están molestos conmigo.
_Claro, pus. Si te lo pasai en eso no más y les dejai la cabra embarazada. Además no te querís casar. Entonces, no les gustái por eso. Uds. se enviciaron. Pasan en eso todo el día.
Pasaron unas semanas y un día apareció nuevamente Mauricio con la Lucy, que traía la sorpre-sita tan comprimida que no se notaba. Del taxi se bajó el chofer y comenzó a bajar maletas, sacos de dormir, frazadas, la guitarra, parcas, cajas con zapatos, colgadores con ropa.
Tocaron el timbre y abrió Angelina
_ Mamita, te había echado tanto de menos ¿Nos aceptan a alojar por un tiempito corto?
_Mauricio, Lucy, que gusto de tenerlos por aquí de nuevo. Van a tener que acomodarse en el
segundo piso, en tu habitación. Entren las cosas, conversamos y después se acomodan para que queden confortables y se duermen.
_Vamos a tener que comprar algunas cosas que faltan, dijo Mauricio con cierta displicencia.
_¡Que…! ¿ya tenís trabajo?
_ No, todavía andamos buscando. Pero Uds. nos hacen un préstamo por unas semanas ¿ya?
_¿Qué necesitan tan urgente?
_ Una cama de dos plazas con un colchón gigante. Uds. comprenden ¿no es cierto?
_¡Oye que llegaste exigente! y Ud. mi amor, cómo se ha sentido. ¿me ha cuidado al nieto?
_Si tía… Lo estoy cuidando especialmente para que Ud. lo goce cuando nazca, tía.
El tiempo del embarazo se terminó en medio de tremendos estruendos nocturnos de la cama en el segundo piso que golpeaba agitadamente la pared del dormitorio con el respaldo, entre quejidos, gemidos, gritos de euforia despertando a todos dentro de esa casa y a los vecinos, sin ninguna inhibición.
El acto terminaba simbólicamente todos los días a altas horas de la noche, con la misma frase
_Te pasaste guatón. _ Tú también… cada día más rica, y luego se sentían lo pasos hacia el baño, el chorrro de orina en el centro de la tasa, justo en el agua, luego un pedo y minutos después la cascada femenina y la cadena. Ningún vecino del barrio dejaba así de enterarse.
Nació la criatura, fea como noche oscura, aunque todos les dijeron que era precioso.
El bautizo se consiguió con un contacto, sin cursos para padres, pues ellos no estaban para perder su preciosa ociosidad en una iglesia.
Esa tarde se reunieron los parientes de ella y de él, que ni se conocían, recibiendo los consabidos regalos para el durmiente, mientras los padres, tíos, abuelos, festejaron en grande.
Al día siguiente, a pesar de estar muy cansados, los abuelos Angelina y Pablo, se levantaron a lavar la loza, barrer, encerar, sacar la basura, limpiar y ordenar, cuando eran las 5 de la tarde sintieron que Mauricio les gritaba si le podían subir una tasa de té a él y a Lucy.
_ ¿Qué se habrán imaginado estos cabros flojos? Levántense ya, que es bien tarde porque tu padre y yo estamos limpiando desde las nueve.
_Viejita, rájate con un desayuno.
_¿Van a comenzar de nuevo con las exigencias? Bajen, toman desayuno y dejan lavado, en orden, porque nosotros también estamos cansados.
Esa casa fue rápidamente traspasándose de manos de los padres al haragán y la floja que invitaban como antaño a sus amigos y amigas a quedarse hasta las siete de la madrugada, en medio de ruidos de radio a gran volumen, gritos de todos, cantos, guitarreos, abrir y cerrar de puerta porque llegaba la nueva botella y muchos salud por la amistad de tantos años.
El niño feo gateaba por toda la casa, pero sus padres siempre estaban ocupados en su bullicioso vicio. Lucy pasaba exhausta de tanta exigencia, sin fuerzas ni siquiera para postular en alguna pega y lograr su primer trabajo. Ella jamás había trabajado en ninguna parte, ni siquiera para pasar el hambre. La televisión les corroía el alma y ambos se dejaban llevar por un programa tras otro.
Cuando el niño lloraba la abuela allí corría para mudarlo o darle sus alimentos. Ellos estaban muy complacidos de tener una niñera, que les comprara todo e hiciera comida a todos, totalmente gratis. ¡qué mejor se podía esperar!
Pasaron los meses. Mauricio postuló a algunos trabajos, pero sin ningún éxito. Ellos sólo hacían planes para el día que tuvieran trabajo, como si fuera el término de todos sus problemas. Lucy, bajo el pretexto del cuidado de su hijo, no hacía intentos de búsqueda. En nada colaboraba en la casa a sus suegros. Prácticamente pasaba encerrada en su dormitorio, algunos días sin bañarse, sin vestirse, como viviendo entre la ensoñación, la lujuria, la somnolencia y la flojera extrema.
Antes que el niño feo cumpliera un año, su suegra le pidió que se hiciera cargo porque debía salir. Eso no le pareció bien porque ya se había acostumbrado, entonces le replicó.
_ Tía, porqué no lo cuida el tío, porque hoy no me siento muy bien.
_ ¿Cuándo te hai sentido bien para cuidar a tu hijo, limpiar tu dormitorio, lavar y planchar la ropa de Mauricio, ayudarnos a preparar las comidas, lavar la loza, o hacer algo?
_ ¡Qué se mete Ud. en lo que no debe!
_¡Claro que me meto! Naciste cansada. Para eso soy la dueña de casa y en mi casa mando yo.
Eres una mujer floja que nunca va a mover un dedo, esperando que otros se lo hagan todo.
_ Hable con su hijo. ¡A mi no me viene a levantar la voz, señora!
_ Mira Lucy, tú y mi hijo son un par de flojos que no estoy dispuesta a soportar. Lárguense lo antes posible. Búsquense otro lugar. Váyanse a la casa de tus padres, si los reciben.
Esa tarde, cuando apareció el Mauro y Lucy le contó que los echaron de nuevo, entonces se pusieron a hacer sus bultos, llamaron un taxi, lo cargaron y partieron, gritando: ¡el niño lo vamos a venir a buscar otro día!
El feo cumplió cuatro años y jamás lo volvieron a buscar. Sólo el Mauro regresaba cada tres meses a verlo y al rato partía.
Cuando el niño cumplió 5 años, el Mauro regresó definitivamente a casa. Había roto con la Lucy, que jamás demostró interés por su hijo.
Padre e hijo se conocieron mejor, comenzando a normalizase una relación que antes no tenía ningún vínculo. Con el tiempo la yunta se hizo íntima y el padre algo responsable al fin.
WIRIYO
20.12.2007
Mauricio entrando a la adolescencia, ya había llevado a sus primeras pololas a su casa. Era un fauno que cambiaba mujeres con regularidad, hasta que aparecía la siguiente.
A veces las dejaba alojando y las chicas no tenían mayores reparos para no regresar a sus casas.
Unas tras otras iban pasando por esa casa y también las casas de los amigos, y de manos de un amigo a otro. Algunos muchachos también eran recomendados de manos de una a manos de otra amiga íntima, sin secretos de ninguna especie, con una ficha verbal de toda la potencia que daba el músculo, las horas de marcha, velocidad de marcha y el rendimiento.
Los padres no se atrevían a detener los desenfrenos de su hijo mayor, que se tomaba la casa con su grupo de amigotes, bebiendo en exceso, gritando como lo saben hacer los jóvenes, con la radio a máximo volumen, en medio de luces que se apagaban y encendían cada media hora, allí ocurriendo de todo.
_Ultima vez que les aceptamos que una amiga se quede a alojar. Esto no es un hotel.
Si quieren convertir esta casa en hotel, entonces paguen lo que cuesta un hotel.
_¡Pero mamá, por qué te pones así!
_ Porque Uds. dos son unos atrevidos e insolentes. Están estudiando. No tienen dinero, pero quieren que nosotros les paguemos los almuerzos, las onces, las comidas, los tragos y el hotel a sus respetivas parejas y las de reemplazo. Más encima son unos irresponsables que no se dignan lavar lo que ensucian, no son capaces de sacar la basura, no colaboran en nada y cada uno prácticamente vive con su pareja en su dormitorio. Sus parejas son unos vagos que se levantan a las 4 de la tarde igual que Uds. ¿Creen que somos sus sirvientes? No se dan cuenta lo inmaduros que son.
_Ya mamá, basta. ¿Crees que somos cabros chicos para que nos andes retando todo el día?
Uds. también fueron jóvenes, gritaron, patanearon e hicieron lo mismo que nosotros en su época. Si no te gusta como somos, nos vamos a la casa de mis suegros. Allá no nos molestan.
_¿Cómo te atreves…? váyanse, lárguense. Nos los quiero tener más sin hacer nada, mocosos de mierda. Salgan a buscar un trabajo y ayuden en las cosas de la casa. No hacen nada y se quejan porque les mencionan que no colaboran. Pero si se van a ir, váyanse ahora, no en dos años más, porque me tienen aburrida, igual que a tu padre, que ni lo respetan.
Al día siguiente, Angelina y Pablo tuvieron que tragarse su dignidad, cuando vieron que su hijo Mauricio por primera vez empacaba sus cosas, saco de dormir, guitarra, parca, luego de pedirle dinero a su hermana Angela y al pololo, salieron sigilosamente sin hacer el menor ruido con su novia, que más parecía su amante, porque había usado todos los anticonceptivos de los próximos veinte años, pero sólo en uno.
Esa noche, esos apesadumbrados padres salieron donde un matrimonio emparentado para desahogarse, tomarse unos tragos y olvidarse de los adolescentes de la presente generación. Allá pudieron comprobar que ocurrían hechos semejantes, porque los hijos también se alojaban con sus amores de turnos, como si se viviera Sodoma & Gomorra del siglo 21 en forma habitual, propio de la globalización y el condón.
Al observar Angela que su hermano se había ido a vivir a casa de esa mujer, sintió que todas las miradas de sus padres estaban concentradas en su comportamiento. Ellos la instaron a no repetir el mal ejemplo de su hermano. Antes de una semana Angela le había pedido a su enamorado irse a las 12 de la noche, no más besuqueo en el living, se acabaron las encerronas con llave en el dormitorio. Se diría que ella acusó recibo y comenzó a colaborar, a comportarse como la hija modelo que fue cuando niña.
Pasaron algunas semanas, cuando un día llegó de visita Mauricio. Venía solo. Muy atento, cariñoso con todos, respetuoso con su padre, muy alegre, bueno para la talla. Se veía otro al que partió, pero cuando le preguntaron por su chica, manifestó que estaba bien, buscando algún trabajo, pero los suegros y cuñados no muy comprensivos, lo habían echado de esa casa al enterarse que la Lucy estaba embarazada. El no quería tal llegada porque ninguno trabajaba.
_¿cuántos meses tiene?
_ dos, no más.
_¿qué vai a hacer Mauricio?
_ casarme cuando trabaje, poh. qué otra me queda. No me voy a arrancar.
_ puchas, estos cabros… ¿me vai hacer abuela, Mauri?
_¿han conversado de casarse? ¿cómo se llama la niñita con la que te casarás?
_Lucía Pinto. Lucy, para todos uds., papá.
_ No… hemos conversado de casarnos hasta que uno de los dos tenga un trabajo.
_¿Dónde van a vivir mientras encuentran trabajo?
_No lo sé. Porque allá están molestos conmigo.
_Claro, pus. Si te lo pasai en eso no más y les dejai la cabra embarazada. Además no te querís casar. Entonces, no les gustái por eso. Uds. se enviciaron. Pasan en eso todo el día.
Pasaron unas semanas y un día apareció nuevamente Mauricio con la Lucy, que traía la sorpre-sita tan comprimida que no se notaba. Del taxi se bajó el chofer y comenzó a bajar maletas, sacos de dormir, frazadas, la guitarra, parcas, cajas con zapatos, colgadores con ropa.
Tocaron el timbre y abrió Angelina
_ Mamita, te había echado tanto de menos ¿Nos aceptan a alojar por un tiempito corto?
_Mauricio, Lucy, que gusto de tenerlos por aquí de nuevo. Van a tener que acomodarse en el
segundo piso, en tu habitación. Entren las cosas, conversamos y después se acomodan para que queden confortables y se duermen.
_Vamos a tener que comprar algunas cosas que faltan, dijo Mauricio con cierta displicencia.
_¡Que…! ¿ya tenís trabajo?
_ No, todavía andamos buscando. Pero Uds. nos hacen un préstamo por unas semanas ¿ya?
_¿Qué necesitan tan urgente?
_ Una cama de dos plazas con un colchón gigante. Uds. comprenden ¿no es cierto?
_¡Oye que llegaste exigente! y Ud. mi amor, cómo se ha sentido. ¿me ha cuidado al nieto?
_Si tía… Lo estoy cuidando especialmente para que Ud. lo goce cuando nazca, tía.
El tiempo del embarazo se terminó en medio de tremendos estruendos nocturnos de la cama en el segundo piso que golpeaba agitadamente la pared del dormitorio con el respaldo, entre quejidos, gemidos, gritos de euforia despertando a todos dentro de esa casa y a los vecinos, sin ninguna inhibición.
El acto terminaba simbólicamente todos los días a altas horas de la noche, con la misma frase
_Te pasaste guatón. _ Tú también… cada día más rica, y luego se sentían lo pasos hacia el baño, el chorrro de orina en el centro de la tasa, justo en el agua, luego un pedo y minutos después la cascada femenina y la cadena. Ningún vecino del barrio dejaba así de enterarse.
Nació la criatura, fea como noche oscura, aunque todos les dijeron que era precioso.
El bautizo se consiguió con un contacto, sin cursos para padres, pues ellos no estaban para perder su preciosa ociosidad en una iglesia.
Esa tarde se reunieron los parientes de ella y de él, que ni se conocían, recibiendo los consabidos regalos para el durmiente, mientras los padres, tíos, abuelos, festejaron en grande.
Al día siguiente, a pesar de estar muy cansados, los abuelos Angelina y Pablo, se levantaron a lavar la loza, barrer, encerar, sacar la basura, limpiar y ordenar, cuando eran las 5 de la tarde sintieron que Mauricio les gritaba si le podían subir una tasa de té a él y a Lucy.
_ ¿Qué se habrán imaginado estos cabros flojos? Levántense ya, que es bien tarde porque tu padre y yo estamos limpiando desde las nueve.
_Viejita, rájate con un desayuno.
_¿Van a comenzar de nuevo con las exigencias? Bajen, toman desayuno y dejan lavado, en orden, porque nosotros también estamos cansados.
Esa casa fue rápidamente traspasándose de manos de los padres al haragán y la floja que invitaban como antaño a sus amigos y amigas a quedarse hasta las siete de la madrugada, en medio de ruidos de radio a gran volumen, gritos de todos, cantos, guitarreos, abrir y cerrar de puerta porque llegaba la nueva botella y muchos salud por la amistad de tantos años.
