lunes, 31 de marzo de 2008

EL PERRO DE LA CASA

Willy era el menor de tres hermanos. Desde siempre en su casa estuvo presente un perro, un quiltro que el padre compraba en esas cajas de cartón en las veredas del centro.
Cada cachorro con que llegaba el padre siempre era un perrito fino, de raza.
Meses más adelante, cuando crecía asomaba el quiltro entero, pero todos habían logrado encariñarse y Willy entretenerse como buen adolescente perrero.

Los veterinarios y vacunas se desconocían. Los perros se recibían regalados o se compraban, se les entregada el viejo plato metálico enlozado donde se vertían las sobras de las ollas. Era una forma de disminuir la basura que se sacaba a diario en el añoso y aporreado cajón de madera. El carnicero surtía el hueso molido para enriquecer su dieta.

Este ungüento se iba pegando en el plato que una vez por semana se ponía bajo el potente chorro de la manguera para desincrustar la carroña. Nadie lavaba pulcramente ese plato, por eso los canes iban enfermando y de pronto morían.
Así se iban sucediendo en el cargo titular de la casa, los finos quiltros, comiendo siempre del mismo plato. Cambiaba el pelaje, nombre, largo de la cola, pero el collar y cadena siempre eran los mismos.

Al perro de turno lo adoraba, pero lo obligaba a entretenerlo, remolcando un carricoche hecho por él mismo con un cajón manzanero y ruedas de patines. Willy sentado en su interior, le daba dirección con los pies y adelante el perro galopaba a la máxima velocidad huyendo de este ruido ensordecedor que lo perseguía.

Willy vivía cerca de la plaza Pocuro, porque habían llegado a colonizar el barrio, que entonces mostraba sus primeras casas. Allí tenía su grupo de amistades adolescentes con los que estaba ese día jueves en la tarde, cuando apareció un quiltro, con cara de vivaracho e interesante para él. Cuando le tiraba una piedra, corría a buscarla, la recogía, la dejaba en el suelo a sus pies, se sentaba y movía la cola, manos, orejas y ojos, con un rostro muy expresivo de algarabía. El joven le tiró piedras, palos y siempre el perro demostró que sabía hacer muy bien su oficio. Entonces venía la recompensa con cariños, palmaditas que agradaron al perro. Todos los amigos se entretuvieron con ese perro hasta que dieron las ocho y partieron todos a sus casas.

Willy llegó a su casa seguido por el perro y se despidió con unas caricias, dejándolo afuera en la calle.
Estaban comiendo, cuando de pronto se sintió una pelea de perros en el jardín con espantosos gruñidos y aullidos de pánico. Partieron a ver que sucedía con su perro.
El can forastero, con aspecto simpático, se metió por los barrotes de la reja y como era un callejero, agresivo, que subsistía por instinto, comió la comida del dueño de casa y cuando éste intentó defender lo suyo, casi muere en el intento.
_ ¿Por qué hay dos perros en la casa? preguntó el padre, mirando sólo a Willy.
_ Me siguió desde la plaza. Yo no lo entré. Te lo juro papá. Se metió sólo.
_ Hijo, mira al Capulín como está mordido, con sangre, asustado y con la cola gacha.
_ Ayúdenme a echar a ese perro afuera. Saquémoslo ahora.

El padre y los hermanos mayores tomaron escobas y así lograron que el diablo se fuera.
El Capulín, muy asustado se dejó lavar sus heridas y le llenaron nuevamente su plato con una sobra de garbanzos tibios.

Al día siguiente el Capulín andaba temeroso esperando lo peor.
Estaban poniéndose los pijamas en esa casa cuando se oyó peleas de perros y maldiciendo al intruso lo pillaron comiendo en el plato ajeno.

_ ¡Ahora mismo vamos a poner punto final a ese perro! ¡Sacaremos a don Sata de nuestra casa!
_Echémoslo de nuevo afuera. Esta vez el perro mostró los dientes a los dueños de casa.
_ Dejémoslo para mañana, que es sábado.
Esa noche todos durmieron mal porque el rosquero mordió mucho al Capulín.
El sábado después del desayuno el padre preparó el ambiente para sacar al intruso. Willy era quien tenía llegada con dicho perro.
_Toma esta sábana de baño y te metes en el asiento trasero del auto con el perro en el piso. Entonces le envuelves la cabeza con la sábana para que no vea dónde lo vamos a ir a botar.
Partió el equipo inquisitivo a dos cuadras del canal con su víctima encapuchada por calle Bilbao, cruzó el puente de madera del canal San Carlos y siguió por ese camino rural, quizás en total 2 kilómetros.
Cuando se detuvo el auto, bajó el padre, abrió la puerta trasera y tomó una piedra del camino para arrojarla sin puntería alguna. Tal vez para amedrentarlo, porque se asustó.
_Vamos a pasar a comprar unos clavos a la ferretería aprovechando que está abierta, dijo el padre, mientras estacionaban el auto, compraron y siguieron para la casa.
Allí se dieron cuenta que los estaba esperando el perro desterrado.

_ ¡Quiltro de mierda, carajo!
_ Toma al perro y súbete nuevamente, porque esta bestia no me la va a ganar.

Entonces repitieron el procedimiento, pero esta vez, pasaron de Tobalaba, por Colón, hasta dos kilómetros donde se terminaba el pavimentado, pero doblando dos cuadras a la izquierda de Colón, subiendo dos, dos a la derecha, subiendo dos… hasta que llegaron al ripiado, que tendía a ser con subes y bajas. Nuevamente el padre procedió sin puntería a la lapidación del perro, que corrió asustado.


_ Ahora súbete rápido y que no nos siga.
Llegaron al pavimentado y nuevamente comenzaron dos para abajo, dos a la izquierda, dos para abajo, dos a la derecha… para no dejar olores que el perro pudiera percibir.

Cuando llegaron a la casa, entraron temerosos que allí estuviera la bestia infernal, pero afortunadamente se había perdido para siempre.
El Capulín estaba decaído, no quería comer, parece que estaba con depresión de tanto ser atacado y desplazado. Willy lo había abandonado. Había sido mordido por un forajido matonesco, un extraño en su propia casa, que se había comido todo en su propio plato, y que aparecía y desaparecía produciéndole gran inseguridad. Eso lo obligaba a refugiarse en un rincón, bajo unas plantas mojadas para protegerse. Allí tiritaba toda la noche. La nana de la casa le hacía cariño, le llenaba el plato con leche, pero el perro estaba con su mente perturbada.

Willy y su vecino del frente se entretenían mucho desde que llegó ese perro vago, entonces el domingo se juntaron, conversaron y salieron a caminar a pié haciendo el mismo recorrido que el auto, tras su búsqueda porque querían reencontrarlo. Era un tramo muy largo, porque regresaron agotados y sedientos, como consecuencia de las largas horas de caminata,… caminata que sin duda, dejó un rastro, un rastro que un olfato hambriento, podría seguir fácilmente.

Y justamente aquella misma tarde apareció de regreso el perverso vago, que con todo el espanto de los dueños de casa, se metió a comer la comida del Capulín, lo mordió, mostró sus dientes y le quebró definitivamente su espíritu.

El dueño de casa hizo unos intentos por llamar a la perrera, pero era algo tarde.
El Capulín estaba tan mal que prefirió la calle. Se fue de esa casa y nunca más volvió.

Ya casi comenzaban a encariñarse con el perro intruso, pero a los pocos días, siguió los pasos del Capulín, y también se fue y esa casa quedó sin perro para siempre.

WIRIYO
15.03.2008

LA FAMILIA

Angelina y Pablo, habían tenido dos hijos en quince años de matrimonio; Angela de 20 y Mauricio, de 24 años. Con mucha dificultad, éstos pudieron terminar el colegio y estudiar una carrera en la educación técnica superior.
Mauricio entrando a la adolescencia, ya había llevado a sus primeras pololas a su casa. Era un fauno que cambiaba mujeres con regularidad, hasta que aparecía la siguiente.
A veces las dejaba alojando y las chicas no tenían mayores reparos para no regresar a sus casas.
Unas tras otras iban pasando por esa casa y también las casas de los amigos, y de manos de un amigo a otro. Algunos muchachos también eran recomendados de manos de una a manos de otra amiga íntima, sin secretos de ninguna especie, con una ficha verbal de toda la potencia que daba el músculo, las horas de marcha, velocidad de marcha y el rendimiento.
Los padres no se atrevían a detener los desenfrenos de su hijo mayor, que se tomaba la casa con su grupo de amigotes, bebiendo en exceso, gritando como lo saben hacer los jóvenes, con la radio a máximo volumen, en medio de luces que se apagaban y encendían cada media hora, allí ocurriendo de todo.

_Ultima vez que les aceptamos que una amiga se quede a alojar. Esto no es un hotel.
Si quieren convertir esta casa en hotel, entonces paguen lo que cuesta un hotel.
_¡Pero mamá, por qué te pones así!
_ Porque Uds. dos son unos atrevidos e insolentes. Están estudiando. No tienen dinero, pero quieren que nosotros les paguemos los almuerzos, las onces, las comidas, los tragos y el hotel a sus respetivas parejas y las de reemplazo. Más encima son unos irresponsables que no se dignan lavar lo que ensucian, no son capaces de sacar la basura, no colaboran en nada y cada uno prácticamente vive con su pareja en su dormitorio. Sus parejas son unos vagos que se levantan a las 4 de la tarde igual que Uds. ¿Creen que somos sus sirvientes? No se dan cuenta lo inmaduros que son.
_Ya mamá, basta. ¿Crees que somos cabros chicos para que nos andes retando todo el día?
Uds. también fueron jóvenes, gritaron, patanearon e hicieron lo mismo que nosotros en su época. Si no te gusta como somos, nos vamos a la casa de mis suegros. Allá no nos molestan.
_¿Cómo te atreves…? váyanse, lárguense. Nos los quiero tener más sin hacer nada, mocosos de mierda. Salgan a buscar un trabajo y ayuden en las cosas de la casa. No hacen nada y se quejan porque les mencionan que no colaboran. Pero si se van a ir, váyanse ahora, no en dos años más, porque me tienen aburrida, igual que a tu padre, que ni lo respetan.

Al día siguiente, Angelina y Pablo tuvieron que tragarse su dignidad, cuando vieron que su hijo Mauricio por primera vez empacaba sus cosas, saco de dormir, guitarra, parca, luego de pedirle dinero a su hermana Angela y al pololo, salieron sigilosamente sin hacer el menor ruido con su novia, que más parecía su amante, porque había usado todos los anticonceptivos de los próximos veinte años, pero sólo en uno.

Esa noche, esos apesadumbrados padres salieron donde un matrimonio emparentado para desahogarse, tomarse unos tragos y olvidarse de los adolescentes de la presente generación. Allá pudieron comprobar que ocurrían hechos semejantes, porque los hijos también se alojaban con sus amores de turnos, como si se viviera Sodoma & Gomorra del siglo 21 en forma habitual, propio de la globalización y el condón.

Al observar Angela que su hermano se había ido a vivir a casa de esa mujer, sintió que todas las miradas de sus padres estaban concentradas en su comportamiento. Ellos la instaron a no repetir el mal ejemplo de su hermano. Antes de una semana Angela le había pedido a su enamorado irse a las 12 de la noche, no más besuqueo en el living, se acabaron las encerronas con llave en el dormitorio. Se diría que ella acusó recibo y comenzó a colaborar, a comportarse como la hija modelo que fue cuando niña.