El niño feo gateaba por toda la casa, pero sus padres siempre estaban ocupados en su bullicioso vicio. Lucy pasaba exhausta de tanta exigencia, sin fuerzas ni siquiera para postular en alguna pega y lograr su primer trabajo. Ella jamás había trabajado en ninguna parte, ni siquiera para pasar el hambre. La televisión les corroía el alma y ambos se dejaban llevar por un programa tras otro.
Cuando el niño lloraba la abuela allí corría para mudarlo o darle sus alimentos. Ellos estaban muy complacidos de tener una niñera, que les comprara todo e hiciera comida a todos, totalmente gratis. ¡qué mejor se podía esperar!
Pasaron los meses. Mauricio postuló a algunos trabajos, pero sin ningún éxito. Ellos sólo hacían planes para el día que tuvieran trabajo, como si fuera el término de todos sus problemas. Lucy, bajo el pretexto del cuidado de su hijo, no hacía intentos de búsqueda. En nada colaboraba en la casa a sus suegros. Prácticamente pasaba encerrada en su dormitorio, algunos días sin bañarse, sin vestirse, como viviendo entre la ensoñación, la lujuria, la somnolencia y la flojera extrema.
Antes que el niño feo cumpliera un año, su suegra le pidió que se hiciera cargo porque debía salir. Eso no le pareció bien porque ya se había acostumbrado, entonces le replicó.
_ Tía, porqué no lo cuida el tío, porque hoy no me siento muy bien.
_ ¿Cuándo te hai sentido bien para cuidar a tu hijo, limpiar tu dormitorio, lavar y planchar la ropa de Mauricio, ayudarnos a preparar las comidas, lavar la loza, o hacer algo?
_ ¡Qué se mete Ud. en lo que no debe!
_¡Claro que me meto! Naciste cansada. Para eso soy la dueña de casa y en mi casa mando yo.
Eres una mujer floja que nunca va a mover un dedo, esperando que otros se lo hagan todo.
_ Hable con su hijo. ¡A mi no me viene a levantar la voz, señora!
_ Mira Lucy, tú y mi hijo son un par de flojos que no estoy dispuesta a soportar. Lárguense lo antes posible. Búsquense otro lugar. Váyanse a la casa de tus padres, si los reciben.
Esa tarde, cuando apareció el Mauro y Lucy le contó que los echaron de nuevo, entonces se pusieron a hacer sus bultos, llamaron un taxi, lo cargaron y partieron, gritando: ¡el niño lo vamos a venir a buscar otro día!
El feo cumplió cuatro años y jamás lo volvieron a buscar. Sólo el Mauro regresaba cada tres meses a verlo y al rato partía.
Cuando el niño cumplió 5 años, el Mauro regresó definitivamente a casa. Había roto con la Lucy, que jamás demostró interés por su hijo.
Padre e hijo se conocieron mejor, comenzando a normalizase una relación que antes no tenía ningún vínculo. Con el tiempo la yunta se hizo íntima y el padre algo responsable al fin.
WIRIYO
20.12.2007
EL ENCUENTRO
Berta, solterona de cuarenta años, delgada, de corta cabellera rubia, alta, de buena estampa, está llena de aflicción. Comparte un departamento en un barrio de clase media en Santiago con su única amiga algo menor. En sus bebidos lamentos de trasnoche su amiga le sugiere colocar un aviso para contactarse con algún varón. Tiene un fracaso matrimonial del que no hay hijos.
Julio, es un hombre soltero, de mediana estatura, de rostro armonioso, delgado pelo claro, menor de treinta años, que reside en Rancagua con un primo muy amigo desde la infancia, que es un mujeriego, nunca trabaja , un bebedor empedernido. Cincuenta hectáreas de viñas dejan para un pasar con ciertas holguras. Su primo se pasa todos las semanas del año postulando a un trabajo por el diario, sin concretar jamás nada. De tanto mirar avisos, le menciona a Julio un teléfono de cita que ha puesto una mujer.
En su profunda soledad Julio recuerda el número y cuando queda solo, llama.
Hablan con mucha distancia y respeto. La mujer se interesa por lo que dice y cuando está dispuesta a dejarse llevar por la conversación, él comenta que es preferible seguir otro día si es que a ella le parece.
Ella le confidencia a su amiga que encuentra por fin al hombre de sus sueños, pero aún no lo conoce.
El vuelve a llamarla y continúan. Ambos se interesan, pero cuando llegan a una mutua y completa fascinación, nuevamente él le insinúa que es mejor seguir conversando otro día.
En las siguientes conversaciones ambos están vivamente interesados, y comienzan tímidamente a entregar los números telefónicos, y en las próximas, las direcciones y descripciones físicas generales.
Al día siguiente Julio habla con su amigo mencionándole que mañana viaja por un par de días a Santiago; que por favor no orine fuera de la taza, que no le deje cosas botadas en el piso y no pierda la llave. Temprano y con anteojos para sol, el hombre toma un taxi, un tren y otro taxi, para ir al domicilio de Berta. Pide al chofer que hable por citófono para saber si hay alguien que lo reciba y así pagarle. Cuando se pone en movimiento el auto, aparece la amiga de Berta que gentilmente lo hace pasar. Le dice que ahora ella va de viaje a Rancagua, pero que puede esperarla hasta que regrese.
Berta llega a la dirección en Rancagua, toca el timbre y abre el amigo vago, que con la cerveza de siempre, seduce a la mujer que responde ardorosa. Minutos después ambos tienen sexo en el sofá y ella le dice palabras tiernas y amorosas. Vuelven a repetirlo en la cama y luego un cigarrillo bien conversado.
Es entonces, cuando ella le pide que le siga contando lo que había quedado pendiente por teléfono.
El hombre se enrojece, se turba y así se percata que no es la persona que creía. Por suplantación lo insulta y le pega. Indignada, Berta se viste y parte de regreso a la estación.
Julio, aburrido de tantas horas de espera, se despide de la amiga que lo ve desplazase complicado en una ciudad que no es la suya en medio de la oscuridad. Camina unas cuadras, pregunta por una plaza y se sienta en un banco dispuesto a seguir esperándola. Nervioso, nueve las piernas como si le trajeran la calma que tanto necesita. Ha estado bajo tensión por más de 24 horas y ya siente como la espalda le reclama.
Minutos después, llega Berta a su casa en Santiago y su amiga le informa que vino su amor del sur.
Esta pone cara de asombro. Se pinta, se perfuma, acicala su pelo y parte en su búsqueda
Horas más tarde encontró al hombre sentado en esa plaza. Se acercó conversándole y pidiéndole que le terminara de contar el cuento inconcluso por teléfono. Ella notó que el hombre con anteojos ahumados, ya entrada la noche, permaneció impávido, con el rostro impenetrable y el cuerpo inmóvil a pesar de compartir el mismo banco.
_ Julio, soy Berta. Tengo el pelo rubio teñido…, no sabía que tú vendrías. Tu amigo me informó en Rancagua que habías venido a la capital.
Entonces se paró frente de él y con el mayor tino le sacó suavemente los anteojos comprobando que tenía los ojos cerrados.
_ ¿Eres Berta? Estuve en tu casa esperándote toda la tarde y no estabas. Quedé frustrado conmigo.
_ ¿Por qué no querías hablarme? Yo amo a Julio del teléfono, te amo de verdad Julio, tenía tantas ganas de acariciarte, tantas ilusiones...
Y ella le tomó sus manos con los ojos húmedos de lágrimas y las puso en su propia cara para que pudiera aprender sus facciones, sus rasgos, su pelo.
Entonces él percibió su rostro, sus facciones, el largo de su cabello y besando sus manos, le dijo que la había esperado veinte años, desde que perdió la vista.
WIRIYO
28.11.2007
Julio, es un hombre soltero, de mediana estatura, de rostro armonioso, delgado pelo claro, menor de treinta años, que reside en Rancagua con un primo muy amigo desde la infancia, que es un mujeriego, nunca trabaja , un bebedor empedernido. Cincuenta hectáreas de viñas dejan para un pasar con ciertas holguras. Su primo se pasa todos las semanas del año postulando a un trabajo por el diario, sin concretar jamás nada. De tanto mirar avisos, le menciona a Julio un teléfono de cita que ha puesto una mujer.
En su profunda soledad Julio recuerda el número y cuando queda solo, llama.
Hablan con mucha distancia y respeto. La mujer se interesa por lo que dice y cuando está dispuesta a dejarse llevar por la conversación, él comenta que es preferible seguir otro día si es que a ella le parece.
Ella le confidencia a su amiga que encuentra por fin al hombre de sus sueños, pero aún no lo conoce.
El vuelve a llamarla y continúan. Ambos se interesan, pero cuando llegan a una mutua y completa fascinación, nuevamente él le insinúa que es mejor seguir conversando otro día.
En las siguientes conversaciones ambos están vivamente interesados, y comienzan tímidamente a entregar los números telefónicos, y en las próximas, las direcciones y descripciones físicas generales.
Al día siguiente Julio habla con su amigo mencionándole que mañana viaja por un par de días a Santiago; que por favor no orine fuera de la taza, que no le deje cosas botadas en el piso y no pierda la llave. Temprano y con anteojos para sol, el hombre toma un taxi, un tren y otro taxi, para ir al domicilio de Berta. Pide al chofer que hable por citófono para saber si hay alguien que lo reciba y así pagarle. Cuando se pone en movimiento el auto, aparece la amiga de Berta que gentilmente lo hace pasar. Le dice que ahora ella va de viaje a Rancagua, pero que puede esperarla hasta que regrese.
Berta llega a la dirección en Rancagua, toca el timbre y abre el amigo vago, que con la cerveza de siempre, seduce a la mujer que responde ardorosa. Minutos después ambos tienen sexo en el sofá y ella le dice palabras tiernas y amorosas. Vuelven a repetirlo en la cama y luego un cigarrillo bien conversado.
Es entonces, cuando ella le pide que le siga contando lo que había quedado pendiente por teléfono.
El hombre se enrojece, se turba y así se percata que no es la persona que creía. Por suplantación lo insulta y le pega. Indignada, Berta se viste y parte de regreso a la estación.
Julio, aburrido de tantas horas de espera, se despide de la amiga que lo ve desplazase complicado en una ciudad que no es la suya en medio de la oscuridad. Camina unas cuadras, pregunta por una plaza y se sienta en un banco dispuesto a seguir esperándola. Nervioso, nueve las piernas como si le trajeran la calma que tanto necesita. Ha estado bajo tensión por más de 24 horas y ya siente como la espalda le reclama.
Minutos después, llega Berta a su casa en Santiago y su amiga le informa que vino su amor del sur.
Esta pone cara de asombro. Se pinta, se perfuma, acicala su pelo y parte en su búsqueda
Horas más tarde encontró al hombre sentado en esa plaza. Se acercó conversándole y pidiéndole que le terminara de contar el cuento inconcluso por teléfono. Ella notó que el hombre con anteojos ahumados, ya entrada la noche, permaneció impávido, con el rostro impenetrable y el cuerpo inmóvil a pesar de compartir el mismo banco.
_ Julio, soy Berta. Tengo el pelo rubio teñido…, no sabía que tú vendrías. Tu amigo me informó en Rancagua que habías venido a la capital.
Entonces se paró frente de él y con el mayor tino le sacó suavemente los anteojos comprobando que tenía los ojos cerrados.
_ ¿Eres Berta? Estuve en tu casa esperándote toda la tarde y no estabas. Quedé frustrado conmigo.
_ ¿Por qué no querías hablarme? Yo amo a Julio del teléfono, te amo de verdad Julio, tenía tantas ganas de acariciarte, tantas ilusiones...
Y ella le tomó sus manos con los ojos húmedos de lágrimas y las puso en su propia cara para que pudiera aprender sus facciones, sus rasgos, su pelo.
Entonces él percibió su rostro, sus facciones, el largo de su cabello y besando sus manos, le dijo que la había esperado veinte años, desde que perdió la vista.
WIRIYO
28.11.2007
DE VACACIONES
Un día mi padre en la mañana dejó un recado para que en la cena estuviéramos puntuales porque debía hablarnos a todos como familia. Esa noche nos notificó que las finanzas del año no habían sido las esperadas, motivo por lo cual no saldríamos a veranear.
_ Una vez más espero la colaboración de todos Uds., manteniendo este tema como reservado. Como Uds. ya suponen, nos quedaremos por un mes sin salir de la casa, evitándonos así un bochorno social. Aprovechen de estudiar, repasar las materias en que no lograron las notas que con su madre esperamos Así, comienzan bien las clases en marzo.
Se compraba todo anticipado, vociferando en el almacén que era para llevarlo al veraneo. El pan se hacía en casa. La huerta proveía diariamente las verduras y manzanas. El gallinero nos surtía de huevos y la carne blanca. Sólo una nana vieja de confianza, muy fea, salía de compras a la hora más calurosa, tipo tres y media de la tarde, para que nadie la viera trayendo lo que pudiese faltar.
Yo miraba como cerraban las persianas, ventanas y cortinas para que se viera la casa sin moradores. También, se ponían las trancas en las puertas para que nadie pudiera salir, ni entrar durante 30 días.
Al día siguiente, mi padre a la hora de almuerzo nos recordaba las rigurosas instrucciones para todos, que teníamos que seguir al pié de la letra. Sólo escucharlo nos descomponía por completo a todos.
_ Deben mantenerse en absoluto silencio, espero no oír jamás un grito o una risotada. Todos tienen absoluta prohibición de cortar ramas, hacer fogatas, tocar el piano, o guitarra. Pueden tener juegos de naipes, de ingenio, o dibujar. Este obligado encierro era soportado bien por la mayoría hasta una semana. Luego venían las odiosidades, los enojos de unos con otros. Las mujeres tejían o pintaban oleos, muy a disgusto. Los hombres tallaban maderas, escribían poemas. La lectura era costumbre para todos, por imposición. El aburrimiento era lo habitual. Para comunicarnos debíamos hablar en voz baja, entre murmullos.
Un hermano menor, siempre muy rebelde y alocado, se escapó por cierta ventana una noche. En la mañana cuando nos dimos cuenta que no estaba en su cama, comenzó la operación de salvataje.
Mi padre estaba furia. Había que esperar la noche para no ser vistos. Salimos a tocar puertas en las casas que creíamos podría estar. Cuando dimos con su paradero, se negó a asomarse porque pensaba que lo íbamos a matar. Después de muchos argumentos, logramos llegar con él a nuestra casa en completa oscuridad.
Le dieron una zurra que jamás pudo olvidar, porque la autoridad era así. Un mes después lo llevaron donde el director espiritual del colegio para que lo enderezara.