Pasaron algunas semanas, cuando un día llegó de visita Mauricio. Venía solo. Muy atento, cariñoso con todos, respetuoso con su padre, muy alegre, bueno para la talla. Se veía otro al que partió, pero cuando le preguntaron por su chica, manifestó que estaba bien, buscando algún trabajo, pero los suegros y cuñados no muy comprensivos, lo habían echado de esa casa al enterarse que la Lucy estaba embarazada. El no quería tal llegada porque ninguno trabajaba.
_¿cuántos meses tiene?
_ dos, no más.
_¿qué vai a hacer Mauricio?
_ casarme cuando trabaje, poh. qué otra me queda. No me voy a arrancar.
_ puchas, estos cabros… ¿me vai hacer abuela, Mauri?
_¿han conversado de casarse? ¿cómo se llama la niñita con la que te casarás?
_Lucía Pinto. Lucy, para todos uds., papá.
_ No… hemos conversado de casarnos hasta que uno de los dos tenga un trabajo.
_¿Dónde van a vivir mientras encuentran trabajo?
_No lo sé. Porque allá están molestos conmigo.
_Claro, pus. Si te lo pasai en eso no más y les dejai la cabra embarazada. Además no te querís casar. Entonces, no les gustái por eso. Uds. se enviciaron. Pasan en eso todo el día.

Pasaron unas semanas y un día apareció nuevamente Mauricio con la Lucy, que traía la sorpre-sita tan comprimida que no se notaba. Del taxi se bajó el chofer y comenzó a bajar maletas, sacos de dormir, frazadas, la guitarra, parcas, cajas con zapatos, colgadores con ropa.
Tocaron el timbre y abrió Angelina
_ Mamita, te había echado tanto de menos ¿Nos aceptan a alojar por un tiempito corto?
_Mauricio, Lucy, que gusto de tenerlos por aquí de nuevo. Van a tener que acomodarse en el
segundo piso, en tu habitación. Entren las cosas, conversamos y después se acomodan para que queden confortables y se duermen.
_Vamos a tener que comprar algunas cosas que faltan, dijo Mauricio con cierta displicencia.
_¡Que…! ¿ya tenís trabajo?
_ No, todavía andamos buscando. Pero Uds. nos hacen un préstamo por unas semanas ¿ya?
_¿Qué necesitan tan urgente?
_ Una cama de dos plazas con un colchón gigante. Uds. comprenden ¿no es cierto?
_¡Oye que llegaste exigente! y Ud. mi amor, cómo se ha sentido. ¿me ha cuidado al nieto?
_Si tía… Lo estoy cuidando especialmente para que Ud. lo goce cuando nazca, tía.

El tiempo del embarazo se terminó en medio de tremendos estruendos nocturnos de la cama en el segundo piso que golpeaba agitadamente la pared del dormitorio con el respaldo, entre quejidos, gemidos, gritos de euforia despertando a todos dentro de esa casa y a los vecinos, sin ninguna inhibición.
El acto terminaba simbólicamente todos los días a altas horas de la noche, con la misma frase
_Te pasaste guatón. _ Tú también… cada día más rica, y luego se sentían lo pasos hacia el baño, el chorrro de orina en el centro de la tasa, justo en el agua, luego un pedo y minutos después la cascada femenina y la cadena. Ningún vecino del barrio dejaba así de enterarse.

Nació la criatura, fea como noche oscura, aunque todos les dijeron que era precioso.
El bautizo se consiguió con un contacto, sin cursos para padres, pues ellos no estaban para perder su preciosa ociosidad en una iglesia.
Esa tarde se reunieron los parientes de ella y de él, que ni se conocían, recibiendo los consabidos regalos para el durmiente, mientras los padres, tíos, abuelos, festejaron en grande.

Al día siguiente, a pesar de estar muy cansados, los abuelos Angelina y Pablo, se levantaron a lavar la loza, barrer, encerar, sacar la basura, limpiar y ordenar, cuando eran las 5 de la tarde sintieron que Mauricio les gritaba si le podían subir una tasa de té a él y a Lucy.
_ ¿Qué se habrán imaginado estos cabros flojos? Levántense ya, que es bien tarde porque tu padre y yo estamos limpiando desde las nueve.
_Viejita, rájate con un desayuno.
_¿Van a comenzar de nuevo con las exigencias? Bajen, toman desayuno y dejan lavado, en orden, porque nosotros también estamos cansados.

Esa casa fue rápidamente traspasándose de manos de los padres al haragán y la floja que invitaban como antaño a sus amigos y amigas a quedarse hasta las siete de la madrugada, en medio de ruidos de radio a gran volumen, gritos de todos, cantos, guitarreos, abrir y cerrar de puerta porque llegaba la nueva botella y muchos salud por la amistad de tantos años.

El niño feo gateaba por toda la casa, pero sus padres siempre estaban ocupados en su bullicioso vicio. Lucy pasaba exhausta de tanta exigencia, sin fuerzas ni siquiera para postular en alguna pega y lograr su primer trabajo. Ella jamás había trabajado en ninguna parte, ni siquiera para pasar el hambre. La televisión les corroía el alma y ambos se dejaban llevar por un programa tras otro.
Cuando el niño lloraba la abuela allí corría para mudarlo o darle sus alimentos. Ellos estaban muy complacidos de tener una niñera, que les comprara todo e hiciera comida a todos, totalmente gratis. ¡qué mejor se podía esperar!

Pasaron los meses. Mauricio postuló a algunos trabajos, pero sin ningún éxito. Ellos sólo hacían planes para el día que tuvieran trabajo, como si fuera el término de todos sus problemas. Lucy, bajo el pretexto del cuidado de su hijo, no hacía intentos de búsqueda. En nada colaboraba en la casa a sus suegros. Prácticamente pasaba encerrada en su dormitorio, algunos días sin bañarse, sin vestirse, como viviendo entre la ensoñación, la lujuria, la somnolencia y la flojera extrema.

Antes que el niño feo cumpliera un año, su suegra le pidió que se hiciera cargo porque debía salir. Eso no le pareció bien porque ya se había acostumbrado, entonces le replicó.
_ Tía, porqué no lo cuida el tío, porque hoy no me siento muy bien.
_ ¿Cuándo te hai sentido bien para cuidar a tu hijo, limpiar tu dormitorio, lavar y planchar la ropa de Mauricio, ayudarnos a preparar las comidas, lavar la loza, o hacer algo?
_ ¡Qué se mete Ud. en lo que no debe!
_¡Claro que me meto! Naciste cansada. Para eso soy la dueña de casa y en mi casa mando yo.
Eres una mujer floja que nunca va a mover un dedo, esperando que otros se lo hagan todo.
_ Hable con su hijo. ¡A mi no me viene a levantar la voz, señora!
_ Mira Lucy, tú y mi hijo son un par de flojos que no estoy dispuesta a soportar. Lárguense lo antes posible. Búsquense otro lugar. Váyanse a la casa de tus padres, si los reciben.

Esa tarde, cuando apareció el Mauro y Lucy le contó que los echaron de nuevo, entonces se pusieron a hacer sus bultos, llamaron un taxi, lo cargaron y partieron, gritando: ¡el niño lo vamos a venir a buscar otro día!

El feo cumplió cuatro años y jamás lo volvieron a buscar. Sólo el Mauro regresaba cada tres meses a verlo y al rato partía.
Cuando el niño cumplió 5 años, el Mauro regresó definitivamente a casa. Había roto con la Lucy, que jamás demostró interés por su hijo.
Padre e hijo se conocieron mejor, comenzando a normalizase una relación que antes no tenía ningún vínculo. Con el tiempo la yunta se hizo íntima y el padre algo responsable al fin.

WIRIYO

20.12.2007

EL ENCUENTRO

Berta, solterona de cuarenta años, delgada, de corta cabellera rubia, alta, de buena estampa, está llena de aflicción. Comparte un departamento en un barrio de clase media en Santiago con su única amiga algo menor. En sus bebidos lamentos de trasnoche su amiga le sugiere colocar un aviso para contactarse con algún varón. Tiene un fracaso matrimonial del que no hay hijos.

Julio, es un hombre soltero, de mediana estatura, de rostro armonioso, delgado pelo claro, menor de treinta años, que reside en Rancagua con un primo muy amigo desde la infancia, que es un mujeriego, nunca trabaja , un bebedor empedernido. Cincuenta hectáreas de viñas dejan para un pasar con ciertas holguras. Su primo se pasa todos las semanas del año postulando a un trabajo por el diario, sin concretar jamás nada. De tanto mirar avisos, le menciona a Julio un teléfono de cita que ha puesto una mujer.

En su profunda soledad Julio recuerda el número y cuando queda solo, llama.
Hablan con mucha distancia y respeto. La mujer se interesa por lo que dice y cuando está dispuesta a dejarse llevar por la conversación, él comenta que es preferible seguir otro día si es que a ella le parece.

Ella le confidencia a su amiga que encuentra por fin al hombre de sus sueños, pero aún no lo conoce.

El vuelve a llamarla y continúan. Ambos se interesan, pero cuando llegan a una mutua y completa fascinación, nuevamente él le insinúa que es mejor seguir conversando otro día.
En las siguientes conversaciones ambos están vivamente interesados, y comienzan tímidamente a entregar los números telefónicos, y en las próximas, las direcciones y descripciones físicas generales.

Al día siguiente Julio habla con su amigo mencionándole que mañana viaja por un par de días a Santiago; que por favor no orine fuera de la taza, que no le deje cosas botadas en el piso y no pierda la llave. Temprano y con anteojos para sol, el hombre toma un taxi, un tren y otro taxi, para ir al domicilio de Berta. Pide al chofer que hable por citófono para saber si hay alguien que lo reciba y así pagarle. Cuando se pone en movimiento el auto, aparece la amiga de Berta que gentilmente lo hace pasar. Le dice que ahora ella va de viaje a Rancagua, pero que puede esperarla hasta que regrese.

Berta llega a la dirección en Rancagua, toca el timbre y abre el amigo vago, que con la cerveza de siempre, seduce a la mujer que responde ardorosa. Minutos después ambos tienen sexo en el sofá y ella le dice palabras tiernas y amorosas. Vuelven a repetirlo en la cama y luego un cigarrillo bien conversado.
Es entonces, cuando ella le pide que le siga contando lo que había quedado pendiente por teléfono.
El hombre se enrojece, se turba y así se percata que no es la persona que creía. Por suplantación lo insulta y le pega. Indignada, Berta se viste y parte de regreso a la estación.

Julio, aburrido de tantas horas de espera, se despide de la amiga que lo ve desplazase complicado en una ciudad que no es la suya en medio de la oscuridad. Camina unas cuadras, pregunta por una plaza y se sienta en un banco dispuesto a seguir esperándola. Nervioso, nueve las piernas como si le trajeran la calma que tanto necesita. Ha estado bajo tensión por más de 24 horas y ya siente como la espalda le reclama.