Mi padre tenía la costumbre de madrugar y estaba todo el día atento al orden de nuestro simulado veraneo. Si veía que algunos de nosotros no se comportaba a la altura de las circunstancias, nos miraba levantando las cejas, dándose por terminado cualquier problema.
En las noches mi madre, siempre acompañada por su séquito y nosotros, que éramos ocho hermanos, observados por mi padre, teníamos largas tertulias, algunas muy aburridas por ser obligadas. Adivinanzas que nos sabíamos de memoria, las capitales del mundo, tablas de multiplicar dirigidas a mis hermanos menores, más una que otra anécdota nueva que no siempre eran escuchadas por todos de tanto susurrar.
El baño de la casa no daba abasto para tanta demanda, siempre con alguien esperando en medio de fragantes y penetrantes olores que dejaban nauseabundo los alrededores del corredor. Debíamos tener baldes con agua porque no se podía tirar la ruidosa cadena. El baño siempre estaba semi mojado, con las pozas de algún balde que goteaba. Era la porción de la casa más fresca, pero irrespirable cuando alguien enfermaba y se tapaba la tasa. El sopapo siempre estaba a la vista, a veces húmedo.
En la víspera del término de nuestro encierro, mi padre nuevamente nos sermoneaba sobre el lugar donde habíamos viajado en tren a pasar unas lindas vacaciones al campo, en el sur, para evitar desacuerdos. Nos volvía a repetir que era un secreto de familia que no debíamos revelar a nadie, para no caer en la desgracia de qué dirán. Al bochorno de mi hermano rebelde se le buscaría alguna buena explicación.
Al fin del último día se abrían las persianas, las ventanas, las cortinas, se dosificaba muy bien la basura a sacar, se comenzaba a regar y nosotros aparecíamos de regreso ante nuestras amistades.
Hoy me causa pena recordar esas costumbres tan patriarcales, cuando Chile tenía ciudades más pequeñas y la gente simulaba para tapar sus trancas y aparecer siendo más importantes como personas y familias.
WIRIYO
22.1.2008
_ Una vez más espero la colaboración de todos Uds., manteniendo este tema como reservado. Como Uds. ya suponen, nos quedaremos por un mes sin salir de la casa, evitándonos así un bochorno social. Aprovechen de estudiar, repasar las materias en que no lograron las notas que con su madre esperamos Así, comienzan bien las clases en marzo.
Se compraba todo anticipado, vociferando en el almacén que era para llevarlo al veraneo. El pan se hacía en casa. La huerta proveía diariamente las verduras y manzanas. El gallinero nos surtía de huevos y la carne blanca. Sólo una nana vieja de confianza, muy fea, salía de compras a la hora más calurosa, tipo tres y media de la tarde, para que nadie la viera trayendo lo que pudiese faltar.
Yo miraba como cerraban las persianas, ventanas y cortinas para que se viera la casa sin moradores. También, se ponían las trancas en las puertas para que nadie pudiera salir, ni entrar durante 30 días.
Al día siguiente, mi padre a la hora de almuerzo nos recordaba las rigurosas instrucciones para todos, que teníamos que seguir al pié de la letra. Sólo escucharlo nos descomponía por completo a todos.
_ Deben mantenerse en absoluto silencio, espero no oír jamás un grito o una risotada. Todos tienen absoluta prohibición de cortar ramas, hacer fogatas, tocar el piano, o guitarra. Pueden tener juegos de naipes, de ingenio, o dibujar. Este obligado encierro era soportado bien por la mayoría hasta una semana. Luego venían las odiosidades, los enojos de unos con otros. Las mujeres tejían o pintaban oleos, muy a disgusto. Los hombres tallaban maderas, escribían poemas. La lectura era costumbre para todos, por imposición. El aburrimiento era lo habitual. Para comunicarnos debíamos hablar en voz baja, entre murmullos.
Un hermano menor, siempre muy rebelde y alocado, se escapó por cierta ventana una noche. En la mañana cuando nos dimos cuenta que no estaba en su cama, comenzó la operación de salvataje.
Mi padre estaba furia. Había que esperar la noche para no ser vistos. Salimos a tocar puertas en las casas que creíamos podría estar. Cuando dimos con su paradero, se negó a asomarse porque pensaba que lo íbamos a matar. Después de muchos argumentos, logramos llegar con él a nuestra casa en completa oscuridad.
Le dieron una zurra que jamás pudo olvidar, porque la autoridad era así. Un mes después lo llevaron donde el director espiritual del colegio para que lo enderezara.
Mi padre tenía la costumbre de madrugar y estaba todo el día atento al orden de nuestro simulado veraneo. Si veía que algunos de nosotros no se comportaba a la altura de las circunstancias, nos miraba levantando las cejas, dándose por terminado cualquier problema.
En las noches mi madre, siempre acompañada por su séquito y nosotros, que éramos ocho hermanos, observados por mi padre, teníamos largas tertulias, algunas muy aburridas por ser obligadas. Adivinanzas que nos sabíamos de memoria, las capitales del mundo, tablas de multiplicar dirigidas a mis hermanos menores, más una que otra anécdota nueva que no siempre eran escuchadas por todos de tanto susurrar.
El baño de la casa no daba abasto para tanta demanda, siempre con alguien esperando en medio de fragantes y penetrantes olores que dejaban nauseabundo los alrededores del corredor. Debíamos tener baldes con agua porque no se podía tirar la ruidosa cadena. El baño siempre estaba semi mojado, con las pozas de algún balde que goteaba. Era la porción de la casa más fresca, pero irrespirable cuando alguien enfermaba y se tapaba la tasa. El sopapo siempre estaba a la vista, a veces húmedo.
En la víspera del término de nuestro encierro, mi padre nuevamente nos sermoneaba sobre el lugar donde habíamos viajado en tren a pasar unas lindas vacaciones al campo, en el sur, para evitar desacuerdos. Nos volvía a repetir que era un secreto de familia que no debíamos revelar a nadie, para no caer en la desgracia de qué dirán. Al bochorno de mi hermano rebelde se le buscaría alguna buena explicación.
Al fin del último día se abrían las persianas, las ventanas, las cortinas, se dosificaba muy bien la basura a sacar, se comenzaba a regar y nosotros aparecíamos de regreso ante nuestras amistades.
Hoy me causa pena recordar esas costumbres tan patriarcales, cuando Chile tenía ciudades más pequeñas y la gente simulaba para tapar sus trancas y aparecer siendo más importantes como personas y familias.
WIRIYO
22.1.2008
EL TELEFONO
_ Aló. ¿Natalia? ¿Cómo estai? … me alegro… ¿dónde estai ahora? … ah…, si poh…, ya… ¿y qué estai haciendo? …claro… ¡que entrete!…¿cómo está la pega? …¿mucha…? yo también estoy saliendo tarde… ¿dónde irás este sábado? …mmm…, si…,no poh…,llámame en un rato más. Chao.
_ Aló. ¿Coté? ¿Te fue bien en tu postulación? si… ¿la dura? ¿cuándo te avisan? …no…no… ¿ es muy fome el Nico? ¿entonces?...si poh…,escúchame Tere, escúchame…si…,no…,ya poh…,te llamo al tiro…¡Chao!
Esta mujer veinteañera, profesional universitaria, que hablaba compulsivamente por teléfono con todas sus amistades durante las 24 horas del día, estuviera donde fuera, siguió haciendo su vida independientemente del número, saliendo los jueves, viernes y sábados en la noche con sus apasionados galanes y amigas de turno. En la semana se recuperaba trabajando su horario y acostándose a las doce.
Un día, viendo las noticias en su departamento compartido, se percató que las transmisiones eran de pésima calidad. Se comentaba como alarmante el descubrimiento realizado por destacados astrónomos de importantes países desarrollados, donde aseguraban que desde algunos días el sol estaba produciendo enormes explosiones que se detectaban como llamaradas radiactivas y vientos solares en todas direcciones. Nuestro planeta estaba recibiendo exceso de radiación movilizando pequeños asteroides que estaban destruyendo todos los satélites de comunicación. ¡Amigos, no se alarmen si esta transmisión no llega a su término!
Dos horas después se produjo lo anunciado. Ella hizo zapping por todo el espectro televisivo sin encontrar ningún canal.
Entonces tomó su teléfono celular y comenzó a llamar a diversas personas sin efecto alguno.
Todos los teléfonos marcados estaban muertos. Muy enrabiada por lo sucedido, se puso su abrigo para manejar hasta el departamento de sus padres. Ella se desahogó con ellos, que la escucharon pacientes. Después, en esa casa volvió a marcar su celular y sólo ahí se dio cuenta que no tenía señal. Salió a la terraza y compulsivamente volvió a repetir sucesivos teléfonos, hasta que de impotencia se largó a llorar.
Entonces sus comprensivos padres le sugirieron hablar desde el otro de red fija y marcó muchos números, pero sin resultado.
Una semana más adelante, ella comenzó a tener problemas; no tenía ningún control sobre nada, cayó en depresiones, tenía arrebatos de cólera, sentía que su vida carecía de sentido, tenía trastornos de sueño, pero debía seguir trabajando en una empresa que no funcionaba, porque cada uno no podía hacer bien su trabajo. Dejó de ocupar Internet, teléfonos, celulares, se sentía indefensa y aislada. Los computadores funcionaban, pero por internet nada salía, ni llegaba. Todo el personal de las empresas estaba confundido, los trabajos quedaban a medio terminar o si se terminaban, se imprimían, se enviaban a dejar y retirar por mano. Gradualmente los trabajadores de las empresas tuvieron que resignarse a regresar a la década de los 70. Los estafetas y auxiliares ahora transportaban la correspondencia, los antiguos correos manuales volvieron a emerger con fuerza entre los llantos histéricos de algunos que aún no se adaptaban a vivir en los nuevos tiempos. Los correos cobraron tanta importancia que eran recibidos con alegría, con cordiales saludos, ganando mucho dinero por el oficio realizado.
La veintiañera debió ir numerosas veces al neurólogo y hasta el siquiatra por la soledad que la abrumaba. Licencias médicas en reiteradas ocasiones porque sufría el “síndrome de incomunicación telefónica”, que también sufrían otras personas dependientes del celular.
En muchas empresas comenzaron a reducir personal. Los gobiernos sufrieron severas consecuencias. Las campañas políticas se arruinaron porque los partidos perdieron esa herramienta para convencer a las masas. Todas las encuestas telefónicas desaparecieron. Vino un período apocalíptico, donde las personas comenzaron a tener diferentes miedos y temores, se acercaron a sus religiones, rezaron para que no fuera el acabo de mundo que muchos predecían asustando a la mayoría.
Algunos masones comenzaron a creer en Dios y fueron a misa, otros ateos también. El mundo estaba volviéndose loco.
Consultas siquiátricas y sicólogicas estaban llenas a tablero reventado. Gente internada en clínicas mentales por decenas de miles.
Por millones se trasladaban a vivir al campo, arrancando de la histeria enfermiza que los contagiaba.
El castigo divino fue aceptado con humildad luego de algunos años de exilio comunicacional, con grandes pérdidas para las empresas multinacionales que se empobrecieron.
Gente sin trabajo deambulaba por grandes urbes solicitando comida eran reprimidas brutalmente por las policías y fuerzas especiales. América Latina se transformó nuevamente en el pariente pobre, que prefería el suicidio, a seguir mendigando por su propia dignidad.
La prensa comparaba los problemas actuales con los de la peste negra sufridos en Europa en los finales de la época medieval. Las UN y OEA fueron más inoperantes que de costumbre y aunque algunos discursos fueron brillantes, la burocracia mundial nada pudo hacer, como siempre es usual. En Africa sufrieron el mayor impacto del siglo porque no había donativos. Todo era caótico. En Chile, hubo renuncia del presidente cuando se vio sobrepasado por terroríficas circunstancias. Tuvieron que llamar a nuevas elecciones. Surgieron nuevos movimientos políticos con motivo de tan devastador efecto.
Dos años más adelante la veinteañera renunció a su trabajo, abandonó su departamento y partió con rumbo desconocido. Sus padres y hermanos intentaron buscarla, pero jamás supieron dónde.
Pasaron algunos años y cuando ella estaba recuperándose de tanto sufrimiento, volvieron las transmisiones televisivas y comenzaron a sonar nuevamente los celulares.
¡Dios nos ha salvado del juicio final! ¡Gracias Dios mío, por ayudarnos en este espantoso trance!
Ella finalmente se acostumbró a vivir en una organización social diferente, a visitarse con sus vecinos, y nuevas amistades muy lejos de Santiago.
En esos años llamó por teléfono a sus padres para confirmarles que renovaría los votos en el convento de las monjas Carmelitas Descalzas. Ella era feliz y deseaba dedicar su vida al Señor.
WIRIYO
1.12.2007
_ Aló. ¿Coté? ¿Te fue bien en tu postulación? si… ¿la dura? ¿cuándo te avisan? …no…no… ¿ es muy fome el Nico? ¿entonces?...si poh…,escúchame Tere, escúchame…si…,no…,ya poh…,te llamo al tiro…¡Chao!
Esta mujer veinteañera, profesional universitaria, que hablaba compulsivamente por teléfono con todas sus amistades durante las 24 horas del día, estuviera donde fuera, siguió haciendo su vida independientemente del número, saliendo los jueves, viernes y sábados en la noche con sus apasionados galanes y amigas de turno. En la semana se recuperaba trabajando su horario y acostándose a las doce.
Un día, viendo las noticias en su departamento compartido, se percató que las transmisiones eran de pésima calidad. Se comentaba como alarmante el descubrimiento realizado por destacados astrónomos de importantes países desarrollados, donde aseguraban que desde algunos días el sol estaba produciendo enormes explosiones que se detectaban como llamaradas radiactivas y vientos solares en todas direcciones. Nuestro planeta estaba recibiendo exceso de radiación movilizando pequeños asteroides que estaban destruyendo todos los satélites de comunicación. ¡Amigos, no se alarmen si esta transmisión no llega a su término!
Dos horas después se produjo lo anunciado. Ella hizo zapping por todo el espectro televisivo sin encontrar ningún canal.
Entonces tomó su teléfono celular y comenzó a llamar a diversas personas sin efecto alguno.
Todos los teléfonos marcados estaban muertos. Muy enrabiada por lo sucedido, se puso su abrigo para manejar hasta el departamento de sus padres. Ella se desahogó con ellos, que la escucharon pacientes. Después, en esa casa volvió a marcar su celular y sólo ahí se dio cuenta que no tenía señal. Salió a la terraza y compulsivamente volvió a repetir sucesivos teléfonos, hasta que de impotencia se largó a llorar.
Entonces sus comprensivos padres le sugirieron hablar desde el otro de red fija y marcó muchos números, pero sin resultado.