Minutos después, llega Berta a su casa en Santiago y su amiga le informa que vino su amor del sur.
Esta pone cara de asombro. Se pinta, se perfuma, acicala su pelo y parte en su búsqueda

Horas más tarde encontró al hombre sentado en esa plaza. Se acercó conversándole y pidiéndole que le terminara de contar el cuento inconcluso por teléfono. Ella notó que el hombre con anteojos ahumados, ya entrada la noche, permaneció impávido, con el rostro impenetrable y el cuerpo inmóvil a pesar de compartir el mismo banco.
_ Julio, soy Berta. Tengo el pelo rubio teñido…, no sabía que tú vendrías. Tu amigo me informó en Rancagua que habías venido a la capital.

Entonces se paró frente de él y con el mayor tino le sacó suavemente los anteojos comprobando que tenía los ojos cerrados.
_ ¿Eres Berta? Estuve en tu casa esperándote toda la tarde y no estabas. Quedé frustrado conmigo.
_ ¿Por qué no querías hablarme? Yo amo a Julio del teléfono, te amo de verdad Julio, tenía tantas ganas de acariciarte, tantas ilusiones...
Y ella le tomó sus manos con los ojos húmedos de lágrimas y las puso en su propia cara para que pudiera aprender sus facciones, sus rasgos, su pelo.
Entonces él percibió su rostro, sus facciones, el largo de su cabello y besando sus manos, le dijo que la había esperado veinte años, desde que perdió la vista.

WIRIYO

28.11.2007

DE VACACIONES

Un día mi padre en la mañana dejó un recado para que en la cena estuviéramos puntuales porque debía hablarnos a todos como familia. Esa noche nos notificó que las finanzas del año no habían sido las esperadas, motivo por lo cual no saldríamos a veranear.

_ Una vez más espero la colaboración de todos Uds., manteniendo este tema como reservado. Como Uds. ya suponen, nos quedaremos por un mes sin salir de la casa, evitándonos así un bochorno social. Aprovechen de estudiar, repasar las materias en que no lograron las notas que con su madre esperamos Así, comienzan bien las clases en marzo.

Se compraba todo anticipado, vociferando en el almacén que era para llevarlo al veraneo. El pan se hacía en casa. La huerta proveía diariamente las verduras y manzanas. El gallinero nos surtía de huevos y la carne blanca. Sólo una nana vieja de confianza, muy fea, salía de compras a la hora más calurosa, tipo tres y media de la tarde, para que nadie la viera trayendo lo que pudiese faltar.

Yo miraba como cerraban las persianas, ventanas y cortinas para que se viera la casa sin moradores. También, se ponían las trancas en las puertas para que nadie pudiera salir, ni entrar durante 30 días.

Al día siguiente, mi padre a la hora de almuerzo nos recordaba las rigurosas instrucciones para todos, que teníamos que seguir al pié de la letra. Sólo escucharlo nos descomponía por completo a todos.

_ Deben mantenerse en absoluto silencio, espero no oír jamás un grito o una risotada. Todos tienen absoluta prohibición de cortar ramas, hacer fogatas, tocar el piano, o guitarra. Pueden tener juegos de naipes, de ingenio, o dibujar. Este obligado encierro era soportado bien por la mayoría hasta una semana. Luego venían las odiosidades, los enojos de unos con otros. Las mujeres tejían o pintaban oleos, muy a disgusto. Los hombres tallaban maderas, escribían poemas. La lectura era costumbre para todos, por imposición. El aburrimiento era lo habitual. Para comunicarnos debíamos hablar en voz baja, entre murmullos.

Un hermano menor, siempre muy rebelde y alocado, se escapó por cierta ventana una noche. En la mañana cuando nos dimos cuenta que no estaba en su cama, comenzó la operación de salvataje.
Mi padre estaba furia. Había que esperar la noche para no ser vistos. Salimos a tocar puertas en las casas que creíamos podría estar. Cuando dimos con su paradero, se negó a asomarse porque pensaba que lo íbamos a matar. Después de muchos argumentos, logramos llegar con él a nuestra casa en completa oscuridad.
Le dieron una zurra que jamás pudo olvidar, porque la autoridad era así. Un mes después lo llevaron donde el director espiritual del colegio para que lo enderezara.

Mi padre tenía la costumbre de madrugar y estaba todo el día atento al orden de nuestro simulado veraneo. Si veía que algunos de nosotros no se comportaba a la altura de las circunstancias, nos miraba levantando las cejas, dándose por terminado cualquier problema.
En las noches mi madre, siempre acompañada por su séquito y nosotros, que éramos ocho hermanos, observados por mi padre, teníamos largas tertulias, algunas muy aburridas por ser obligadas. Adivinanzas que nos sabíamos de memoria, las capitales del mundo, tablas de multiplicar dirigidas a mis hermanos menores, más una que otra anécdota nueva que no siempre eran escuchadas por todos de tanto susurrar.

El baño de la casa no daba abasto para tanta demanda, siempre con alguien esperando en medio de fragantes y penetrantes olores que dejaban nauseabundo los alrededores del corredor. Debíamos tener baldes con agua porque no se podía tirar la ruidosa cadena. El baño siempre estaba semi mojado, con las pozas de algún balde que goteaba. Era la porción de la casa más fresca, pero irrespirable cuando alguien enfermaba y se tapaba la tasa. El sopapo siempre estaba a la vista, a veces húmedo.

En la víspera del término de nuestro encierro, mi padre nuevamente nos sermoneaba sobre el lugar donde habíamos viajado en tren a pasar unas lindas vacaciones al campo, en el sur, para evitar desacuerdos. Nos volvía a repetir que era un secreto de familia que no debíamos revelar a nadie, para no caer en la desgracia de qué dirán. Al bochorno de mi hermano rebelde se le buscaría alguna buena explicación.

Al fin del último día se abrían las persianas, las ventanas, las cortinas, se dosificaba muy bien la basura a sacar, se comenzaba a regar y nosotros aparecíamos de regreso ante nuestras amistades.

Hoy me causa pena recordar esas costumbres tan patriarcales, cuando Chile tenía ciudades más pequeñas y la gente simulaba para tapar sus trancas y aparecer siendo más importantes como personas y familias.

WIRIYO
22.1.2008

EL TELEFONO

_ Aló. ¿Natalia? ¿Cómo estai? … me alegro… ¿dónde estai ahora? … ah…, si poh…, ya… ¿y qué estai haciendo? …claro… ¡que entrete!…¿cómo está la pega? …¿mucha…? yo también estoy saliendo tarde… ¿dónde irás este sábado? …mmm…, si…,no poh…,llámame en un rato más. Chao.
_ Aló. ¿Coté? ¿Te fue bien en tu postulación? si… ¿la dura? ¿cuándo te avisan? …no…no… ¿ es muy fome el Nico? ¿entonces?...si poh…,escúchame Tere, escúchame…si…,no…,ya poh…,te llamo al tiro…¡Chao!

Esta mujer veinteañera, profesional universitaria, que hablaba compulsivamente por teléfono con todas sus amistades durante las 24 horas del día, estuviera donde fuera, siguió haciendo su vida independientemente del número, saliendo los jueves, viernes y sábados en la noche con sus apasionados galanes y amigas de turno. En la semana se recuperaba trabajando su horario y acostándose a las doce.

Un día, viendo las noticias en su departamento compartido, se percató que las transmisiones eran de pésima calidad. Se comentaba como alarmante el descubrimiento realizado por destacados astrónomos de importantes países desarrollados, donde aseguraban que desde algunos días el sol estaba produciendo enormes explosiones que se detectaban como llamaradas radiactivas y vientos solares en todas direcciones. Nuestro planeta estaba recibiendo exceso de radiación movilizando pequeños asteroides que estaban destruyendo todos los satélites de comunicación. ¡Amigos, no se alarmen si esta transmisión no llega a su término!
Dos horas después se produjo lo anunciado. Ella hizo zapping por todo el espectro televisivo sin encontrar ningún canal.

Entonces tomó su teléfono celular y comenzó a llamar a diversas personas sin efecto alguno.
Todos los teléfonos marcados estaban muertos. Muy enrabiada por lo sucedido, se puso su abrigo para manejar hasta el departamento de sus padres. Ella se desahogó con ellos, que la escucharon pacientes. Después, en esa casa volvió a marcar su celular y sólo ahí se dio cuenta que no tenía señal. Salió a la terraza y compulsivamente volvió a repetir sucesivos teléfonos, hasta que de impotencia se largó a llorar.
Entonces sus comprensivos padres le sugirieron hablar desde el otro de red fija y marcó muchos números, pero sin resultado.

Una semana más adelante, ella comenzó a tener problemas; no tenía ningún control sobre nada, cayó en depresiones, tenía arrebatos de cólera, sentía que su vida carecía de sentido, tenía trastornos de sueño, pero debía seguir trabajando en una empresa que no funcionaba, porque cada uno no podía hacer bien su trabajo. Dejó de ocupar Internet, teléfonos, celulares, se sentía indefensa y aislada. Los computadores funcionaban, pero por internet nada salía, ni llegaba. Todo el personal de las empresas estaba confundido, los trabajos quedaban a medio terminar o si se terminaban, se imprimían, se enviaban a dejar y retirar por mano. Gradualmente los trabajadores de las empresas tuvieron que resignarse a regresar a la década de los 70. Los estafetas y auxiliares ahora transportaban la correspondencia, los antiguos correos manuales volvieron a emerger con fuerza entre los llantos histéricos de algunos que aún no se adaptaban a vivir en los nuevos tiempos. Los correos cobraron tanta importancia que eran recibidos con alegría, con cordiales saludos, ganando mucho dinero por el oficio realizado.

La veintiañera debió ir numerosas veces al neurólogo y hasta el siquiatra por la soledad que la abrumaba. Licencias médicas en reiteradas ocasiones porque sufría el “síndrome de incomunicación telefónica”, que también sufrían otras personas dependientes del celular.
En muchas empresas comenzaron a reducir personal. Los gobiernos sufrieron severas consecuencias. Las campañas políticas se arruinaron porque los partidos perdieron esa herramienta para convencer a las masas. Todas las encuestas telefónicas desaparecieron. Vino un período apocalíptico, donde las personas comenzaron a tener diferentes miedos y temores, se acercaron a sus religiones, rezaron para que no fuera el acabo de mundo que muchos predecían asustando a la mayoría.
Algunos masones comenzaron a creer en Dios y fueron a misa, otros ateos también. El mundo estaba volviéndose loco.
Consultas siquiátricas y sicólogicas estaban llenas a tablero reventado. Gente internada en clínicas mentales por decenas de miles.
Por millones se trasladaban a vivir al campo, arrancando de la histeria enfermiza que los contagiaba.

El castigo divino fue aceptado con humildad luego de algunos años de exilio comunicacional, con grandes pérdidas para las empresas multinacionales que se empobrecieron.
Gente sin trabajo deambulaba por grandes urbes solicitando comida eran reprimidas brutalmente por las policías y fuerzas especiales. América Latina se transformó nuevamente en el pariente pobre, que prefería el suicidio, a seguir mendigando por su propia dignidad.