Una semana más adelante, ella comenzó a tener problemas; no tenía ningún control sobre nada, cayó en depresiones, tenía arrebatos de cólera, sentía que su vida carecía de sentido, tenía trastornos de sueño, pero debía seguir trabajando en una empresa que no funcionaba, porque cada uno no podía hacer bien su trabajo. Dejó de ocupar Internet, teléfonos, celulares, se sentía indefensa y aislada. Los computadores funcionaban, pero por internet nada salía, ni llegaba. Todo el personal de las empresas estaba confundido, los trabajos quedaban a medio terminar o si se terminaban, se imprimían, se enviaban a dejar y retirar por mano. Gradualmente los trabajadores de las empresas tuvieron que resignarse a regresar a la década de los 70. Los estafetas y auxiliares ahora transportaban la correspondencia, los antiguos correos manuales volvieron a emerger con fuerza entre los llantos histéricos de algunos que aún no se adaptaban a vivir en los nuevos tiempos. Los correos cobraron tanta importancia que eran recibidos con alegría, con cordiales saludos, ganando mucho dinero por el oficio realizado.
La veintiañera debió ir numerosas veces al neurólogo y hasta el siquiatra por la soledad que la abrumaba. Licencias médicas en reiteradas ocasiones porque sufría el “síndrome de incomunicación telefónica”, que también sufrían otras personas dependientes del celular.
En muchas empresas comenzaron a reducir personal. Los gobiernos sufrieron severas consecuencias. Las campañas políticas se arruinaron porque los partidos perdieron esa herramienta para convencer a las masas. Todas las encuestas telefónicas desaparecieron. Vino un período apocalíptico, donde las personas comenzaron a tener diferentes miedos y temores, se acercaron a sus religiones, rezaron para que no fuera el acabo de mundo que muchos predecían asustando a la mayoría.
Algunos masones comenzaron a creer en Dios y fueron a misa, otros ateos también. El mundo estaba volviéndose loco.
Consultas siquiátricas y sicólogicas estaban llenas a tablero reventado. Gente internada en clínicas mentales por decenas de miles.
Por millones se trasladaban a vivir al campo, arrancando de la histeria enfermiza que los contagiaba.
El castigo divino fue aceptado con humildad luego de algunos años de exilio comunicacional, con grandes pérdidas para las empresas multinacionales que se empobrecieron.
Gente sin trabajo deambulaba por grandes urbes solicitando comida eran reprimidas brutalmente por las policías y fuerzas especiales. América Latina se transformó nuevamente en el pariente pobre, que prefería el suicidio, a seguir mendigando por su propia dignidad.
La prensa comparaba los problemas actuales con los de la peste negra sufridos en Europa en los finales de la época medieval. Las UN y OEA fueron más inoperantes que de costumbre y aunque algunos discursos fueron brillantes, la burocracia mundial nada pudo hacer, como siempre es usual. En Africa sufrieron el mayor impacto del siglo porque no había donativos. Todo era caótico. En Chile, hubo renuncia del presidente cuando se vio sobrepasado por terroríficas circunstancias. Tuvieron que llamar a nuevas elecciones. Surgieron nuevos movimientos políticos con motivo de tan devastador efecto.
Dos años más adelante la veinteañera renunció a su trabajo, abandonó su departamento y partió con rumbo desconocido. Sus padres y hermanos intentaron buscarla, pero jamás supieron dónde.
Pasaron algunos años y cuando ella estaba recuperándose de tanto sufrimiento, volvieron las transmisiones televisivas y comenzaron a sonar nuevamente los celulares.
¡Dios nos ha salvado del juicio final! ¡Gracias Dios mío, por ayudarnos en este espantoso trance!
Ella finalmente se acostumbró a vivir en una organización social diferente, a visitarse con sus vecinos, y nuevas amistades muy lejos de Santiago.
En esos años llamó por teléfono a sus padres para confirmarles que renovaría los votos en el convento de las monjas Carmelitas Descalzas. Ella era feliz y deseaba dedicar su vida al Señor.
WIRIYO
1.12.2007
domingo, 30 de marzo de 2008
ABDON BAQUEDANO
Abdón Baquedano Cienfuegos era un joven sonriente que pasó su juventud como un torbellino sin jamás saber que esa característica era la de un hiperactivo.
En su colegio, desde muy temprano, fue un personaje atípico. El penúltimo de ocho hermanos, tenía una personalidad exuberante, divertido, irrespetuoso, tan metido a grande que prefería conversar con los papás de sus compañeros y amigos. Entrador como sólo a él le resultaba, siempre estaba riendo, con un desplante suficiente para hacer todo lo que se proponía con las mujeres, sus padres y amigos.
A los papás de sus amigos los tenía convencidos que sus apellidos eran de mucho abolengo y algunos en su colegio, fueron invitados “a su fundo allá en Bulnes” como él solía decir. Luego pasaba años contando que habían ido sus compañeros, fulano, zutano y merengano. Su padre era un hombre bonachón, bajito, menudo, de vestir añoso. Su madre, de eterna sonrisa, tenía su puerta abierta y la mesa lista para servir a cualquier hora, las camas hechas esperando alojados con las sábanas siempre remendadas, especialmente en Bulnes.
Ambos padres, profundamente creyentes, entregaron a sus hijos más allá de toda norma para evitarles los baches que ellos habían vivido.
Cuando Abdón tenía 15 años su padre falleció y su madre tuvo que sobreponerse al dolor, saliendo a buscar un trabajo en lo que ella sabía. Dulces y pasteles, era lo que vendía en los colegios religiosos de sus hijos. Desde entonces la familia sobrevivió gracias a la cooperación de algunos parientes acomodados.
Crecieron esos hijos en medio de la estrechez, con ropa heredada, remendada, cercanos a los amigos que tenían a cambio de su simpatía, siempre invitando a su fundo ahora arrendado, pero reservándose la casa para sobrevivir los años malos que no terminaban nunca. Tres de los hombres fueron a la universidad, las mujeres se fueron casando y los últimos estaban buscando a la mujer ideal.
Abdón era el buscador más tenaz que pasó de soltero a solterón y aún seguía buscando su princesa ideal, sin transar sus características: católica, inteligente, bonita, simpática, sociable y de familia con muy buena situación económica. Tanta estrechez le había dejado una profunda huella.
Cuando tenía como 35 años conoció aquella con tales características. Hacía varios años que ya trabajaba, conoció a sus suegros y comenzó a hablarles del fundo, de fulano, zutano y merengano que habían ido numerosos inviernos y veranos allá, de cuando estaban en la universidad, de sus parientes y el árbol genealógico de su familia, de la cantidad de hectáreas que heredó su abuelo de su tátara, de los amigos adinerados, los ricos de su familia, los parentescos, los conocidos, los contactos, sus variadas amistades. Estaba a un paso de saltar a la corona de España en el siglo 17 y su parentesco con el Conde de Alba, cuando el suegro le dio la aprobación para casarse, pero como a la hija aún le faltaba un año para titularse, tuvo que integrarse a vivir con esa familia en un inmenso caserón atendido por 3 nanas.
Así Abdón marcó su pasó a la gloria estrenando un nuevo cargo porque su suegro era influyente. Entonces vino la gerencia general como premio, por el hecho de ser yerno.
El directorio quedó impresionado con el fundo, los contactos, su genealogia y las hectáreas que sus antepasados habían heredado, pero luego de un año comenzaron a mirar los resultados de la gestión del gerente, y entonces no les importó despedirlo.
Conversando los acontecimientos locales con su suegro, llegó a explicarle que él había perdido el cargo y si era posible recuperarlo. Como era tal el amor de ese padre por su hija, no vaciló en abrir otras puertas para su yerno, con tal que nada faltara en la felicidad de su niña.
Una semana de vacaciones bien merecida y pronto lo llamaron para otra gerencia general. Esta vez se dejó constancia en el contrato de una indemnización a todo evento, por si los parientes, y los antepasados importantes no impresionaban. Y tampoco impresionaron.
Entonces volvieron a fumar la pipa de la paz con su suegro.
Allí él le aconsejó tener un hijo del cual hacerse responsable, amarlo, porque quizás así podría sentirse más estimulado al trabajo y menos a contar acerca de lo que ya sabemos.
_ Tiene toda la razón, don Eulogio. Claro. Pero, si Ud. pudiera…
_ Ud. sabe Abdón que yo lo voy a ayudar porque amo a toda mi familia. Descuide Ud. que me acercaré a otras puertas. Téngalo por seguro. ¡Gracias don Eulogio! ¡Salud Abdón! ¡Salud!
Tres semanas más tarde Abdón Baquedano estaba al mando de una nueva gerencia en otra empresa. Siguiendo los consejos del suegro no habló nunca más de su estirpe, dedicándose a trabajar como nunca jamás lo había hecho. Al comienzo se sentía a contrapelo, llegaba temprano y se iba tarde, pero andaba contento, entusiasmado, tanto en el trabajo como en la casa, porque su mujer se había embarazado por primera vez. Jamás en su vida estaba con tantas ganas de ponerle el hombro al trabajo para lograr traspasar esa barrera del hombre fracasado. Deseaba matar esa getta que lo perseguía desde su primer trabajo. Ahora estaba casado con una hija y debía dar un buen ejemplo del marido y padre proveedor.
Pasaron algunos años y era papá de una niñita, cuando su suegro murió de un infarto.
Personas muy influyentes de la ciudad y la provincia llegaron a presentar condolencias, se realizó un entierro con gran pompa y él se fue con su señora, sus cuñadas y suegra para acompañarlas por el día.
A su regreso a la empresa, fue llamado al directorio y el presidente comenzó a hablar de la grandeza del suegro, de la gran pérdida para el directorio, para la ciudad, la zona, para la familia y también para Abdón.
_ señor presidente: agradezco las bellas palabras que ud. ha tenido para mi difunto suegro y espero que al no encontrarse él ahora, lo pueda seguir honrando con mi abnegado trabajo en la gerencia y Dios mediante, en algunos años no muy lejanos, en algún futuro directorio.
_Escuche señor Baquedano, lamentablemente este directorio tiene el deber de informarle que no lo podremos seguir teniendo con nosotros porque su suegro ya se encuentra fallecido.
_pero…¿qué tiene que ver su muerte con mi trabajo?
_ El nos pagaba puntualmente de su bolsillo el sueldo que Ud. recibía todos los meses durante los últimos cuatro años. ¡Se cierra la sesión!
WIRIYO
7.01.2008
En su colegio, desde muy temprano, fue un personaje atípico. El penúltimo de ocho hermanos, tenía una personalidad exuberante, divertido, irrespetuoso, tan metido a grande que prefería conversar con los papás de sus compañeros y amigos. Entrador como sólo a él le resultaba, siempre estaba riendo, con un desplante suficiente para hacer todo lo que se proponía con las mujeres, sus padres y amigos.
A los papás de sus amigos los tenía convencidos que sus apellidos eran de mucho abolengo y algunos en su colegio, fueron invitados “a su fundo allá en Bulnes” como él solía decir. Luego pasaba años contando que habían ido sus compañeros, fulano, zutano y merengano. Su padre era un hombre bonachón, bajito, menudo, de vestir añoso. Su madre, de eterna sonrisa, tenía su puerta abierta y la mesa lista para servir a cualquier hora, las camas hechas esperando alojados con las sábanas siempre remendadas, especialmente en Bulnes.
Ambos padres, profundamente creyentes, entregaron a sus hijos más allá de toda norma para evitarles los baches que ellos habían vivido.
Cuando Abdón tenía 15 años su padre falleció y su madre tuvo que sobreponerse al dolor, saliendo a buscar un trabajo en lo que ella sabía. Dulces y pasteles, era lo que vendía en los colegios religiosos de sus hijos. Desde entonces la familia sobrevivió gracias a la cooperación de algunos parientes acomodados.
Crecieron esos hijos en medio de la estrechez, con ropa heredada, remendada, cercanos a los amigos que tenían a cambio de su simpatía, siempre invitando a su fundo ahora arrendado, pero reservándose la casa para sobrevivir los años malos que no terminaban nunca. Tres de los hombres fueron a la universidad, las mujeres se fueron casando y los últimos estaban buscando a la mujer ideal.
Abdón era el buscador más tenaz que pasó de soltero a solterón y aún seguía buscando su princesa ideal, sin transar sus características: católica, inteligente, bonita, simpática, sociable y de familia con muy buena situación económica. Tanta estrechez le había dejado una profunda huella.
Cuando tenía como 35 años conoció aquella con tales características. Hacía varios años que ya trabajaba, conoció a sus suegros y comenzó a hablarles del fundo, de fulano, zutano y merengano que habían ido numerosos inviernos y veranos allá, de cuando estaban en la universidad, de sus parientes y el árbol genealógico de su familia, de la cantidad de hectáreas que heredó su abuelo de su tátara, de los amigos adinerados, los ricos de su familia, los parentescos, los conocidos, los contactos, sus variadas amistades. Estaba a un paso de saltar a la corona de España en el siglo 17 y su parentesco con el Conde de Alba, cuando el suegro le dio la aprobación para casarse, pero como a la hija aún le faltaba un año para titularse, tuvo que integrarse a vivir con esa familia en un inmenso caserón atendido por 3 nanas.
Así Abdón marcó su pasó a la gloria estrenando un nuevo cargo porque su suegro era influyente. Entonces vino la gerencia general como premio, por el hecho de ser yerno.
El directorio quedó impresionado con el fundo, los contactos, su genealogia y las hectáreas que sus antepasados habían heredado, pero luego de un año comenzaron a mirar los resultados de la gestión del gerente, y entonces no les importó despedirlo.
Conversando los acontecimientos locales con su suegro, llegó a explicarle que él había perdido el cargo y si era posible recuperarlo. Como era tal el amor de ese padre por su hija, no vaciló en abrir otras puertas para su yerno, con tal que nada faltara en la felicidad de su niña.
Una semana de vacaciones bien merecida y pronto lo llamaron para otra gerencia general. Esta vez se dejó constancia en el contrato de una indemnización a todo evento, por si los parientes, y los antepasados importantes no impresionaban. Y tampoco impresionaron.
Entonces volvieron a fumar la pipa de la paz con su suegro.
Allí él le aconsejó tener un hijo del cual hacerse responsable, amarlo, porque quizás así podría sentirse más estimulado al trabajo y menos a contar acerca de lo que ya sabemos.
_ Tiene toda la razón, don Eulogio. Claro. Pero, si Ud. pudiera…
_ Ud. sabe Abdón que yo lo voy a ayudar porque amo a toda mi familia. Descuide Ud. que me acercaré a otras puertas. Téngalo por seguro. ¡Gracias don Eulogio! ¡Salud Abdón! ¡Salud!
Tres semanas más tarde Abdón Baquedano estaba al mando de una nueva gerencia en otra empresa. Siguiendo los consejos del suegro no habló nunca más de su estirpe, dedicándose a trabajar como nunca jamás lo había hecho. Al comienzo se sentía a contrapelo, llegaba temprano y se iba tarde, pero andaba contento, entusiasmado, tanto en el trabajo como en la casa, porque su mujer se había embarazado por primera vez. Jamás en su vida estaba con tantas ganas de ponerle el hombro al trabajo para lograr traspasar esa barrera del hombre fracasado. Deseaba matar esa getta que lo perseguía desde su primer trabajo. Ahora estaba casado con una hija y debía dar un buen ejemplo del marido y padre proveedor.
Pasaron algunos años y era papá de una niñita, cuando su suegro murió de un infarto.
Personas muy influyentes de la ciudad y la provincia llegaron a presentar condolencias, se realizó un entierro con gran pompa y él se fue con su señora, sus cuñadas y suegra para acompañarlas por el día.
A su regreso a la empresa, fue llamado al directorio y el presidente comenzó a hablar de la grandeza del suegro, de la gran pérdida para el directorio, para la ciudad, la zona, para la familia y también para Abdón.
_ señor presidente: agradezco las bellas palabras que ud. ha tenido para mi difunto suegro y espero que al no encontrarse él ahora, lo pueda seguir honrando con mi abnegado trabajo en la gerencia y Dios mediante, en algunos años no muy lejanos, en algún futuro directorio.
_Escuche señor Baquedano, lamentablemente este directorio tiene el deber de informarle que no lo podremos seguir teniendo con nosotros porque su suegro ya se encuentra fallecido.
_pero…¿qué tiene que ver su muerte con mi trabajo?
_ El nos pagaba puntualmente de su bolsillo el sueldo que Ud. recibía todos los meses durante los últimos cuatro años. ¡Se cierra la sesión!
WIRIYO
7.01.2008
NACIDO EN EL CIRCO :
A la ciudad había llegado un circo más. El estelar era un mago que entre diversos trucos, tenía una falsa guillotina para hacer pruebas con el público.
Llegado el momento más esperado, el ilusionista solicitó a un voluntario. Desde los asientos surgió un hombre de contextura corriente, de unos treinta años, de rostro agradable, que se adelantó hasta el mago. Colocada su cabeza en la guillotina, el mago aseguró con delicadeza que el mecanismo funcionara como siempre. Redoble de tambores y la filosa hoja cayó con violencia sobre el cuello del hombre. El público aplaudió a rabiar, el encantador terminó su acto inclinándose en señal de agradecimiento y cuando él tomó la caja donde supuestamente había caído la cabeza, se encontró que ésta lo miraba con ojos desorbitados e indignación, que lo hizo saber mediante insultos que lo descalificaron.
Aterrorizado el mago, tomó la caja retirándose de la escena en medio de una ovación. Mientras anunciaban el número siguiente, él se fue hasta su camarín con la cabeza viva, que no dejaba de mirarlo e insultarlo.
El la tomó con mucho cuidado, lavó la sangre, curó sus heridas, le dio un vaso de agua con un calmante y minutos después la cabeza expiró.
Esa noche el hombre del circo estaba desvelado, dormitó a sobresaltos pensando que debería responder a la policía por su fallido acto y en la mañana, muy temprano, se encontró que al observar la caja allí estaría la cabeza del muerto. Le sacó la tapa, pero estaba él nuevamente mirándolo.
_Hola mago maldito ¿cómo dormiste? Estoy muy acalorado, apenas respiraba con la tapa puesta.
_Yo te creía muerto.
_ También pensaba lo mismo, pero sigo vivo. Nunca he sido rencoroso. Mi nombre es Pedro ¿y el tuyo?
_ Me dicen el mago Marlén, pero soy Juan Jiménez, casado, dos hijas y me gano la vida haciendo trucos. Lástima que contigo no resultó. Te pido disculpas. Lo siento.
_ Tengo que decirte que estoy indignado contigo, porque eres un farsante que me arrebataste mi vida. Siento dolores en el cuello y deseo que alguien me cuide, porque yo no puedo valerme por mi mismo.
_ Yo mismo seré como tu padre. Yo te cuidaré. Te lavaré el pelo, los dientes, la cara, te afeitaré y daré de comer cuatro veces al día.
_¿Que ocurrió con mi otra parte? ¿Existe la posibilidad de ser operado para quedar normal como era?
_ Tu otra parte se la dieron a los leones para no dejar rastros. Lo sugirió el dueño, sin que el público notara.
_ Mago ¿qué vamos a hacer hoy, dónde me llevarás? Recuerda que no estoy acostumbrado a vivir encerrado sin cuerpo. Marlén, tú cumplirás con tu promesa, haciendo que no me sienta sólo una inútil y loca cabeza.
_ ¿Dónde puedo llevarte, Pedro? No conozco tus hábitos, gustos y tú deberás ayudarme.
_ Deseo visitar a mi madre para informarle que sigo vivo aunque muy diferente. Anoche no llegué a alojar. Después quisiera ir donde mi novia para lo mismo. Finalmente donde un amigo.
Juntos salieron el ilusionista con la caja tapada y Pedro adentro. Este gritaba en la calle que se ahogaba y si le podía sacar la tapa, a lo que Marlén accedió, pero sólo la entreabrió para no causar alarma en la gente. Camino a casa de su madre Pedro estornudó y el mago le pasó paternalmente su pañuelo por la nariz.
Al abrir la puerta una señora sesentona, el mago se adelantó a decir que traía noticias de su hijo Pedro.
Una vez sentados en la salita, la señora comenzó escuchar una tenue voz que gritaba. El mago sacó la tapa y la madre al ver dentro la cabeza de su hijo, casi desmayó.
_Mamá, no te preocupes. Estoy bien, cuidado por mi nuevo amigo, Marlén. El se comprometió. No puedo trabajar ni producir dinero para la casa, pero comprende que en mi nuevo estado tengo limitaciones.
_Hijo querido… mira cómo te han dejado… Cómo vas a vivir de esa manera…
_Mamá, deja de pensar en eso. Yo sigo tan vivo como siempre, pero en un estado físico distinto. No he perdido mi alegría, mi inteligencia, salvo que debo aprenderlo todo de nuevo.
En la casa de la novia, Pedro se puso a gritar para que lo destaparan y aquella se desmayó. Cuando volvió, lo miró con recelo y espanto. Luego de un breve monólogo ella cortó el compromiso, diciéndole que eso no era lo que le había prometido meses antes. Que jamás volviera a su casa y como niña contrariada, los echó fuera a ambos.
En la casa del amigo, el mago le explicó que Pedro tuvo un accidente, preparándolo para aceptar la nueva realidad, mientras Pedro yacía dentro de la caja. Cuando lo destaparon, se encontraba profundamente dormido y su amigo pudo verlo.
Al despertar, conversaron y su amigo expresó que era una lástima que no pudieran salir con las chicas, no pudieran jugar fútbol, no pudieran ir nuevamente a pescar, ni de vacaciones.
_ Pero, tú puedes venir a verme y conversamos, porque nos reiremos igual.
_No es lo mismo. Nunca va a ser igual, pero podemos intentarlo, le dijo con tristeza su amigo.
Esa noche Pedro se desveló pensando que perdería a todos quienes visitara, no a su madre.
Como Marlén debía cumplir sus compromisos con el circo, pensó que lo mejor era llevarlo a su casa con la familia y explicarles que necesitaba colaboración.
Días después, partieron ambos en tren a su ciudad. En casa y con la caja entreabierta, comenzó una larga explicación a la señora y sus dos hijas. El mago hacía gestos para instar a todos a darle ánimos a Pedro. Cuando sacó la tapa y vieron la cabeza que los miraba y se presentó como Pedro, no hubo ningún impacto. Lo sacaron y lo pusieron sobre un plato para que participara en la hora de la comida. La señora le dio de comer con cuchara , mientras le preguntaban acerca de su vida, antes del accidente.
_Era empleado fiscal, en la Tesorería. Tuve unas novias y eso es todo. ¿Uds. cómo se llaman, qué hacen?
_Yo soy Gloria y me encargo de la casa. Ellas son nuestras hijas, Sara la mayor, que trabaja y Laura, que estudia estilista en peluquería para tener su propio salón.
Pararon los meses y Pedro se comenzó a sentir muy cómodo en ese nuevo hogar.
Pedro era instalado sobre un plato si estaba en el comedor y sobre un cojín si era en la salita, porque se producían entretenidas conversaciones en medio de las comidas, todos bebiendo agua, vino, o hasta licores en fines de semana. Allí era cuando Pedro se achispaba y comenzaba a lanzar piropos a las jóvenes.
Un día estaba Laura cortándole el pelo a Pedro cuando éste le dijo que estaba enamorado de ella y preguntó si podía darle un beso. Entonces ella acercó su rostro para ser besada en la mejilla.
_No, así no; un beso en la boca.
_ Oye, qué te crees tú. Sólo por esta vez. Pero no te imagines cosas conmigo. Sólo somos amigos.
_ Bueno, una sola vez, pero tienes que acercarte y sostenerme la cabeza con fuerza hacia ti.
Laura se acercó con algo de espanto a la boca de Pedro, pero entonces la lengua de ella se humedeció, buscó la suya y la presionó luchando por encontrar el sabor del menú del almuerzo. Difícil fue distinguir cual era el más ardiente por penetrar al otro hasta sus mismas entrañas.
Para la joven Laura era su primer beso, pero tan apasionado y desconocido, que habría seguido por horas, pero finalmente, lo fue soltado muy a desgano para terminar enrojecida, jadeante y excitada. Le había gustado muchísimo, pero se lo guardó para si.
_ Eres adorable Laura, gracias por tu gesto. Tú sabes que mi vida no ha sido fácil desde que perdí el cuerpo.
Bueno, ahora no tengo que lidiar con los dolores a una rodilla.
_ Está bien, tú eres muy especial, Pedro. ¿No te lo habían dicho?
Las cosas continuaron entre ambos en absoluto secreto, y el resto de la familia nunca se percató de nada.
Muchísimos años después, Laura ya casada, con hijos de colegio, seguía con una caja sombrerera forrada en raso rojo guardada con gran sigilo en su casa y apenas se producía un leve roce con su marido, se encerraba con llave, la sacaba y volvían a besarse con pasión. Ella estaba obsesionada con Pedro, que no envejecía, lo amaba con locura, quería un hijo suyo, y lo tuvo como amante secreto, alimentándolo hasta su muerte.
WIRIYO
25.10.2007
A la ciudad había llegado un circo más. El estelar era un mago que entre diversos trucos, tenía una falsa guillotina para hacer pruebas con el público.
Llegado el momento más esperado, el ilusionista solicitó a un voluntario. Desde los asientos surgió un hombre de contextura corriente, de unos treinta años, de rostro agradable, que se adelantó hasta el mago. Colocada su cabeza en la guillotina, el mago aseguró con delicadeza que el mecanismo funcionara como siempre. Redoble de tambores y la filosa hoja cayó con violencia sobre el cuello del hombre. El público aplaudió a rabiar, el encantador terminó su acto inclinándose en señal de agradecimiento y cuando él tomó la caja donde supuestamente había caído la cabeza, se encontró que ésta lo miraba con ojos desorbitados e indignación, que lo hizo saber mediante insultos que lo descalificaron.
Aterrorizado el mago, tomó la caja retirándose de la escena en medio de una ovación. Mientras anunciaban el número siguiente, él se fue hasta su camarín con la cabeza viva, que no dejaba de mirarlo e insultarlo.
El la tomó con mucho cuidado, lavó la sangre, curó sus heridas, le dio un vaso de agua con un calmante y minutos después la cabeza expiró.
Esa noche el hombre del circo estaba desvelado, dormitó a sobresaltos pensando que debería responder a la policía por su fallido acto y en la mañana, muy temprano, se encontró que al observar la caja allí estaría la cabeza del muerto. Le sacó la tapa, pero estaba él nuevamente mirándolo.
_Hola mago maldito ¿cómo dormiste? Estoy muy acalorado, apenas respiraba con la tapa puesta.
_Yo te creía muerto.
_ También pensaba lo mismo, pero sigo vivo. Nunca he sido rencoroso. Mi nombre es Pedro ¿y el tuyo?
_ Me dicen el mago Marlén, pero soy Juan Jiménez, casado, dos hijas y me gano la vida haciendo trucos. Lástima que contigo no resultó. Te pido disculpas. Lo siento.
_ Tengo que decirte que estoy indignado contigo, porque eres un farsante que me arrebataste mi vida. Siento dolores en el cuello y deseo que alguien me cuide, porque yo no puedo valerme por mi mismo.
_ Yo mismo seré como tu padre. Yo te cuidaré. Te lavaré el pelo, los dientes, la cara, te afeitaré y daré de comer cuatro veces al día.
_¿Que ocurrió con mi otra parte? ¿Existe la posibilidad de ser operado para quedar normal como era?
_ Tu otra parte se la dieron a los leones para no dejar rastros. Lo sugirió el dueño, sin que el público notara.
_ Mago ¿qué vamos a hacer hoy, dónde me llevarás? Recuerda que no estoy acostumbrado a vivir encerrado sin cuerpo. Marlén, tú cumplirás con tu promesa, haciendo que no me sienta sólo una inútil y loca cabeza.
_ ¿Dónde puedo llevarte, Pedro? No conozco tus hábitos, gustos y tú deberás ayudarme.
_ Deseo visitar a mi madre para informarle que sigo vivo aunque muy diferente. Anoche no llegué a alojar. Después quisiera ir donde mi novia para lo mismo. Finalmente donde un amigo.
Juntos salieron el ilusionista con la caja tapada y Pedro adentro. Este gritaba en la calle que se ahogaba y si le podía sacar la tapa, a lo que Marlén accedió, pero sólo la entreabrió para no causar alarma en la gente. Camino a casa de su madre Pedro estornudó y el mago le pasó paternalmente su pañuelo por la nariz.
Al abrir la puerta una señora sesentona, el mago se adelantó a decir que traía noticias de su hijo Pedro.
Una vez sentados en la salita, la señora comenzó escuchar una tenue voz que gritaba. El mago sacó la tapa y la madre al ver dentro la cabeza de su hijo, casi desmayó.
_Mamá, no te preocupes. Estoy bien, cuidado por mi nuevo amigo, Marlén. El se comprometió. No puedo trabajar ni producir dinero para la casa, pero comprende que en mi nuevo estado tengo limitaciones.
_Hijo querido… mira cómo te han dejado… Cómo vas a vivir de esa manera…
_Mamá, deja de pensar en eso. Yo sigo tan vivo como siempre, pero en un estado físico distinto. No he perdido mi alegría, mi inteligencia, salvo que debo aprenderlo todo de nuevo.