La prensa comparaba los problemas actuales con los de la peste negra sufridos en Europa en los finales de la época medieval. Las UN y OEA fueron más inoperantes que de costumbre y aunque algunos discursos fueron brillantes, la burocracia mundial nada pudo hacer, como siempre es usual. En Africa sufrieron el mayor impacto del siglo porque no había donativos. Todo era caótico. En Chile, hubo renuncia del presidente cuando se vio sobrepasado por terroríficas circunstancias. Tuvieron que llamar a nuevas elecciones. Surgieron nuevos movimientos políticos con motivo de tan devastador efecto.
Dos años más adelante la veinteañera renunció a su trabajo, abandonó su departamento y partió con rumbo desconocido. Sus padres y hermanos intentaron buscarla, pero jamás supieron dónde.

Pasaron algunos años y cuando ella estaba recuperándose de tanto sufrimiento, volvieron las transmisiones televisivas y comenzaron a sonar nuevamente los celulares.
¡Dios nos ha salvado del juicio final! ¡Gracias Dios mío, por ayudarnos en este espantoso trance!
Ella finalmente se acostumbró a vivir en una organización social diferente, a visitarse con sus vecinos, y nuevas amistades muy lejos de Santiago.

En esos años llamó por teléfono a sus padres para confirmarles que renovaría los votos en el convento de las monjas Carmelitas Descalzas. Ella era feliz y deseaba dedicar su vida al Señor.




WIRIYO

1.12.2007

domingo, 30 de marzo de 2008

ABDON BAQUEDANO

Abdón Baquedano Cienfuegos era un joven sonriente que pasó su juventud como un torbellino sin jamás saber que esa característica era la de un hiperactivo.
En su colegio, desde muy temprano, fue un personaje atípico. El penúltimo de ocho hermanos, tenía una personalidad exuberante, divertido, irrespetuoso, tan metido a grande que prefería conversar con los papás de sus compañeros y amigos. Entrador como sólo a él le resultaba, siempre estaba riendo, con un desplante suficiente para hacer todo lo que se proponía con las mujeres, sus padres y amigos.

A los papás de sus amigos los tenía convencidos que sus apellidos eran de mucho abolengo y algunos en su colegio, fueron invitados “a su fundo allá en Bulnes” como él solía decir. Luego pasaba años contando que habían ido sus compañeros, fulano, zutano y merengano. Su padre era un hombre bonachón, bajito, menudo, de vestir añoso. Su madre, de eterna sonrisa, tenía su puerta abierta y la mesa lista para servir a cualquier hora, las camas hechas esperando alojados con las sábanas siempre remendadas, especialmente en Bulnes.
Ambos padres, profundamente creyentes, entregaron a sus hijos más allá de toda norma para evitarles los baches que ellos habían vivido.

Cuando Abdón tenía 15 años su padre falleció y su madre tuvo que sobreponerse al dolor, saliendo a buscar un trabajo en lo que ella sabía. Dulces y pasteles, era lo que vendía en los colegios religiosos de sus hijos. Desde entonces la familia sobrevivió gracias a la cooperación de algunos parientes acomodados.
Crecieron esos hijos en medio de la estrechez, con ropa heredada, remendada, cercanos a los amigos que tenían a cambio de su simpatía, siempre invitando a su fundo ahora arrendado, pero reservándose la casa para sobrevivir los años malos que no terminaban nunca. Tres de los hombres fueron a la universidad, las mujeres se fueron casando y los últimos estaban buscando a la mujer ideal.

Abdón era el buscador más tenaz que pasó de soltero a solterón y aún seguía buscando su princesa ideal, sin transar sus características: católica, inteligente, bonita, simpática, sociable y de familia con muy buena situación económica. Tanta estrechez le había dejado una profunda huella.

Cuando tenía como 35 años conoció aquella con tales características. Hacía varios años que ya trabajaba, conoció a sus suegros y comenzó a hablarles del fundo, de fulano, zutano y merengano que habían ido numerosos inviernos y veranos allá, de cuando estaban en la universidad, de sus parientes y el árbol genealógico de su familia, de la cantidad de hectáreas que heredó su abuelo de su tátara, de los amigos adinerados, los ricos de su familia, los parentescos, los conocidos, los contactos, sus variadas amistades. Estaba a un paso de saltar a la corona de España en el siglo 17 y su parentesco con el Conde de Alba, cuando el suegro le dio la aprobación para casarse, pero como a la hija aún le faltaba un año para titularse, tuvo que integrarse a vivir con esa familia en un inmenso caserón atendido por 3 nanas.

Así Abdón marcó su pasó a la gloria estrenando un nuevo cargo porque su suegro era influyente. Entonces vino la gerencia general como premio, por el hecho de ser yerno.
El directorio quedó impresionado con el fundo, los contactos, su genealogia y las hectáreas que sus antepasados habían heredado, pero luego de un año comenzaron a mirar los resultados de la gestión del gerente, y entonces no les importó despedirlo.

Conversando los acontecimientos locales con su suegro, llegó a explicarle que él había perdido el cargo y si era posible recuperarlo. Como era tal el amor de ese padre por su hija, no vaciló en abrir otras puertas para su yerno, con tal que nada faltara en la felicidad de su niña.

Una semana de vacaciones bien merecida y pronto lo llamaron para otra gerencia general. Esta vez se dejó constancia en el contrato de una indemnización a todo evento, por si los parientes, y los antepasados importantes no impresionaban. Y tampoco impresionaron.

Entonces volvieron a fumar la pipa de la paz con su suegro.
Allí él le aconsejó tener un hijo del cual hacerse responsable, amarlo, porque quizás así podría sentirse más estimulado al trabajo y menos a contar acerca de lo que ya sabemos.
_ Tiene toda la razón, don Eulogio. Claro. Pero, si Ud. pudiera…
_ Ud. sabe Abdón que yo lo voy a ayudar porque amo a toda mi familia. Descuide Ud. que me acercaré a otras puertas. Téngalo por seguro. ¡Gracias don Eulogio! ¡Salud Abdón! ¡Salud!

Tres semanas más tarde Abdón Baquedano estaba al mando de una nueva gerencia en otra empresa. Siguiendo los consejos del suegro no habló nunca más de su estirpe, dedicándose a trabajar como nunca jamás lo había hecho. Al comienzo se sentía a contrapelo, llegaba temprano y se iba tarde, pero andaba contento, entusiasmado, tanto en el trabajo como en la casa, porque su mujer se había embarazado por primera vez. Jamás en su vida estaba con tantas ganas de ponerle el hombro al trabajo para lograr traspasar esa barrera del hombre fracasado. Deseaba matar esa getta que lo perseguía desde su primer trabajo. Ahora estaba casado con una hija y debía dar un buen ejemplo del marido y padre proveedor.

Pasaron algunos años y era papá de una niñita, cuando su suegro murió de un infarto.
Personas muy influyentes de la ciudad y la provincia llegaron a presentar condolencias, se realizó un entierro con gran pompa y él se fue con su señora, sus cuñadas y suegra para acompañarlas por el día.

A su regreso a la empresa, fue llamado al directorio y el presidente comenzó a hablar de la grandeza del suegro, de la gran pérdida para el directorio, para la ciudad, la zona, para la familia y también para Abdón.
_ señor presidente: agradezco las bellas palabras que ud. ha tenido para mi difunto suegro y espero que al no encontrarse él ahora, lo pueda seguir honrando con mi abnegado trabajo en la gerencia y Dios mediante, en algunos años no muy lejanos, en algún futuro directorio.
_Escuche señor Baquedano, lamentablemente este directorio tiene el deber de informarle que no lo podremos seguir teniendo con nosotros porque su suegro ya se encuentra fallecido.
_pero…¿qué tiene que ver su muerte con mi trabajo?
_ El nos pagaba puntualmente de su bolsillo el sueldo que Ud. recibía todos los meses durante los últimos cuatro años. ¡Se cierra la sesión!



WIRIYO
7.01.2008
NACIDO EN EL CIRCO :

A la ciudad había llegado un circo más. El estelar era un mago que entre diversos trucos, tenía una falsa guillotina para hacer pruebas con el público.
Llegado el momento más esperado, el ilusionista solicitó a un voluntario. Desde los asientos surgió un hombre de contextura corriente, de unos treinta años, de rostro agradable, que se adelantó hasta el mago. Colocada su cabeza en la guillotina, el mago aseguró con delicadeza que el mecanismo funcionara como siempre. Redoble de tambores y la filosa hoja cayó con violencia sobre el cuello del hombre. El público aplaudió a rabiar, el encantador terminó su acto inclinándose en señal de agradecimiento y cuando él tomó la caja donde supuestamente había caído la cabeza, se encontró que ésta lo miraba con ojos desorbitados e indignación, que lo hizo saber mediante insultos que lo descalificaron.

Aterrorizado el mago, tomó la caja retirándose de la escena en medio de una ovación. Mientras anunciaban el número siguiente, él se fue hasta su camarín con la cabeza viva, que no dejaba de mirarlo e insultarlo.
El la tomó con mucho cuidado, lavó la sangre, curó sus heridas, le dio un vaso de agua con un calmante y minutos después la cabeza expiró.
Esa noche el hombre del circo estaba desvelado, dormitó a sobresaltos pensando que debería responder a la policía por su fallido acto y en la mañana, muy temprano, se encontró que al observar la caja allí estaría la cabeza del muerto. Le sacó la tapa, pero estaba él nuevamente mirándolo.
_Hola mago maldito ¿cómo dormiste? Estoy muy acalorado, apenas respiraba con la tapa puesta.
_Yo te creía muerto.
_ También pensaba lo mismo, pero sigo vivo. Nunca he sido rencoroso. Mi nombre es Pedro ¿y el tuyo?
_ Me dicen el mago Marlén, pero soy Juan Jiménez, casado, dos hijas y me gano la vida haciendo trucos. Lástima que contigo no resultó. Te pido disculpas. Lo siento.
_ Tengo que decirte que estoy indignado contigo, porque eres un farsante que me arrebataste mi vida. Siento dolores en el cuello y deseo que alguien me cuide, porque yo no puedo valerme por mi mismo.
_ Yo mismo seré como tu padre. Yo te cuidaré. Te lavaré el pelo, los dientes, la cara, te afeitaré y daré de comer cuatro veces al día.
_¿Que ocurrió con mi otra parte? ¿Existe la posibilidad de ser operado para quedar normal como era?
_ Tu otra parte se la dieron a los leones para no dejar rastros. Lo sugirió el dueño, sin que el público notara.
_ Mago ¿qué vamos a hacer hoy, dónde me llevarás? Recuerda que no estoy acostumbrado a vivir encerrado sin cuerpo. Marlén, tú cumplirás con tu promesa, haciendo que no me sienta sólo una inútil y loca cabeza.
_ ¿Dónde puedo llevarte, Pedro? No conozco tus hábitos, gustos y tú deberás ayudarme.
_ Deseo visitar a mi madre para informarle que sigo vivo aunque muy diferente. Anoche no llegué a alojar. Después quisiera ir donde mi novia para lo mismo. Finalmente donde un amigo.