En la casa de la novia, Pedro se puso a gritar para que lo destaparan y aquella se desmayó. Cuando volvió, lo miró con recelo y espanto. Luego de un breve monólogo ella cortó el compromiso, diciéndole que eso no era lo que le había prometido meses antes. Que jamás volviera a su casa y como niña contrariada, los echó fuera a ambos.
En la casa del amigo, el mago le explicó que Pedro tuvo un accidente, preparándolo para aceptar la nueva realidad, mientras Pedro yacía dentro de la caja. Cuando lo destaparon, se encontraba profundamente dormido y su amigo pudo verlo.
Al despertar, conversaron y su amigo expresó que era una lástima que no pudieran salir con las chicas, no pudieran jugar fútbol, no pudieran ir nuevamente a pescar, ni de vacaciones.
_ Pero, tú puedes venir a verme y conversamos, porque nos reiremos igual.
_No es lo mismo. Nunca va a ser igual, pero podemos intentarlo, le dijo con tristeza su amigo.
Esa noche Pedro se desveló pensando que perdería a todos quienes visitara, no a su madre.
Como Marlén debía cumplir sus compromisos con el circo, pensó que lo mejor era llevarlo a su casa con la familia y explicarles que necesitaba colaboración.
Días después, partieron ambos en tren a su ciudad. En casa y con la caja entreabierta, comenzó una larga explicación a la señora y sus dos hijas. El mago hacía gestos para instar a todos a darle ánimos a Pedro. Cuando sacó la tapa y vieron la cabeza que los miraba y se presentó como Pedro, no hubo ningún impacto. Lo sacaron y lo pusieron sobre un plato para que participara en la hora de la comida. La señora le dio de comer con cuchara , mientras le preguntaban acerca de su vida, antes del accidente.
_Era empleado fiscal, en la Tesorería. Tuve unas novias y eso es todo. ¿Uds. cómo se llaman, qué hacen?
_Yo soy Gloria y me encargo de la casa. Ellas son nuestras hijas, Sara la mayor, que trabaja y Laura, que estudia estilista en peluquería para tener su propio salón.
Pararon los meses y Pedro se comenzó a sentir muy cómodo en ese nuevo hogar.
Pedro era instalado sobre un plato si estaba en el comedor y sobre un cojín si era en la salita, porque se producían entretenidas conversaciones en medio de las comidas, todos bebiendo agua, vino, o hasta licores en fines de semana. Allí era cuando Pedro se achispaba y comenzaba a lanzar piropos a las jóvenes.
Un día estaba Laura cortándole el pelo a Pedro cuando éste le dijo que estaba enamorado de ella y preguntó si podía darle un beso. Entonces ella acercó su rostro para ser besada en la mejilla.
_No, así no; un beso en la boca.
_ Oye, qué te crees tú. Sólo por esta vez. Pero no te imagines cosas conmigo. Sólo somos amigos.
_ Bueno, una sola vez, pero tienes que acercarte y sostenerme la cabeza con fuerza hacia ti.
Laura se acercó con algo de espanto a la boca de Pedro, pero entonces la lengua de ella se humedeció, buscó la suya y la presionó luchando por encontrar el sabor del menú del almuerzo. Difícil fue distinguir cual era el más ardiente por penetrar al otro hasta sus mismas entrañas.
Para la joven Laura era su primer beso, pero tan apasionado y desconocido, que habría seguido por horas, pero finalmente, lo fue soltado muy a desgano para terminar enrojecida, jadeante y excitada. Le había gustado muchísimo, pero se lo guardó para si.
_ Eres adorable Laura, gracias por tu gesto. Tú sabes que mi vida no ha sido fácil desde que perdí el cuerpo.
Bueno, ahora no tengo que lidiar con los dolores a una rodilla.
_ Está bien, tú eres muy especial, Pedro. ¿No te lo habían dicho?
Las cosas continuaron entre ambos en absoluto secreto, y el resto de la familia nunca se percató de nada.
Muchísimos años después, Laura ya casada, con hijos de colegio, seguía con una caja sombrerera forrada en raso rojo guardada con gran sigilo en su casa y apenas se producía un leve roce con su marido, se encerraba con llave, la sacaba y volvían a besarse con pasión. Ella estaba obsesionada con Pedro, que no envejecía, lo amaba con locura, quería un hijo suyo, y lo tuvo como amante secreto, alimentándolo hasta su muerte.
WIRIYO
25.10.2007
JOSE MENDOZA
José Mendoza, de 70 años de edad, jubilado, canoso, alto y enjuto, había enviudado quedando completamente solo en su antiguo caserón de dos pisos.
Sus hijos ya casados, que le habían dado varios nietos, pudieron acompañarlo sólo algunos días después del funeral en breves turnos que se impusieron.
Después sufrió depresiones, angustias y otros síntomas que soportó con estoicismo de la edad..
Algunos meses después, entre sus oraciones a Dios, comenzó a encender una vela frente a la foto de su única compañera: Mirella. No era hombre creyente, pero esta práctica lo hacía sentir más cercano al espíritu de ella.
Una llamada de su cuñada y el marido anunciando visitarlo, lo hicieron aceptar con mucho desgano. Ellos comentaron lo usual en este tipo de ocasiones, agregándole que como lo notaban más delgado, más silencioso y desanimado, era conveniente que consultara a un especialista.
Semanas después y rebelándose a lo sugerido, comenzó a conversarle a la foto de su señora que colgaba en su dormitorio. Allí mismo también colgaban los cuadros de sus padres.
_ Mirella ¿por qué no te cuidaste mucho antes, a tiempo? …si hubieras visto a los médicos…
_ José. Te veo descuidado en tu persona. Aliméntate bien. Yo estoy atenta a que no sufras de más. Sale a visitar a tus hijos, a tus nietos y tus hermanas.
_ Mi amor, te extraño mucho y seguiré amándote hasta que arriba nos juntemos de nuevo.
_ José, no puedo seguir conversándote porque en mi nueva residencia, también tenemos
actividades que ejecutar. Ahora me están llamando. Chao mi cielo.
_ Mirella, no me dejes… Mirella, …
Luego de enjugarse los ojos, con gran frustración, el viejo se puso de pié, para ir al jardín.
Días más adelante, el viudo comenzaba sus conversaciones nuevamente.
_ Mamá, papá ¿uds. han visto a Mirella?
_ No hijo, respondió la madre. No siempre nos envían al mismo lugar, por eso no la hemos visto.
_ Pero Uds. están en el cielo. ¿Pueden preguntar por Mirella a un ángel que esté de turno?
_ No sabemos con certeza si estamos en el cielo, José. Estamos en un lugar muy agradable.
Nosotros tenemos actividades ahora. No podemos seguir conversando.
_Mamá, mamá… no me dejen
José terminó llorando de emoción, alegría, pero estas conversaciones sobrenaturales lo hacían sentir más cercanas sus pérdidas. Después le llegaban energías y un vigor suficiente para alimentarse, afeitarse, hacer aseo y regar. Casi no salía, excepto para comprar comida.
La vida de José comenzó a cambiar desde el día en que se comunicó por vez primera.
Sus depresiones casi desaparecieron, el abandono en que se encontraba también. Comenzó a dar paseos por su barrio, saludando a quienes encontraba, porque andaba animoso.
_Mirella, mamá, papá, les prendí una vela a cada uno frente a sus cuadros para ver si podemos conversar.
_ José, te habla Mirella. Me da gusto verte mejor. Estás más contento y eso me alegra mucho.
_ Mireya, hace dos días que te estoy hablando y no me respondes ¿qué te ocurría?
_ Bueno… no se cómo decirte, pero aquí no podemos mentir. Yo no estoy aún en el cielo.
Vine al purgatorio y estaré un tiempo hasta que pague los pecados cometidos en mi vida.
_ ¡Pero, que injusto! Tu siempre fuiste una buena persona con todo el mundo, hiciste obras de caridad, fuiste a comulgar todos los domingos, querías a ricos y pobres, amabas a tus hijos, me trataste como nadie en mi vida. ¿Por qué el purgatorio y no el cielo que te merecías?
_José, me están llamando a mis actividades. Recuerda, aquí tenemos labores que hacer.
_ Mirella, ¿por qué siempre tuviste la mala costumbre de dejarme hablando solo?
Algunos días después, frente a las velas encendidas, nuevamente José rogando hacer contacto con alguien del más allá, suplica
_Papá, mamá, Mirella, hay alguien que me escuche.
_Te habla Mirella, José. Te veo cada día mejor. Más entusiasmado con tu vida, más optimista…
_¡No me cambies de tema Mirella! Dime ¿porqué no fuiste al cielo si eras la mujer perfecta?
_José, cuando estabas trabajando, algunas veces salí con otros hombres sin que te enteraras.
Fue por el aborto de uno que me enamoré, que jamás te mencioné.
_ Mirella, yo no puedo creer lo que estás diciendo. Eso es falso, porque tú eras una buena mujer.
_José, yo te hice creer que era buenísima, pero me pasaron la cuenta, también por mentirosa.
_ Entonces bien muerta estás, quédate allí 10 millones de años por degenerada. …y no te prendo una vela más. Tampoco sigamos conversando porque no me interesa.
WIRIYO
8.12.2007
Sus hijos ya casados, que le habían dado varios nietos, pudieron acompañarlo sólo algunos días después del funeral en breves turnos que se impusieron.
Después sufrió depresiones, angustias y otros síntomas que soportó con estoicismo de la edad..
Algunos meses después, entre sus oraciones a Dios, comenzó a encender una vela frente a la foto de su única compañera: Mirella. No era hombre creyente, pero esta práctica lo hacía sentir más cercano al espíritu de ella.
Una llamada de su cuñada y el marido anunciando visitarlo, lo hicieron aceptar con mucho desgano. Ellos comentaron lo usual en este tipo de ocasiones, agregándole que como lo notaban más delgado, más silencioso y desanimado, era conveniente que consultara a un especialista.
Semanas después y rebelándose a lo sugerido, comenzó a conversarle a la foto de su señora que colgaba en su dormitorio. Allí mismo también colgaban los cuadros de sus padres.
_ Mirella ¿por qué no te cuidaste mucho antes, a tiempo? …si hubieras visto a los médicos…
_ José. Te veo descuidado en tu persona. Aliméntate bien. Yo estoy atenta a que no sufras de más. Sale a visitar a tus hijos, a tus nietos y tus hermanas.
_ Mi amor, te extraño mucho y seguiré amándote hasta que arriba nos juntemos de nuevo.
_ José, no puedo seguir conversándote porque en mi nueva residencia, también tenemos
actividades que ejecutar. Ahora me están llamando. Chao mi cielo.
_ Mirella, no me dejes… Mirella, …
Luego de enjugarse los ojos, con gran frustración, el viejo se puso de pié, para ir al jardín.
Días más adelante, el viudo comenzaba sus conversaciones nuevamente.
_ Mamá, papá ¿uds. han visto a Mirella?
_ No hijo, respondió la madre. No siempre nos envían al mismo lugar, por eso no la hemos visto.
_ Pero Uds. están en el cielo. ¿Pueden preguntar por Mirella a un ángel que esté de turno?
_ No sabemos con certeza si estamos en el cielo, José. Estamos en un lugar muy agradable.
Nosotros tenemos actividades ahora. No podemos seguir conversando.
_Mamá, mamá… no me dejen
José terminó llorando de emoción, alegría, pero estas conversaciones sobrenaturales lo hacían sentir más cercanas sus pérdidas. Después le llegaban energías y un vigor suficiente para alimentarse, afeitarse, hacer aseo y regar. Casi no salía, excepto para comprar comida.
La vida de José comenzó a cambiar desde el día en que se comunicó por vez primera.
Sus depresiones casi desaparecieron, el abandono en que se encontraba también. Comenzó a dar paseos por su barrio, saludando a quienes encontraba, porque andaba animoso.
_Mirella, mamá, papá, les prendí una vela a cada uno frente a sus cuadros para ver si podemos conversar.
_ José, te habla Mirella. Me da gusto verte mejor. Estás más contento y eso me alegra mucho.
_ Mireya, hace dos días que te estoy hablando y no me respondes ¿qué te ocurría?
_ Bueno… no se cómo decirte, pero aquí no podemos mentir. Yo no estoy aún en el cielo.
Vine al purgatorio y estaré un tiempo hasta que pague los pecados cometidos en mi vida.
_ ¡Pero, que injusto! Tu siempre fuiste una buena persona con todo el mundo, hiciste obras de caridad, fuiste a comulgar todos los domingos, querías a ricos y pobres, amabas a tus hijos, me trataste como nadie en mi vida. ¿Por qué el purgatorio y no el cielo que te merecías?
_José, me están llamando a mis actividades. Recuerda, aquí tenemos labores que hacer.
_ Mirella, ¿por qué siempre tuviste la mala costumbre de dejarme hablando solo?
Algunos días después, frente a las velas encendidas, nuevamente José rogando hacer contacto con alguien del más allá, suplica
_Papá, mamá, Mirella, hay alguien que me escuche.
_Te habla Mirella, José. Te veo cada día mejor. Más entusiasmado con tu vida, más optimista…
_¡No me cambies de tema Mirella! Dime ¿porqué no fuiste al cielo si eras la mujer perfecta?
_José, cuando estabas trabajando, algunas veces salí con otros hombres sin que te enteraras.
Fue por el aborto de uno que me enamoré, que jamás te mencioné.
_ Mirella, yo no puedo creer lo que estás diciendo. Eso es falso, porque tú eras una buena mujer.
_José, yo te hice creer que era buenísima, pero me pasaron la cuenta, también por mentirosa.
_ Entonces bien muerta estás, quédate allí 10 millones de años por degenerada. …y no te prendo una vela más. Tampoco sigamos conversando porque no me interesa.
WIRIYO
8.12.2007
TERTULIA DE LOS SANITARIOS
En el baño principal, a ventanas y puertas cerradas, estaban los artefactos sanitarios muy tristes y desganados por falta de trabajo, cuando el lavatorio gritó tentado de risa:
-- ¡Despierten muchachos! ¡Hagamos algo! Les propongo un juego. Como hemos estado bastante abandonados en las vacaciones, les sugiero que cada uno diga cual de nosotros cree ser el más importante y por qué.
_ ¡Yaa...! respondieron todos.
_ Como yo propuse el juego, comenzaré primero, dijo don Lavatorio Lucchini.
_ Creo ser el más importante, porque trabajo más que todos Uds. Todo el día me sacan agua, para que los dueños de la casa se laven los dientes, las manos, la cara, se peinen. Además, me sacan agua caliente para hacer gárgaras con sal, me sacan agua fría para tomar los anticonceptivos y las pastillas para dormir. ¿quién hace más cosas que yo?