Juntos salieron el ilusionista con la caja tapada y Pedro adentro. Este gritaba en la calle que se ahogaba y si le podía sacar la tapa, a lo que Marlén accedió, pero sólo la entreabrió para no causar alarma en la gente. Camino a casa de su madre Pedro estornudó y el mago le pasó paternalmente su pañuelo por la nariz.
Al abrir la puerta una señora sesentona, el mago se adelantó a decir que traía noticias de su hijo Pedro.
Una vez sentados en la salita, la señora comenzó escuchar una tenue voz que gritaba. El mago sacó la tapa y la madre al ver dentro la cabeza de su hijo, casi desmayó.
_Mamá, no te preocupes. Estoy bien, cuidado por mi nuevo amigo, Marlén. El se comprometió. No puedo trabajar ni producir dinero para la casa, pero comprende que en mi nuevo estado tengo limitaciones.
_Hijo querido… mira cómo te han dejado… Cómo vas a vivir de esa manera…
_Mamá, deja de pensar en eso. Yo sigo tan vivo como siempre, pero en un estado físico distinto. No he perdido mi alegría, mi inteligencia, salvo que debo aprenderlo todo de nuevo.

En la casa de la novia, Pedro se puso a gritar para que lo destaparan y aquella se desmayó. Cuando volvió, lo miró con recelo y espanto. Luego de un breve monólogo ella cortó el compromiso, diciéndole que eso no era lo que le había prometido meses antes. Que jamás volviera a su casa y como niña contrariada, los echó fuera a ambos.

En la casa del amigo, el mago le explicó que Pedro tuvo un accidente, preparándolo para aceptar la nueva realidad, mientras Pedro yacía dentro de la caja. Cuando lo destaparon, se encontraba profundamente dormido y su amigo pudo verlo.
Al despertar, conversaron y su amigo expresó que era una lástima que no pudieran salir con las chicas, no pudieran jugar fútbol, no pudieran ir nuevamente a pescar, ni de vacaciones.
_ Pero, tú puedes venir a verme y conversamos, porque nos reiremos igual.
_No es lo mismo. Nunca va a ser igual, pero podemos intentarlo, le dijo con tristeza su amigo.

Esa noche Pedro se desveló pensando que perdería a todos quienes visitara, no a su madre.

Como Marlén debía cumplir sus compromisos con el circo, pensó que lo mejor era llevarlo a su casa con la familia y explicarles que necesitaba colaboración.
Días después, partieron ambos en tren a su ciudad. En casa y con la caja entreabierta, comenzó una larga explicación a la señora y sus dos hijas. El mago hacía gestos para instar a todos a darle ánimos a Pedro. Cuando sacó la tapa y vieron la cabeza que los miraba y se presentó como Pedro, no hubo ningún impacto. Lo sacaron y lo pusieron sobre un plato para que participara en la hora de la comida. La señora le dio de comer con cuchara , mientras le preguntaban acerca de su vida, antes del accidente.
_Era empleado fiscal, en la Tesorería. Tuve unas novias y eso es todo. ¿Uds. cómo se llaman, qué hacen?
_Yo soy Gloria y me encargo de la casa. Ellas son nuestras hijas, Sara la mayor, que trabaja y Laura, que estudia estilista en peluquería para tener su propio salón.

Pararon los meses y Pedro se comenzó a sentir muy cómodo en ese nuevo hogar.
Pedro era instalado sobre un plato si estaba en el comedor y sobre un cojín si era en la salita, porque se producían entretenidas conversaciones en medio de las comidas, todos bebiendo agua, vino, o hasta licores en fines de semana. Allí era cuando Pedro se achispaba y comenzaba a lanzar piropos a las jóvenes.
Un día estaba Laura cortándole el pelo a Pedro cuando éste le dijo que estaba enamorado de ella y preguntó si podía darle un beso. Entonces ella acercó su rostro para ser besada en la mejilla.
_No, así no; un beso en la boca.
_ Oye, qué te crees tú. Sólo por esta vez. Pero no te imagines cosas conmigo. Sólo somos amigos.
_ Bueno, una sola vez, pero tienes que acercarte y sostenerme la cabeza con fuerza hacia ti.
Laura se acercó con algo de espanto a la boca de Pedro, pero entonces la lengua de ella se humedeció, buscó la suya y la presionó luchando por encontrar el sabor del menú del almuerzo. Difícil fue distinguir cual era el más ardiente por penetrar al otro hasta sus mismas entrañas.
Para la joven Laura era su primer beso, pero tan apasionado y desconocido, que habría seguido por horas, pero finalmente, lo fue soltado muy a desgano para terminar enrojecida, jadeante y excitada. Le había gustado muchísimo, pero se lo guardó para si.
_ Eres adorable Laura, gracias por tu gesto. Tú sabes que mi vida no ha sido fácil desde que perdí el cuerpo.
Bueno, ahora no tengo que lidiar con los dolores a una rodilla.
_ Está bien, tú eres muy especial, Pedro. ¿No te lo habían dicho?

Las cosas continuaron entre ambos en absoluto secreto, y el resto de la familia nunca se percató de nada.

Muchísimos años después, Laura ya casada, con hijos de colegio, seguía con una caja sombrerera forrada en raso rojo guardada con gran sigilo en su casa y apenas se producía un leve roce con su marido, se encerraba con llave, la sacaba y volvían a besarse con pasión. Ella estaba obsesionada con Pedro, que no envejecía, lo amaba con locura, quería un hijo suyo, y lo tuvo como amante secreto, alimentándolo hasta su muerte.

WIRIYO
25.10.2007

JOSE MENDOZA

José Mendoza, de 70 años de edad, jubilado, canoso, alto y enjuto, había enviudado quedando completamente solo en su antiguo caserón de dos pisos.
Sus hijos ya casados, que le habían dado varios nietos, pudieron acompañarlo sólo algunos días después del funeral en breves turnos que se impusieron.
Después sufrió depresiones, angustias y otros síntomas que soportó con estoicismo de la edad..

Algunos meses después, entre sus oraciones a Dios, comenzó a encender una vela frente a la foto de su única compañera: Mirella. No era hombre creyente, pero esta práctica lo hacía sentir más cercano al espíritu de ella.

Una llamada de su cuñada y el marido anunciando visitarlo, lo hicieron aceptar con mucho desgano. Ellos comentaron lo usual en este tipo de ocasiones, agregándole que como lo notaban más delgado, más silencioso y desanimado, era conveniente que consultara a un especialista.

Semanas después y rebelándose a lo sugerido, comenzó a conversarle a la foto de su señora que colgaba en su dormitorio. Allí mismo también colgaban los cuadros de sus padres.
_ Mirella ¿por qué no te cuidaste mucho antes, a tiempo? …si hubieras visto a los médicos…
_ José. Te veo descuidado en tu persona. Aliméntate bien. Yo estoy atenta a que no sufras de más. Sale a visitar a tus hijos, a tus nietos y tus hermanas.
_ Mi amor, te extraño mucho y seguiré amándote hasta que arriba nos juntemos de nuevo.
_ José, no puedo seguir conversándote porque en mi nueva residencia, también tenemos
actividades que ejecutar. Ahora me están llamando. Chao mi cielo.
_ Mirella, no me dejes… Mirella, …
Luego de enjugarse los ojos, con gran frustración, el viejo se puso de pié, para ir al jardín.

Días más adelante, el viudo comenzaba sus conversaciones nuevamente.
_ Mamá, papá ¿uds. han visto a Mirella?
_ No hijo, respondió la madre. No siempre nos envían al mismo lugar, por eso no la hemos visto.
_ Pero Uds. están en el cielo. ¿Pueden preguntar por Mirella a un ángel que esté de turno?
_ No sabemos con certeza si estamos en el cielo, José. Estamos en un lugar muy agradable.
Nosotros tenemos actividades ahora. No podemos seguir conversando.
_Mamá, mamá… no me dejen

José terminó llorando de emoción, alegría, pero estas conversaciones sobrenaturales lo hacían sentir más cercanas sus pérdidas. Después le llegaban energías y un vigor suficiente para alimentarse, afeitarse, hacer aseo y regar. Casi no salía, excepto para comprar comida.

La vida de José comenzó a cambiar desde el día en que se comunicó por vez primera.
Sus depresiones casi desaparecieron, el abandono en que se encontraba también. Comenzó a dar paseos por su barrio, saludando a quienes encontraba, porque andaba animoso.

_Mirella, mamá, papá, les prendí una vela a cada uno frente a sus cuadros para ver si podemos conversar.
_ José, te habla Mirella. Me da gusto verte mejor. Estás más contento y eso me alegra mucho.
_ Mireya, hace dos días que te estoy hablando y no me respondes ¿qué te ocurría?
_ Bueno… no se cómo decirte, pero aquí no podemos mentir. Yo no estoy aún en el cielo.
Vine al purgatorio y estaré un tiempo hasta que pague los pecados cometidos en mi vida.
_ ¡Pero, que injusto! Tu siempre fuiste una buena persona con todo el mundo, hiciste obras de caridad, fuiste a comulgar todos los domingos, querías a ricos y pobres, amabas a tus hijos, me trataste como nadie en mi vida. ¿Por qué el purgatorio y no el cielo que te merecías?
_José, me están llamando a mis actividades. Recuerda, aquí tenemos labores que hacer.
_ Mirella, ¿por qué siempre tuviste la mala costumbre de dejarme hablando solo?

Algunos días después, frente a las velas encendidas, nuevamente José rogando hacer contacto con alguien del más allá, suplica
_Papá, mamá, Mirella, hay alguien que me escuche.
_Te habla Mirella, José. Te veo cada día mejor. Más entusiasmado con tu vida, más optimista…
_¡No me cambies de tema Mirella! Dime ¿porqué no fuiste al cielo si eras la mujer perfecta?
_José, cuando estabas trabajando, algunas veces salí con otros hombres sin que te enteraras.
Fue por el aborto de uno que me enamoré, que jamás te mencioné.
_ Mirella, yo no puedo creer lo que estás diciendo. Eso es falso, porque tú eras una buena mujer.
_José, yo te hice creer que era buenísima, pero me pasaron la cuenta, también por mentirosa.
_ Entonces bien muerta estás, quédate allí 10 millones de años por degenerada. …y no te prendo una vela más. Tampoco sigamos conversando porque no me interesa.


WIRIYO

8.12.2007

TERTULIA DE LOS SANITARIOS

En el baño principal, a ventanas y puertas cerradas, estaban los artefactos sanitarios muy tristes y desganados por falta de trabajo, cuando el lavatorio gritó tentado de risa:
-- ¡Despierten muchachos! ¡Hagamos algo! Les propongo un juego. Como hemos estado bastante abandonados en las vacaciones, les sugiero que cada uno diga cual de nosotros cree ser el más importante y por qué.
_ ¡Yaa...! respondieron todos.
_ Como yo propuse el juego, comenzaré primero, dijo don Lavatorio Lucchini.
_ Creo ser el más importante, porque trabajo más que todos Uds. Todo el día me sacan agua, para que los dueños de la casa se laven los dientes, las manos, la cara, se peinen. Además, me sacan agua caliente para hacer gárgaras con sal, me sacan agua fría para tomar los anticonceptivos y las pastillas para dormir. ¿quién hace más cosas que yo?
_ Eso no es nada -- dijo doña Tinna Spina – porque yo los acojo a todos temprano a espantarse el sueño, a sacarse diariamente la mugre. Los miro a todos desnudos y tengo la mejor vista. Uds. saben que eso también excita, cuando se entusiasman bajo mi tibia lluvia. Además, los relajo a todos cuando me llenan con agua caliente, después de hacer deportes y también para sacar resacas de largas tomateras.
_ Sale p’allá cachetòn, expresó Sir Water Scott. Yo no tendré agua caliente, pero les alivio el alma, porque cuando se sientan sobre mí, me cagan, me mean, me tiran pedos, mientras se cultivan con diarios, libros o revistas. Además, piensan y meditan en cosas profundas. Ahora, hablan por celular y hacen panoramas, porque soy inspirador.
_ ¡Es que tú perteneces al mundo intelectual! dijo el Lavatorio.

_ Yo no soy intelectual, pero práctico por esencia, respondió don Bidet Coulon. Después del acto llegan a lavarse con mi agüita caliente. Llega la menstrualidad y ¿a quien acuden? a mí solamente.
_Cuando andan con el trasero mal limpiado, los dejo suavecitos.
_Cuando molestan las hemorroides, nuevamente yo les curo el malestar.
¡Sir Water, doña Tinna y don Bidet, se sienten importantes porque son boyeristas! exclamó don Lavatorio. ¡Sólo hablan de sexo! ¡No miran otra cosa!
_Cuando llega el verano, don Lavatorio no refresca a nadie, respondieron con enojo.
_ No sigamos discutiendo porque perdieron, dijo Sir Water. Cuando llega el viejo curado, se arrodilla, me abraza, rogando que le reciba la mala caña que tomó y lo dejo como nuevo. En agradecimiento, me deja medio litro de baba.
_ A ti te devuelve el viejo, pero su hija vomita conmigo cuando quiere adelgazar, dijo don Lavatorio.
-- ¿Quién se va a desahogar contigo? acotó muy picado, Sir Water.
_ ¡Silencio, silencio chiquillos! Así no podemos jugar. Sólo estamos peleando y afloran malas ondas. Cambiemos de juego, dijo doña Tinna. Yo propongo que hagamos otra competencia ¿quién tiene una familia más antigua? Bueeno..., dijeron todos. pero, sin cagarnos...porque Sir Water ya está acostumbrado.
_ Don Lavatorio dijo descender de la antigua nobleza caldea, egipcia, babilónica.
Me los gané a todos. – Eso está sin discusión.
_ Yo también pertenezco a la misma familia, pero de mayor jerarquía por el tamaño, dijo irónicamente doña Tinna. Sólo los nobles, los aristócratas y los guerreros triunfadores me usaban – agregó.
_ ¿Esos nobles aristócratas, dónde creen que cagaban? dijo riéndose Sir Water.
_Sigan jugando Uds., dijo don Bidet, porque ahora me siento medio trancado.
_ ¡Chiquillos! dijo doña Tinna, como siempre muy copuchenta.
_ ¿Saben que don Bidet anda enfermo hace tiempo?
_ ¡Ooh, no! exclamaron todos.
_ ¡Lo van a intervenir pronto con un sopapo!
_ ¡El año pasado yo también fui tratado de urgencia! dijo Sir Water.
_ ¿De queé? preguntaron todos asombrados.
_ ¡Me instalaron una válvula nueva! ¡La otra no cortaba bien el chorro!
_ ¡No hay bolsillo que resista tanta operación! dijo uno. Otro agregó que los tiempos estaban cambiados, porque ahora, cuando envejecemos, nos mandan cambiar y un día cualquiera nos reemplaza un artefacto joven, sin experiencia ninguna.
_ El otro día escuchaba que eso también les ocurre a las personas y viven todos alterados, comentó doña Tinna.
¡Al final, no somos tan distintos! Casi parecemos humanos.


WIRIYO Julio 10 del 2003

TRAS LA ULTIMA ESPERANZA

La conoció en una librería. Sus ojos se reflejaron deslumbrados como espejos enfrentados.
No recuerda ya como rompieron el hielo, pero lo cierto es que a poco andar entrelazaron los dedos con asombrosa naturalidad y caminaron juntos por ese parque, absortos en su mutuo descubrimiento. Tampoco tuvieron noción de cómo transcurría la tarde cuando tomados de la mano conversaban de sus cosas.
Se llamaba Teresa y trabajaba como vendedora en una editorial. Ese día disponía de tiempo o más bien, éste perdió su sentido. Charlaron de todo y de nada, hasta que tuvo un sobresalto cuando ella súbitamente le dijo que podrían terminar la jornada en su departamento sirviéndose un trago. Y diciéndoselo, le apretó la mano.

Iba a ser suya de inmediato. El corazón casi se le sale por la boca. Ella, sin esperar respuesta, lo remolcó con suavidad hacia su domicilio, a no más de cinco minutos caminando.
Ella le conversaba de diferentes tópicos y no cesaba, quizás para disimular. El con la garganta seca, apenas pudo comentar con torpes monosílabos.
Cuando cruzaron el umbral de su departamento, Teresa lo besó prolongadamente apretando su cuerpo contra el suyo y él le devolvió un apasionado beso. Lo hizo de acuerdo a lo que se espera en un trance como ese, mordiéndole suavemente los labios, cerrando los ojos y apretando con las manos su trasero, como si quisiera fundirla contra él. Ella gimió y mientras lo hacía, lo arrastró hacia su dormitorio.
La cama era el destino final que los uniría. Abrazados, se desplomaron en ella y mientras se revolcaban se preguntó con cierto pánico si esa dureza sería suficiente. Tenía fe en su deseo y su potencia, pero no estando totalmente seguro, detuvo la mano de la mujer que recorría ansiosa por su abierto pantalón.

Entonces la besó en los labios para prolongar la angustia deliciosa antes del ardoroso acto.
Ella insistió nuevamente en lo mismo, pero él esperaba que su órgano respondería del modo que se presume en estos casos, pero por el momento lo sentía sólo blandamente interesado, como si recién estuviera considerando el caso.
Se preguntó si debía permitirle a esa tipa que se lo tomara para enardecerlo de una vez por todas, pero Teresa hizo presa de su miembro. Sin ropas, lo apretujó como al cogote de una gallina antes de morir.
Lo manipulaba sin efecto alguno. En verdad esa porción de si mismo estaba por completo al margen del suceso. Teresa le hizo sexo oral y en un último ímpetu de desesperación multiplicó sus fuerzas, pero si en algún momento se enderezó, en manos de Teresa, terminó por un piadoso recogimiento perdiendo todo el terreno ganado.
_Mi amor, dijo él vacilante y con el rostro ardiente como víctima de esos sofocos que sufren los viejos con problemas circulatorios.
_¿Qué imbécil? gritó ella con repentina violencia y desdén.
De un salto se paró frente a él, y detenida al pié de la cama lo miró como quien observa una cucaracha.
_Pero mi amor ¿qué te sucede? Esa pregunta de más, aumentó su bochorno.
_ Si no puedes ¿para qué viniste? Si eres impotente ¿para qué te metiste conmigo?

Ella contemplaba su desverguenza porque él se había quedado de espaldas en la cama con los brazos cruzados detrás de la nuca y sólo la miraba a hurtadillas, en el más absoluto silencio. Era tanta la indignación de esa mujer que había puesto su alma para obtener una ardorosa tarde de placer, que se abalanzó sobre el hombre golpeándolo con sus puños en pleno rostro. Aterrado, él brincó de la cama mientras era perseguido por ella con gritos de furia, obligándolo a salir desnudo fuera de su departamento, con la ropa que alcanzó a sacar. Se encontraba en el pasillo de los ascensores y tras un sonoro portazo agazapado en la caja de escalas muy humillado, comenzó a colocarse los calcetines, los calzoncillos… hasta que terminó su ritual. Entonces se acercó nuevamente a su puerta y tocó el timbre con prudencia. Cuando ella abrió muy seria, entregándole la chaqueta y un zapato, entonces él puso su mano en el umbral, le dijo adiós… y ¡perdóname! ¿Te puedo llamar otro día?

WIRIYO
10.11.2007
EL POSTULANTE :

La caravana recorría las calles donde colgaban lienzos, multitudes con pancartas con los nombres y fotos de los candidatos a diputados, senadores y también el del propio postulante por un nuevo mandato en el palacio presidencial.
En las cuadras finales, aumentaba la gente que lo vitoreaba a su paso con saludos, entusiastas gritos y en el pórtico una comitiva de mujeres que lo esperaba al bajar de su automóvil. Cuando se abrió la puerta y apareció el postulante con el brazo en alto rodeado por su guardia de seguridad, el entusiasmo llegó a su apogeo.

Besó a unas gordas, a otras feas, algunas viejitas y muchas guaguas, hizo el pasamanos, mientras la prensa local e internacional dejaba testimonio de la magnitud del evento, con el destello de las luces de cientos de fotografías.
Una vez instalado en el escenario, frente a una docena de micrófonos, sonriente, alzó ambos brazos hacia la multitud en diversas direcciones. Cuando el murmullo casi desapareció, entonces comenzó.

Queridos conciudadanos: luego de largas jornadas de arduo trabajo por los diferentes y cada uno de los estados de nuestro territorio, he escuchado el clamor de la gente que no ha sido atendida, de aquellos más pobres, de los jubilados, de los que no reciben el debido respeto en los hospitales…
…para que los delincuentes no sigan dueños de las calles y lugares públicos, para que la justicia les llegue con prontitud a todos por igual, para que no sigan robándose los fondos fiscales y Uds. continúen esperando…
…he decido ofrecer en mi programa de gobierno muchas reformas que los beneficiarán a todos.

Una de las más importantes medidas, será borrar todos los antecedentes penales del 10% de los delincuentes comunes más inteligentes que cumplen penas en las cárceles de alta seguridad y el 10% de los delincuentes económicos más brillantes presos en Capuchinos y formar con ellos la mitad de mi gabinete ministerial. Lo peor… lo peor sería que lo hicieran mejor que los actuales que han dirigido el país en los últimos tiempos, haciendo las cosas mal y llevándoselo todo. Han robado del deporte, de ferrocarriles, de muchos ministerios, de todas partes y la corrupción se ve por doquier.
Otra importante medida será congelar los precios de los alimentos básicos, los combustibles, la electricidad, el agua potable y el gas licuado. Algunos se preguntarán ¿cómo será posible, sin llevar a la quiebra a esos empresarios? Lo podremos señores, lo podremos…porque con las mentes iluminadas de nuestros amnistiados futuros ministros, lo vamos a lograr.
¡Viva…! ¡Viva…! el recinto se llenó con las voces de los concentrados que aplaudían entusiasmados.

Para que la gente de clase media y baja no espere eternamente sus demandas en los tribunales, vamos a empadronar a todos los delincuentes y el Estado les pagará $ 400.000 mensuales a perpetuidad, reajustables en UF, a condición que no sigan robando. La recaída de alguno, significará perder este gran beneficio para siempre. Esto representa un gran ahorro en efectivos policiales, judiciales, además que no será necesario construir nuevos juzgados, nuevas cárceles y contratar gendarmería.

Vamos a modificar las leyes penales, eliminando la figura del abogado defensor. Que el delincuente se lo financie, tal como lo paga la víctima. Jamás el Fiscal acusador ha sido el defensor de la ésta.
Vamos a introducir la figura de la castración quirúrgica para la delincuencia común y también para aquellos de cuello y corbata.
Vamos a introducir la figura del corte total y castración para los pedófilos y violadores.

¡A la primera es el corte…! ¡Castración a la primera…! vitoreaban miles de voces allí concentradas.