_ Eso no es nada -- dijo doña Tinna Spina – porque yo los acojo a todos temprano a espantarse el sueño, a sacarse diariamente la mugre. Los miro a todos desnudos y tengo la mejor vista. Uds. saben que eso también excita, cuando se entusiasman bajo mi tibia lluvia. Además, los relajo a todos cuando me llenan con agua caliente, después de hacer deportes y también para sacar resacas de largas tomateras.
_ Sale p’allá cachetòn, expresó Sir Water Scott. Yo no tendré agua caliente, pero les alivio el alma, porque cuando se sientan sobre mí, me cagan, me mean, me tiran pedos, mientras se cultivan con diarios, libros o revistas. Además, piensan y meditan en cosas profundas. Ahora, hablan por celular y hacen panoramas, porque soy inspirador.
_ ¡Es que tú perteneces al mundo intelectual! dijo el Lavatorio.
_ Yo no soy intelectual, pero práctico por esencia, respondió don Bidet Coulon. Después del acto llegan a lavarse con mi agüita caliente. Llega la menstrualidad y ¿a quien acuden? a mí solamente.
_Cuando andan con el trasero mal limpiado, los dejo suavecitos.
_Cuando molestan las hemorroides, nuevamente yo les curo el malestar.
¡Sir Water, doña Tinna y don Bidet, se sienten importantes porque son boyeristas! exclamó don Lavatorio. ¡Sólo hablan de sexo! ¡No miran otra cosa!
_Cuando llega el verano, don Lavatorio no refresca a nadie, respondieron con enojo.
_ No sigamos discutiendo porque perdieron, dijo Sir Water. Cuando llega el viejo curado, se arrodilla, me abraza, rogando que le reciba la mala caña que tomó y lo dejo como nuevo. En agradecimiento, me deja medio litro de baba.
_ A ti te devuelve el viejo, pero su hija vomita conmigo cuando quiere adelgazar, dijo don Lavatorio.
-- ¿Quién se va a desahogar contigo? acotó muy picado, Sir Water.
_ ¡Silencio, silencio chiquillos! Así no podemos jugar. Sólo estamos peleando y afloran malas ondas. Cambiemos de juego, dijo doña Tinna. Yo propongo que hagamos otra competencia ¿quién tiene una familia más antigua? Bueeno..., dijeron todos. pero, sin cagarnos...porque Sir Water ya está acostumbrado.
_ Don Lavatorio dijo descender de la antigua nobleza caldea, egipcia, babilónica.
Me los gané a todos. – Eso está sin discusión.
_ Yo también pertenezco a la misma familia, pero de mayor jerarquía por el tamaño, dijo irónicamente doña Tinna. Sólo los nobles, los aristócratas y los guerreros triunfadores me usaban – agregó.
_ ¿Esos nobles aristócratas, dónde creen que cagaban? dijo riéndose Sir Water.
_Sigan jugando Uds., dijo don Bidet, porque ahora me siento medio trancado.
_ ¡Chiquillos! dijo doña Tinna, como siempre muy copuchenta.
_ ¿Saben que don Bidet anda enfermo hace tiempo?
_ ¡Ooh, no! exclamaron todos.
_ ¡Lo van a intervenir pronto con un sopapo!
_ ¡El año pasado yo también fui tratado de urgencia! dijo Sir Water.
_ ¿De queé? preguntaron todos asombrados.
_ ¡Me instalaron una válvula nueva! ¡La otra no cortaba bien el chorro!
_ ¡No hay bolsillo que resista tanta operación! dijo uno. Otro agregó que los tiempos estaban cambiados, porque ahora, cuando envejecemos, nos mandan cambiar y un día cualquiera nos reemplaza un artefacto joven, sin experiencia ninguna.
_ El otro día escuchaba que eso también les ocurre a las personas y viven todos alterados, comentó doña Tinna.
¡Al final, no somos tan distintos! Casi parecemos humanos.
WIRIYO Julio 10 del 2003
-- ¡Despierten muchachos! ¡Hagamos algo! Les propongo un juego. Como hemos estado bastante abandonados en las vacaciones, les sugiero que cada uno diga cual de nosotros cree ser el más importante y por qué.
_ ¡Yaa...! respondieron todos.
_ Como yo propuse el juego, comenzaré primero, dijo don Lavatorio Lucchini.
_ Creo ser el más importante, porque trabajo más que todos Uds. Todo el día me sacan agua, para que los dueños de la casa se laven los dientes, las manos, la cara, se peinen. Además, me sacan agua caliente para hacer gárgaras con sal, me sacan agua fría para tomar los anticonceptivos y las pastillas para dormir. ¿quién hace más cosas que yo?
_ Eso no es nada -- dijo doña Tinna Spina – porque yo los acojo a todos temprano a espantarse el sueño, a sacarse diariamente la mugre. Los miro a todos desnudos y tengo la mejor vista. Uds. saben que eso también excita, cuando se entusiasman bajo mi tibia lluvia. Además, los relajo a todos cuando me llenan con agua caliente, después de hacer deportes y también para sacar resacas de largas tomateras.
_ Sale p’allá cachetòn, expresó Sir Water Scott. Yo no tendré agua caliente, pero les alivio el alma, porque cuando se sientan sobre mí, me cagan, me mean, me tiran pedos, mientras se cultivan con diarios, libros o revistas. Además, piensan y meditan en cosas profundas. Ahora, hablan por celular y hacen panoramas, porque soy inspirador.
_ ¡Es que tú perteneces al mundo intelectual! dijo el Lavatorio.
_ Yo no soy intelectual, pero práctico por esencia, respondió don Bidet Coulon. Después del acto llegan a lavarse con mi agüita caliente. Llega la menstrualidad y ¿a quien acuden? a mí solamente.
_Cuando andan con el trasero mal limpiado, los dejo suavecitos.
_Cuando molestan las hemorroides, nuevamente yo les curo el malestar.
¡Sir Water, doña Tinna y don Bidet, se sienten importantes porque son boyeristas! exclamó don Lavatorio. ¡Sólo hablan de sexo! ¡No miran otra cosa!
_Cuando llega el verano, don Lavatorio no refresca a nadie, respondieron con enojo.
_ No sigamos discutiendo porque perdieron, dijo Sir Water. Cuando llega el viejo curado, se arrodilla, me abraza, rogando que le reciba la mala caña que tomó y lo dejo como nuevo. En agradecimiento, me deja medio litro de baba.
_ A ti te devuelve el viejo, pero su hija vomita conmigo cuando quiere adelgazar, dijo don Lavatorio.
-- ¿Quién se va a desahogar contigo? acotó muy picado, Sir Water.
_ ¡Silencio, silencio chiquillos! Así no podemos jugar. Sólo estamos peleando y afloran malas ondas. Cambiemos de juego, dijo doña Tinna. Yo propongo que hagamos otra competencia ¿quién tiene una familia más antigua? Bueeno..., dijeron todos. pero, sin cagarnos...porque Sir Water ya está acostumbrado.
_ Don Lavatorio dijo descender de la antigua nobleza caldea, egipcia, babilónica.
Me los gané a todos. – Eso está sin discusión.
_ Yo también pertenezco a la misma familia, pero de mayor jerarquía por el tamaño, dijo irónicamente doña Tinna. Sólo los nobles, los aristócratas y los guerreros triunfadores me usaban – agregó.
_ ¿Esos nobles aristócratas, dónde creen que cagaban? dijo riéndose Sir Water.
_Sigan jugando Uds., dijo don Bidet, porque ahora me siento medio trancado.
_ ¡Chiquillos! dijo doña Tinna, como siempre muy copuchenta.
_ ¿Saben que don Bidet anda enfermo hace tiempo?
_ ¡Ooh, no! exclamaron todos.
_ ¡Lo van a intervenir pronto con un sopapo!
_ ¡El año pasado yo también fui tratado de urgencia! dijo Sir Water.
_ ¿De queé? preguntaron todos asombrados.
_ ¡Me instalaron una válvula nueva! ¡La otra no cortaba bien el chorro!
_ ¡No hay bolsillo que resista tanta operación! dijo uno. Otro agregó que los tiempos estaban cambiados, porque ahora, cuando envejecemos, nos mandan cambiar y un día cualquiera nos reemplaza un artefacto joven, sin experiencia ninguna.
_ El otro día escuchaba que eso también les ocurre a las personas y viven todos alterados, comentó doña Tinna.
¡Al final, no somos tan distintos! Casi parecemos humanos.
WIRIYO Julio 10 del 2003
TRAS LA ULTIMA ESPERANZA
La conoció en una librería. Sus ojos se reflejaron deslumbrados como espejos enfrentados.
No recuerda ya como rompieron el hielo, pero lo cierto es que a poco andar entrelazaron los dedos con asombrosa naturalidad y caminaron juntos por ese parque, absortos en su mutuo descubrimiento. Tampoco tuvieron noción de cómo transcurría la tarde cuando tomados de la mano conversaban de sus cosas.
Se llamaba Teresa y trabajaba como vendedora en una editorial. Ese día disponía de tiempo o más bien, éste perdió su sentido. Charlaron de todo y de nada, hasta que tuvo un sobresalto cuando ella súbitamente le dijo que podrían terminar la jornada en su departamento sirviéndose un trago. Y diciéndoselo, le apretó la mano.
Iba a ser suya de inmediato. El corazón casi se le sale por la boca. Ella, sin esperar respuesta, lo remolcó con suavidad hacia su domicilio, a no más de cinco minutos caminando.
Ella le conversaba de diferentes tópicos y no cesaba, quizás para disimular. El con la garganta seca, apenas pudo comentar con torpes monosílabos.
Cuando cruzaron el umbral de su departamento, Teresa lo besó prolongadamente apretando su cuerpo contra el suyo y él le devolvió un apasionado beso. Lo hizo de acuerdo a lo que se espera en un trance como ese, mordiéndole suavemente los labios, cerrando los ojos y apretando con las manos su trasero, como si quisiera fundirla contra él. Ella gimió y mientras lo hacía, lo arrastró hacia su dormitorio.
La cama era el destino final que los uniría. Abrazados, se desplomaron en ella y mientras se revolcaban se preguntó con cierto pánico si esa dureza sería suficiente. Tenía fe en su deseo y su potencia, pero no estando totalmente seguro, detuvo la mano de la mujer que recorría ansiosa por su abierto pantalón.
Entonces la besó en los labios para prolongar la angustia deliciosa antes del ardoroso acto.
Ella insistió nuevamente en lo mismo, pero él esperaba que su órgano respondería del modo que se presume en estos casos, pero por el momento lo sentía sólo blandamente interesado, como si recién estuviera considerando el caso.
Se preguntó si debía permitirle a esa tipa que se lo tomara para enardecerlo de una vez por todas, pero Teresa hizo presa de su miembro. Sin ropas, lo apretujó como al cogote de una gallina antes de morir.
Lo manipulaba sin efecto alguno. En verdad esa porción de si mismo estaba por completo al margen del suceso. Teresa le hizo sexo oral y en un último ímpetu de desesperación multiplicó sus fuerzas, pero si en algún momento se enderezó, en manos de Teresa, terminó por un piadoso recogimiento perdiendo todo el terreno ganado.
_Mi amor, dijo él vacilante y con el rostro ardiente como víctima de esos sofocos que sufren los viejos con problemas circulatorios.
_¿Qué imbécil? gritó ella con repentina violencia y desdén.
De un salto se paró frente a él, y detenida al pié de la cama lo miró como quien observa una cucaracha.
_Pero mi amor ¿qué te sucede? Esa pregunta de más, aumentó su bochorno.
_ Si no puedes ¿para qué viniste? Si eres impotente ¿para qué te metiste conmigo?
Ella contemplaba su desverguenza porque él se había quedado de espaldas en la cama con los brazos cruzados detrás de la nuca y sólo la miraba a hurtadillas, en el más absoluto silencio. Era tanta la indignación de esa mujer que había puesto su alma para obtener una ardorosa tarde de placer, que se abalanzó sobre el hombre golpeándolo con sus puños en pleno rostro. Aterrado, él brincó de la cama mientras era perseguido por ella con gritos de furia, obligándolo a salir desnudo fuera de su departamento, con la ropa que alcanzó a sacar. Se encontraba en el pasillo de los ascensores y tras un sonoro portazo agazapado en la caja de escalas muy humillado, comenzó a colocarse los calcetines, los calzoncillos… hasta que terminó su ritual. Entonces se acercó nuevamente a su puerta y tocó el timbre con prudencia. Cuando ella abrió muy seria, entregándole la chaqueta y un zapato, entonces él puso su mano en el umbral, le dijo adiós… y ¡perdóname! ¿Te puedo llamar otro día?
WIRIYO
10.11.2007
No recuerda ya como rompieron el hielo, pero lo cierto es que a poco andar entrelazaron los dedos con asombrosa naturalidad y caminaron juntos por ese parque, absortos en su mutuo descubrimiento. Tampoco tuvieron noción de cómo transcurría la tarde cuando tomados de la mano conversaban de sus cosas.
Se llamaba Teresa y trabajaba como vendedora en una editorial. Ese día disponía de tiempo o más bien, éste perdió su sentido. Charlaron de todo y de nada, hasta que tuvo un sobresalto cuando ella súbitamente le dijo que podrían terminar la jornada en su departamento sirviéndose un trago. Y diciéndoselo, le apretó la mano.
Iba a ser suya de inmediato. El corazón casi se le sale por la boca. Ella, sin esperar respuesta, lo remolcó con suavidad hacia su domicilio, a no más de cinco minutos caminando.
Ella le conversaba de diferentes tópicos y no cesaba, quizás para disimular. El con la garganta seca, apenas pudo comentar con torpes monosílabos.
Cuando cruzaron el umbral de su departamento, Teresa lo besó prolongadamente apretando su cuerpo contra el suyo y él le devolvió un apasionado beso. Lo hizo de acuerdo a lo que se espera en un trance como ese, mordiéndole suavemente los labios, cerrando los ojos y apretando con las manos su trasero, como si quisiera fundirla contra él. Ella gimió y mientras lo hacía, lo arrastró hacia su dormitorio.
La cama era el destino final que los uniría. Abrazados, se desplomaron en ella y mientras se revolcaban se preguntó con cierto pánico si esa dureza sería suficiente. Tenía fe en su deseo y su potencia, pero no estando totalmente seguro, detuvo la mano de la mujer que recorría ansiosa por su abierto pantalón.
Entonces la besó en los labios para prolongar la angustia deliciosa antes del ardoroso acto.
Ella insistió nuevamente en lo mismo, pero él esperaba que su órgano respondería del modo que se presume en estos casos, pero por el momento lo sentía sólo blandamente interesado, como si recién estuviera considerando el caso.
Se preguntó si debía permitirle a esa tipa que se lo tomara para enardecerlo de una vez por todas, pero Teresa hizo presa de su miembro. Sin ropas, lo apretujó como al cogote de una gallina antes de morir.