En materias de salud vamos a aumentar a 250 las patologías aún no cubiertas por el sistema sanitario, trayendo diostores (médicos) cubanos, mexicanos, peruanos, argentinos…y las universidades deberán reconocer los títulos de esos países, sin importar cuanto dure allá la carrera. Las indicaciones escritas se ampliarán para que puedan prescribir recetas tanto médicos, como enfermeras, kinesiólogos y paramédicos universitarios titulados.

En materias del trabajo, me comprometo a eliminar el sueldo mínimo para que todos los hombres y mujeres de este país tengan una oportunidad de trabajo. Cesantía cero. Cero cesantía, señores.
Mi gobierno no tendrá empleos subsidiados. Los trabajadores deberán salir a ganarse el sustento.

Educación… educación… vamos a hacer la mayor reforma de la historia, pasando el programa actual actualizado a 5 años de enseñanza básica y cinco de media, con lo que todos los padres de la nación se ahorrarán dos años de pagos. Eliminaremos las pruebas SIMCE, porque sabemos que numerosos establecimientos llaman a los apoderados para que no asistan los alumnos de bajas calificaciones y así vender una falsa imagen de eficiencia. Ese negocio no lo permitiremos, señores. La PSU contendrá reformas y se llamará Prueba de Éxito Escolar, la PEE y después, el 80% de los alumnos ingresarán a la universidad sin mayor pago que su matrícula, cuyo tope será $ 100.000.- por año.

En mi gobierno se erradicará por completo la prostitución. Para ello, las universidades impartirán cursos iniciales de tres años y luego de licenciarse las egresadas, serán contratadas con la dignidad del nuevo cargo, por las municipalidades de todo el país como servidoras sociales, de las urgencias eróticas de la población masculina, cobrando al requirente mediante boletas de honorarios por los servicios prestados. Los usuarios presentarán dichas boletas ante la municipalidad respetiva para la devolución del 80% del total.

Vamos a crear el Ministerio del Hombre, porque hace décadas que ellos están perdiendo sus derechos.
Vamos a crear nuevas subsecretarias como la de la Tercera Edad, la del Niño, la que sea… para cautelar los intereses del pueblo, como corresponde.

Querido pueblo, me comprometo a gobernar para que todos Uds. salgan de la pobreza dura y convertir a este país en la Holanda, en 30 años más.

El progreso señores, se logra con trabajo, con ahorro, mística, dedicación, ideas claras y una muy buena gestión y nosotros los del Partido sin Partido, lograremos la alternancia en el poder con vuestro voto.
¡Viva nuestro candidato…! ¡Viva! ¡Viva nuestro partido…! ¡Viva! Se escuchaba a la gente exaltada por la magnitud de las proposiciones. ¡Viva… ¡Viva… ¡Viva…

Finalmente el candidato sonriente alzó nuevamente ambos brazos al populacho enardecido, se inclinó en señal de agradecimiento y giró para desaparecer mientras las luces de las fotos iluminaban el escenario ya vacío.

WIRIYO
22.10.2006

LA YAQUELIN

El Lalo caminaba por esa calle de barrio antiguo, de casas viejas con murallas trizadas, deslavadas, con olor a zumagado y a brasero, hasta que llegó a la puerta indicada. Tocó el timbre con insistencia varias veces, hasta que asomó una mujer con pelo teñido, maquillada en exceso, con blusa abierta algo provocativa.
_¡Diga...! ¿a quien busca?
_ ¿Está la Yaquelín?
_ ¡Si, si está! ¿quién la busca?
_ Un cliente antiguo...
_ Pase y siéntese a esperarla, porque está ocupada atendiendo ahora.

Rato después apareció un cliente que salía abrochándose la corbata. Luego apareció la Yaquelín y el Lalo salió a su encuentro.
_ ¡Hoja mijita!
_¿Cómo has estado Lalito?
_ ¡Bién; te venía a ver como de costumbre!
_ Oye mi amor ¿deseas atenderte conmigo?
_ ¡Contigo pués, no vis que ya nos conocemos! ¿Querís que te traicione?
_ ¡Pasemos entonces, mi amor!
Caminaron unos metros e ingresaron, tras cerrar.
_Tiéndete allí nos más, huachito, que vengo en seguida! ¡Voy por mis cosas!

Minutos después ella le decía con mucha naturalidad al Lalo:
_¡Oye, que lo tenís grueso! ¡De todos los clientes que he conocido, tú eres quien lo tiene más grueso! ¡También lo tenís re largo!
_¿Cierto mijita? ¡Todas me dicen lo mismo! ¡Pero tú no lo hacís nada de mal ... porque estái bien buena!
_ ¡Sociégate, ya cargante! ¡Mira que llegaste piropero hoy día!
_ ¿Qué te causa tanta risa mija?
_¡ Que lo tenís tan grueso, pus! ¡ Tan paradito que da gusto sentirlo! ¿qué otra cosa iba a ser?
_ ¡Mijita...! ¿encontrai que me porto bien contigo, Yaquelín?
_¡ Claro que te portai como corresponde a un hombre respetuoso no más!
_¡ Puchas que me lo hacís rico Yaquelincita!
_ ¿tu señora no te hace estas cosas tan deliciosas?
_ ¡ No pus... tú sabís que las mujeres después de casarse, quieren a los puros hijos no más!
_ ¡Claro... es que las casadas no saben tratar a los hombres como nosotras! ¡Jamás se lo lavan al marido!
_ ¡ Ya estamos listos guachito lindo! ¡ Ahota tenís que irte porque me debe estar esperando un cliente más!

Ambos emergieron del lugar donde habían estado e ingresaron a otro en que se encontraban don Venancio con doña Emeteria, y la Yaquelín, en su tono acostumbrado manifestó:
_ ¡Les tengo lavado de pelo a don Lalo, a la espera del corte!
_ ¡Chao don Lalito, tome una revista para que lea mientras tanto!

WIRIYO
30-7-2004

LA VISITA

Don Miguel sintió tocar el timbre de su casa. Dejó cansinamente el vaso de vino que tenía en sus manos y se dirigió a abrir la puerta.
_ ¡Hola tío! ¿Cómo ha estado?
_ ¡Ah…! eres tú.
_ Si tío. Con mi amigo lo pasamos a visitar, si no está ocupado.
_ No te esperaba tan pronto. ¿Qué se te acabó el dinero? Si no queda otra opción, pasen. Ya viejo, viudo algunos años, era tío político de aquel desgreñado veinteañero que con un amigo, ambos de aspecto sucio, pelos largos, barbas largas, le habían tocado su puerta.
Una vez sentados en la mesa de la cocina, se produjo un cortante silencio, pues ninguno estaba dispuesto a intentar el diálogo.
_¿Que me venías a contar? ¿Qué novedad voy a escuchar ahora?
_ No se como comenzar tío, pero Ud. sabe que desde que falleció mi madre, no me he llevado bien con mi padre.
_¿Y…?
Bueno, con él nos disgustamos hace un tiempo y me fui de la casa.
_¿Dónde vives ahora? Tú estabas estudiando. ¿ …y quien paga tus gastos ahora?
Luego de unos tosidos nerviosos, el muchacho agregó que estaba alojando por un tiempo en la casa del amigo.
_¿Y qué hace tu amigo? ¿Es él, no es cierto?
_ Yo estoy buscando trabajo, pero no he podido encontrar. Yo también estudiaba, pero no pude continuar por falta de dinero. Éramos compañeros de curso.
_ Tío, puedo pasar al baño.
_Si, anda, tú ya conoces la casa.

_¡Así es que se juntó el parcito y ninguno hace nada! dijo el viejo, mientras sorbía su copa de vino. Salud por Uds. porque ambos están cagados. No tienen ningún título, no tienen trabajo, deben alimentarse como corresponde, deben encontrar cualquier trabajo.
_¡Tanto que demora este niño en el baño! Voy a ver en que está.

Cuando el viejo entró en su dormitorio encontró al sobrino trajinando sus cajones.
_Oye mocoso. Viniste al baño o buscar algo para llevarte.
_No tío, sólo estaba buscado si tenía una aspirina porque me duele la cabeza.
_ Lárgate de mi casa, sinverguenza, ladrón. Recuerda que tienes mala fama.
_ A quien viene a tratar así, viejo amargado. Ya no soy un niño y no le voy a aceptar que me trate como lo hacía mi padre.
_ ¿Ah… si? ¿Y que van a hacer? Ambos fuera de aquí, par de buenos para nada.
_Compadre… compadre… venga a ayudarme porque mi tío nos está echando a la calle.
_ Como te atreves… ahora comprendo que tu padre no te haya soportado.
El compadre llegó corriendo a darle un puñetazo en pleno rostro al viejo, que luego de unos instantes se levantó sacando fuerzas para descargar a ambos unas patadas y combos.
En medio del forcejeo para reducir al viejo, éste se resbaló dándose un golpe que lo dejó
sin sentido en el suelo. Desde su nariz, boca y cráneo, comenzó a salir un hilo de sangre que desconcertó mucho a los jóvenes.
_Lo matamos… Está muerto… ¿Qué haremos ahora? No hay que dejar evidencias.
El viejo yacía de espaldas, cada vez más pálido.
_¿ No tiene parientes que puedan llegar?
_ No va a llegar nadie, menos a las ocho de la noche. Necesito bolsas, bolsas.
_¿que pretendes hacer ahora? ¡No estarás pensando …!
_ ¡Si, nos llevaremos todo su dinero y joyas en las bolsas!
_ Tú estás loco… vamos mejor… larguémonos de aquí.
_Venga a ayudarme compadre porque hay trabajo que hacer.
_ Eso no. Yo jamás… Mira, quédate tú con todo. No estoy dispuesto a volver a la cárcel.
_Esperemos a calmarnos y luego comenzamos.
_No, yo me largo de aquí y jamás nos vimos hoy día. Vamos Enrique. ¿Quien sabrá que viniste a verlo si nos vamos pronto?
_¡Maricón… ayúdame! El viejo tiene plata. Nos repartiremos las cosas de valor.
_Enrique, yo me voy. Nunca digas que estuve aquí.

Luego que el amigo salió cerrando la puerta suavemente, el sobrino comenzó a sentir pánico. Entre sollozos, comenzó a observar al viejo que seguía tendido en el suelo. Recorrió el segundo piso de aquella vieja casona, abriendo cajones en busca de dinero, objetos de plata y joyas. Allí encontró una chaqueta y sacó el talonario del banco, la cédula de identidad y algún dinero en los bolsillos. Continuó su frenética búsqueda en roperos, cajas de cartón una tras otra, hasta que tuvo a la vista las joyas de su tía, que rápidamente echó a su morral. Algo fascinado por el hallazgo, bajó a hurgar los bolsillos del pantalón del tío que yacía en el piso. Cuando comenzó a sacar gran cantidad de dinero de sus bolsillo, casi llegó al delirio.

En su ensimismamiento por llenar su mochila con el botín, no se percató que don Miguel era llamado por un matrimonio vecino amigo que lo esperaba para comer y jugar póker con otros del grupo, que pronto llegarían. Al enterarse Enrique del timbre, los golpes en puertas y ventanas, los llamados, quedó estupefacto, atinando sólo a apagar las luces.
Cuando sus vecinos vieron que se apagaron todas las luces, se extrañaron tanto, que se acercaron todos juntos a gritar ¿ Miguel, te encuentras bien? No nos vamos a ir hasta que nos des una explicación. _ Miguel, tenemos las copias de las llaves que nos confiaste hace dos años. Por tu bien, Miguel, no tienes preocupados y estamos ingresando a verte.
Con todas las luces encendidas este grupo de amigos, vio pasar una sombra que salió rauda
al jardín y de allí a la calle, donde se perdió en la oscuridad de la noche.