Lo manipulaba sin efecto alguno. En verdad esa porción de si mismo estaba por completo al margen del suceso. Teresa le hizo sexo oral y en un último ímpetu de desesperación multiplicó sus fuerzas, pero si en algún momento se enderezó, en manos de Teresa, terminó por un piadoso recogimiento perdiendo todo el terreno ganado.
_Mi amor, dijo él vacilante y con el rostro ardiente como víctima de esos sofocos que sufren los viejos con problemas circulatorios.
_¿Qué imbécil? gritó ella con repentina violencia y desdén.
De un salto se paró frente a él, y detenida al pié de la cama lo miró como quien observa una cucaracha.
_Pero mi amor ¿qué te sucede? Esa pregunta de más, aumentó su bochorno.
_ Si no puedes ¿para qué viniste? Si eres impotente ¿para qué te metiste conmigo?
Ella contemplaba su desverguenza porque él se había quedado de espaldas en la cama con los brazos cruzados detrás de la nuca y sólo la miraba a hurtadillas, en el más absoluto silencio. Era tanta la indignación de esa mujer que había puesto su alma para obtener una ardorosa tarde de placer, que se abalanzó sobre el hombre golpeándolo con sus puños en pleno rostro. Aterrado, él brincó de la cama mientras era perseguido por ella con gritos de furia, obligándolo a salir desnudo fuera de su departamento, con la ropa que alcanzó a sacar. Se encontraba en el pasillo de los ascensores y tras un sonoro portazo agazapado en la caja de escalas muy humillado, comenzó a colocarse los calcetines, los calzoncillos… hasta que terminó su ritual. Entonces se acercó nuevamente a su puerta y tocó el timbre con prudencia. Cuando ella abrió muy seria, entregándole la chaqueta y un zapato, entonces él puso su mano en el umbral, le dijo adiós… y ¡perdóname! ¿Te puedo llamar otro día?
WIRIYO
10.11.2007
EL POSTULANTE :
La caravana recorría las calles donde colgaban lienzos, multitudes con pancartas con los nombres y fotos de los candidatos a diputados, senadores y también el del propio postulante por un nuevo mandato en el palacio presidencial.
En las cuadras finales, aumentaba la gente que lo vitoreaba a su paso con saludos, entusiastas gritos y en el pórtico una comitiva de mujeres que lo esperaba al bajar de su automóvil. Cuando se abrió la puerta y apareció el postulante con el brazo en alto rodeado por su guardia de seguridad, el entusiasmo llegó a su apogeo.
Besó a unas gordas, a otras feas, algunas viejitas y muchas guaguas, hizo el pasamanos, mientras la prensa local e internacional dejaba testimonio de la magnitud del evento, con el destello de las luces de cientos de fotografías.
Una vez instalado en el escenario, frente a una docena de micrófonos, sonriente, alzó ambos brazos hacia la multitud en diversas direcciones. Cuando el murmullo casi desapareció, entonces comenzó.
Queridos conciudadanos: luego de largas jornadas de arduo trabajo por los diferentes y cada uno de los estados de nuestro territorio, he escuchado el clamor de la gente que no ha sido atendida, de aquellos más pobres, de los jubilados, de los que no reciben el debido respeto en los hospitales…
…para que los delincuentes no sigan dueños de las calles y lugares públicos, para que la justicia les llegue con prontitud a todos por igual, para que no sigan robándose los fondos fiscales y Uds. continúen esperando…
…he decido ofrecer en mi programa de gobierno muchas reformas que los beneficiarán a todos.
Una de las más importantes medidas, será borrar todos los antecedentes penales del 10% de los delincuentes comunes más inteligentes que cumplen penas en las cárceles de alta seguridad y el 10% de los delincuentes económicos más brillantes presos en Capuchinos y formar con ellos la mitad de mi gabinete ministerial. Lo peor… lo peor sería que lo hicieran mejor que los actuales que han dirigido el país en los últimos tiempos, haciendo las cosas mal y llevándoselo todo. Han robado del deporte, de ferrocarriles, de muchos ministerios, de todas partes y la corrupción se ve por doquier.
Otra importante medida será congelar los precios de los alimentos básicos, los combustibles, la electricidad, el agua potable y el gas licuado. Algunos se preguntarán ¿cómo será posible, sin llevar a la quiebra a esos empresarios? Lo podremos señores, lo podremos…porque con las mentes iluminadas de nuestros amnistiados futuros ministros, lo vamos a lograr.
¡Viva…! ¡Viva…! el recinto se llenó con las voces de los concentrados que aplaudían entusiasmados.
Para que la gente de clase media y baja no espere eternamente sus demandas en los tribunales, vamos a empadronar a todos los delincuentes y el Estado les pagará $ 400.000 mensuales a perpetuidad, reajustables en UF, a condición que no sigan robando. La recaída de alguno, significará perder este gran beneficio para siempre. Esto representa un gran ahorro en efectivos policiales, judiciales, además que no será necesario construir nuevos juzgados, nuevas cárceles y contratar gendarmería.
Vamos a modificar las leyes penales, eliminando la figura del abogado defensor. Que el delincuente se lo financie, tal como lo paga la víctima. Jamás el Fiscal acusador ha sido el defensor de la ésta.
Vamos a introducir la figura de la castración quirúrgica para la delincuencia común y también para aquellos de cuello y corbata.
Vamos a introducir la figura del corte total y castración para los pedófilos y violadores.
¡A la primera es el corte…! ¡Castración a la primera…! vitoreaban miles de voces allí concentradas.
En materias de salud vamos a aumentar a 250 las patologías aún no cubiertas por el sistema sanitario, trayendo diostores (médicos) cubanos, mexicanos, peruanos, argentinos…y las universidades deberán reconocer los títulos de esos países, sin importar cuanto dure allá la carrera. Las indicaciones escritas se ampliarán para que puedan prescribir recetas tanto médicos, como enfermeras, kinesiólogos y paramédicos universitarios titulados.
En materias del trabajo, me comprometo a eliminar el sueldo mínimo para que todos los hombres y mujeres de este país tengan una oportunidad de trabajo. Cesantía cero. Cero cesantía, señores.
Mi gobierno no tendrá empleos subsidiados. Los trabajadores deberán salir a ganarse el sustento.
Educación… educación… vamos a hacer la mayor reforma de la historia, pasando el programa actual actualizado a 5 años de enseñanza básica y cinco de media, con lo que todos los padres de la nación se ahorrarán dos años de pagos. Eliminaremos las pruebas SIMCE, porque sabemos que numerosos establecimientos llaman a los apoderados para que no asistan los alumnos de bajas calificaciones y así vender una falsa imagen de eficiencia. Ese negocio no lo permitiremos, señores. La PSU contendrá reformas y se llamará Prueba de Éxito Escolar, la PEE y después, el 80% de los alumnos ingresarán a la universidad sin mayor pago que su matrícula, cuyo tope será $ 100.000.- por año.
En mi gobierno se erradicará por completo la prostitución. Para ello, las universidades impartirán cursos iniciales de tres años y luego de licenciarse las egresadas, serán contratadas con la dignidad del nuevo cargo, por las municipalidades de todo el país como servidoras sociales, de las urgencias eróticas de la población masculina, cobrando al requirente mediante boletas de honorarios por los servicios prestados. Los usuarios presentarán dichas boletas ante la municipalidad respetiva para la devolución del 80% del total.
Vamos a crear el Ministerio del Hombre, porque hace décadas que ellos están perdiendo sus derechos.
Vamos a crear nuevas subsecretarias como la de la Tercera Edad, la del Niño, la que sea… para cautelar los intereses del pueblo, como corresponde.
Querido pueblo, me comprometo a gobernar para que todos Uds. salgan de la pobreza dura y convertir a este país en la Holanda, en 30 años más.
El progreso señores, se logra con trabajo, con ahorro, mística, dedicación, ideas claras y una muy buena gestión y nosotros los del Partido sin Partido, lograremos la alternancia en el poder con vuestro voto.
¡Viva nuestro candidato…! ¡Viva! ¡Viva nuestro partido…! ¡Viva! Se escuchaba a la gente exaltada por la magnitud de las proposiciones. ¡Viva… ¡Viva… ¡Viva…
Finalmente el candidato sonriente alzó nuevamente ambos brazos al populacho enardecido, se inclinó en señal de agradecimiento y giró para desaparecer mientras las luces de las fotos iluminaban el escenario ya vacío.
WIRIYO
22.10.2006
La caravana recorría las calles donde colgaban lienzos, multitudes con pancartas con los nombres y fotos de los candidatos a diputados, senadores y también el del propio postulante por un nuevo mandato en el palacio presidencial.
En las cuadras finales, aumentaba la gente que lo vitoreaba a su paso con saludos, entusiastas gritos y en el pórtico una comitiva de mujeres que lo esperaba al bajar de su automóvil. Cuando se abrió la puerta y apareció el postulante con el brazo en alto rodeado por su guardia de seguridad, el entusiasmo llegó a su apogeo.
Besó a unas gordas, a otras feas, algunas viejitas y muchas guaguas, hizo el pasamanos, mientras la prensa local e internacional dejaba testimonio de la magnitud del evento, con el destello de las luces de cientos de fotografías.
Una vez instalado en el escenario, frente a una docena de micrófonos, sonriente, alzó ambos brazos hacia la multitud en diversas direcciones. Cuando el murmullo casi desapareció, entonces comenzó.
Queridos conciudadanos: luego de largas jornadas de arduo trabajo por los diferentes y cada uno de los estados de nuestro territorio, he escuchado el clamor de la gente que no ha sido atendida, de aquellos más pobres, de los jubilados, de los que no reciben el debido respeto en los hospitales…
…para que los delincuentes no sigan dueños de las calles y lugares públicos, para que la justicia les llegue con prontitud a todos por igual, para que no sigan robándose los fondos fiscales y Uds. continúen esperando…
…he decido ofrecer en mi programa de gobierno muchas reformas que los beneficiarán a todos.
Una de las más importantes medidas, será borrar todos los antecedentes penales del 10% de los delincuentes comunes más inteligentes que cumplen penas en las cárceles de alta seguridad y el 10% de los delincuentes económicos más brillantes presos en Capuchinos y formar con ellos la mitad de mi gabinete ministerial. Lo peor… lo peor sería que lo hicieran mejor que los actuales que han dirigido el país en los últimos tiempos, haciendo las cosas mal y llevándoselo todo. Han robado del deporte, de ferrocarriles, de muchos ministerios, de todas partes y la corrupción se ve por doquier.
Otra importante medida será congelar los precios de los alimentos básicos, los combustibles, la electricidad, el agua potable y el gas licuado. Algunos se preguntarán ¿cómo será posible, sin llevar a la quiebra a esos empresarios? Lo podremos señores, lo podremos…porque con las mentes iluminadas de nuestros amnistiados futuros ministros, lo vamos a lograr.
¡Viva…! ¡Viva…! el recinto se llenó con las voces de los concentrados que aplaudían entusiasmados.
Para que la gente de clase media y baja no espere eternamente sus demandas en los tribunales, vamos a empadronar a todos los delincuentes y el Estado les pagará $ 400.000 mensuales a perpetuidad, reajustables en UF, a condición que no sigan robando. La recaída de alguno, significará perder este gran beneficio para siempre. Esto representa un gran ahorro en efectivos policiales, judiciales, además que no será necesario construir nuevos juzgados, nuevas cárceles y contratar gendarmería.
Vamos a modificar las leyes penales, eliminando la figura del abogado defensor. Que el delincuente se lo financie, tal como lo paga la víctima. Jamás el Fiscal acusador ha sido el defensor de la ésta.
Vamos a introducir la figura de la castración quirúrgica para la delincuencia común y también para aquellos de cuello y corbata.
Vamos a introducir la figura del corte total y castración para los pedófilos y violadores.
¡A la primera es el corte…! ¡Castración a la primera…! vitoreaban miles de voces allí concentradas.
En materias de salud vamos a aumentar a 250 las patologías aún no cubiertas por el sistema sanitario, trayendo diostores (médicos) cubanos, mexicanos, peruanos, argentinos…y las universidades deberán reconocer los títulos de esos países, sin importar cuanto dure allá la carrera. Las indicaciones escritas se ampliarán para que puedan prescribir recetas tanto médicos, como enfermeras, kinesiólogos y paramédicos universitarios titulados.
En materias del trabajo, me comprometo a eliminar el sueldo mínimo para que todos los hombres y mujeres de este país tengan una oportunidad de trabajo. Cesantía cero. Cero cesantía, señores.
Mi gobierno no tendrá empleos subsidiados. Los trabajadores deberán salir a ganarse el sustento.
Educación… educación… vamos a hacer la mayor reforma de la historia, pasando el programa actual actualizado a 5 años de enseñanza básica y cinco de media, con lo que todos los padres de la nación se ahorrarán dos años de pagos. Eliminaremos las pruebas SIMCE, porque sabemos que numerosos establecimientos llaman a los apoderados para que no asistan los alumnos de bajas calificaciones y así vender una falsa imagen de eficiencia. Ese negocio no lo permitiremos, señores. La PSU contendrá reformas y se llamará Prueba de Éxito Escolar, la PEE y después, el 80% de los alumnos ingresarán a la universidad sin mayor pago que su matrícula, cuyo tope será $ 100.000.- por año.
En mi gobierno se erradicará por completo la prostitución. Para ello, las universidades impartirán cursos iniciales de tres años y luego de licenciarse las egresadas, serán contratadas con la dignidad del nuevo cargo, por las municipalidades de todo el país como servidoras sociales, de las urgencias eróticas de la población masculina, cobrando al requirente mediante boletas de honorarios por los servicios prestados. Los usuarios presentarán dichas boletas ante la municipalidad respetiva para la devolución del 80% del total.
Vamos a crear el Ministerio del Hombre, porque hace décadas que ellos están perdiendo sus derechos.
Vamos a crear nuevas subsecretarias como la de la Tercera Edad, la del Niño, la que sea… para cautelar los intereses del pueblo, como corresponde.
Querido pueblo, me comprometo a gobernar para que todos Uds. salgan de la pobreza dura y convertir a este país en la Holanda, en 30 años más.
El progreso señores, se logra con trabajo, con ahorro, mística, dedicación, ideas claras y una muy buena gestión y nosotros los del Partido sin Partido, lograremos la alternancia en el poder con vuestro voto.
¡Viva nuestro candidato…! ¡Viva! ¡Viva nuestro partido…! ¡Viva! Se escuchaba a la gente exaltada por la magnitud de las proposiciones. ¡Viva… ¡Viva… ¡Viva…
Finalmente el candidato sonriente alzó nuevamente ambos brazos al populacho enardecido, se inclinó en señal de agradecimiento y giró para desaparecer mientras las luces de las fotos iluminaban el escenario ya vacío.
WIRIYO
22.10.2006
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