Don Miguel fue subido a una ambulancia que lo llevó al hospital. El informe posterior fue reservado para los primeros tres días. Después, se normalizó y comenzó a hablar. Pero sus labios quedaron sellados respecto a su sobrino, debido al cariño y recuerdo que él sentía por su hermana.

WIRIYO
4-6-2007

LA VEREDA DEL FRENTE - ocurrido en otro país latinoamericano

A veces el calor, los intensos ruidos, gritos, balazos y el mal olor proveniente de la calle, no dejaban dormir a Renato. Todos hacían oídos sordos de lo que ocurría afuera.
Bandas reducidoras de automóviles robados, micro tráfico de coca, matonaje exacerbado que incluía muertos cada cierto tiempo, amedrentamiento a los vecinos, carencia de denuncias, eran esta barriada popular con sus muros coloridos de firmas , nombres y rayas.

Calle La Mudanza era el eje de dos comunas bravas. Desde el centro de esa calle al sur dependían de una comuna, el retén policial, la comisaría uniformada, el juzgado de policía local, los tribunales civiles y criminales. Desde ese eje al norte, todo lo anterior dependía de otras autoridades diferentes.
Por lo tanto, calle La Mudanza se transformaba en tierra de nadie y disputas de mafias.
Cuando había un acuchillado o muerto a balazos, luego de oscurecer dejaban el cuerpo en la orilla de esa calle. Horas después pasaban los policías, tomaban el cadáver y lo corrían a la acera del frente. Una hora después, en la ronda de los polis del otro sector, corrían al muerto y lo sentaban, apoyándolo en la muralla contraria.

Autos usados en cometer atracos, desvalijados de computador, radio, parlantes, iban a parar a calle La Mudanza, acera norte o sur, a pasos de calle La Curtiembre. Allí caían en manos de mafias para un rápido desarme.
Desde su dormitorio, Renato podía ver y escuchar con naturalidad como se trasladaban los autos y el muerto por los mismos jefes, detectives menores y otros ayudantes.
_¡Oye... empujen la camioneta unas dos cuadras p’acá y el cadáver lo pasan p’allá!
_¡Es lo que estamos haciendo, jefe! ¡Ahora hay que avisarle al Palmera pa que venga
rápido con la grúa!
_¡Ramírez, tú quedái de sapo esperando la grúa!
_¡Jefe...jefe... anda un caballero preguntando por un jeep blanco!
_¡Dile que venga mañana a la prefectura antes de las 11 a conversar conmigo! ¡Tiene que traer un millón en efectivo!

¡Por eso el vecindario es tan picante! ¡Pasean al cadáver hasta tres días! ¡Después, cuando el olor es insoportable, el jefe de uno de los sectores debía llevarlo a la morgue! ¡ De lo contrario se lo habrían comido los perros! ¿Se imagina Ud.? _ ¿cuál es su nombre? _ Amadeo
_¿y... cuánto le piden por el departamento de arriba? ¡perdón...mi nombre es Renato!
_ ¡Ochenta mil! ¡Pero nadie me había contado que era una calle tan peligrosa! ¡Al contrario, el dueño me dijo que el barrio era bien tranquilo y silencioso!
_¡Es que Ud. tiene que ir a presentarse al Palmera y al capitán, ofreciéndose para cualquier servicio algún día! ¡Aquí se vive en la opulencia!
_¡Es que mi señora....!
_¡No me diga ná! ¡Las mujeres se acostumbran rápido aquí en La Mudanza!
_¡Es que mis hijos son escolares...!
_ ¡Shiii..! ¡Algunas mujeres llegaron a pata pelá y ahora andan en medias camionetas!
_A Ud. le va bien aquí,... en esta calle?
_Pulento pus, jefe! ¡Yo soy amigo del capitán y del Palmera! ... y siempre tengo pega.
_Interesante la idea de llegar pobre y terminar rico! ¿ y en cuánto tiempo sería?
_Depende de Ud. no más! ¡Del empeño que le ponga para caerles bien, ser leal aunque
se vaya preso, pero jamás delatar a uno del grupo!
_ Ud. ha estado preso alguna vez?
_No tantas, pero siempre me consideran bien porque jamás he abierto mi boca!
_¿y qué tipo de trabajos le han encargado en los últimos años?
_¡Yo he hecho de todo! ¡Ud sabe, pus! ¡Pa’qué le voy a contar tanto detalle!
_ ¡Cuénteme algo para saber si me voy a hacer rico! ¡Pa’ eso no más!
_ Amigo, prométame como hombre que no le va a contar a nadie!
_ Prometo como hombre de campo, que nada diré a nadie!
_ Gueno, yo estaba cesante! ¡Yo comencé vendiendo pasta! ¡Papelillos pa cabros del liceo!
_ Con los años me encargaron conseguir un taxi pa un asalto! ¡Después un auto de esos del barrio alto! ¡Al taxista me lo tuve que echar! ¡Lo boté en un canal, pero sobrevivió!
_ ¿Nunca lo persiguió la policía!
_ Le digo que yo trabajaba para el capitán y me iban a tirar a los ratis...!¿Ta loco iñor?
_Como me dijo que había estado preso...!
_En los últimos tres años he estado trabajando pal Palmera también! ¡Comisionista!
_¿Su comisión es buena?
_Por un buen auto usado, me gano 500 mil! ¡Por una camioneta casi nueva, gano una moto más 50 mil! ¡Por un jeep nuevo, dos motos y así pu!
También yo tengo un hombre que me trabaja para la educación superior y universitaria a
10 mil por día y soy el proveedor exclusivo de la droga que vende.
Tengo otro medio pollo que sale pal sur a vender las motos que me deja 40 mil por máquina.
Además, hay que trasladar los cadáveres. 10 mil por ayudar a cambiarlo de vereda.
Finalmente, hay encargos pa echarse un cristiano por 60 mil, una vez al mes.
Estoy exento de impuestos, tengo a la vieja como un chiche, los cabros bien alimentados...

_¿Sabe señor? Yo creo que vivir en La Mudanza es fantástico para el bolsillo. Hablaré con mi señora porque ella quiere que seamos independientes y salgamos de la casa de mis suegros. Seguramente estará complacida de vivir en este barrio, aunque sea bullicioso.
Como Ud. dice Renato, aquí existen esperanzas de mejorar la calidad de vida familiar.

WIRIYO
16-11-2004

viernes, 28 de marzo de 2008

NOCHE DE FURIA

_¡Papá! ¡Papito! Fíjate que estabamos jugando en el patio cuando llegó esa señora de la camioneta y al estacionarla, te pasó a chocar el auto tuyo!
_¡No, no es cierto! ¿Es una broma de Uds.?
_No papá. ¡Tu auto quedó hecho añicos! No creemos que se pueda arreglar.
_ y ¿quién fue? La señora que vive en el 93. Parece que no sabe manejar muy bien.
_¿Están completamente seguros que es ella?
_Si. Completamente seguros, porque la vimos.

Juntando toda su rabia acumulada mientras escuchaba el cuento, bajó al subterráneo y quedó impactado al ver el estado en que se encontraba su vehículo.
En ese momento quedó fuera de sí. No había recibido ninguna explicación de esa prepotente mujer. Eduardo se puso rojo de ira, echó unos garabatos en contra de la mujer y regresó muy enojado a su departamento. Era tan grande la molestia que el neurótico paseo entre el dormitorio y el living levantando los brazos, pateando cosas, no lograba calmarlo. Por momentos volvía a gritar enrojecido de ira. Su mente no descansaba un sólo segundo. La camisa se empapó de transpiración.
En un instante, se dirigió al dormitorio de sus hijos, tomó un bate en sus manos, caminó presuroso, salió al pasillo y bajó los tres pisos que lo separaban del monstruo.
Frente a su puerta, tocó el timbre y se paseó ansioso esperando gritarle toda aquella ponzoña que le corroía el alma.
Cuando le abrieron, preguntó muy indignado por la señora.
Su paseo constante era un desahogo para su enojo, hasta que escuchó que alguien lo invitaba a pasar. Una vez dentro apareció una mujer cincuentona, rubia cenicienta, pintada, maquillada, muy altanera que le enrostró su forma de llegar.
Eduardo comenzó a sentir que su cabeza latía, que su rostro se llenaba de humedad
y comenzaron los gritos. La cosa fue en aumento hasta que logró enmudecer a la mujer que gritó pidiendo ayuda de su nana. Esta se asomó para ver que ocurría porque ambos gritaban furiosos, rojos de enconada virulencia. La nana pensó que lo mejor era sacar el escobillón y comenzó pidiéndole al señor que se retirara, luego que no se sintió escuchada, a empujarlo con el utensilio hacia la puerta y finalmente a darle palos donde cayeran. Eran tantos los puñetes y palos recibidos que Eduardo comenzó a sangrar mientras gritaba insultos, ofensas a la categoría de la dueña de casa y de pronto volteó el bate que fue a dar al rostro de la asesora, desplomándose en el acto.
En ese momento se produjo un silencio abrumador, segundos después ambos se abalanzaron sobre el cuerpo que yacía en el pasillo.

_ No ves imbécil, la cagada que quedó por tu culpa.
_ Claro, si hubieses aprendido a manejar, vieja loca.
_ Mira huevón de mierda, no tengo auto y jamás aprendí a manejar y ... ¿cuál es el problema? La mataste degenerado, yo te voy a denunciar para que te metan preso por asesino, porque te equivocaste de departamento, degenerado, imbécil, huevón tonto.
_ No puede estar muerta. Está inconsciente no más, señora. Perdóneme Ud. por mi...

¿Lilian, te encuentras bien? ¡Lilian! ¡Lilian, soy tu vecina del frente!

La señora se acercó a su puerta, abrió y entró la vecina a contemplar el cadáver que yacía sangrando en el piso.

WIRIYO
25.7.06

NO SER

Su nombre era Pedro, pero tal vez no era Pedro,
cuando fue llamado respondió que se dirigía al jardín
que no era jardín.
Entonces tomó la pala, que parecía pala, pero no era pala
y cavó, cavó y luego de mucho cavar
hizo un hoyo que no era hoyo, donde plantó una rosa que no era tal.

Escuchó que su mujer lo llamaba sintiendo que era su mujer y no lo era,
para ofrecerle un almuerzo que parecía almuerzo, que era y no era,
quedando completamente satisfecho, pero lleno de hambre.

Él le entregó una flor que ella recibió, quedando sus manos vacías,
porque la recibió con odio que era amor y al tocarla,
sus manos la empaparon con su humedad reseca.

Los árboles de hierro estaban en plena floración
que ambos contemplaron extasiados de indiferencia.
Pronto comenzó a llover a cántaros, sin que ambos quedaran mojados,
el perro no perro les ladró sin ladrar para que los dos que eran uno,
se cobijaran en su casa que no era, pero la llamaban casa.
Allí estaban sus hijos que no los tenían, peleándose un juguete que no era,
diciéndose cosas sin hablar, haciendo morisquetas sin rostros,
vivos sin haber nacido.


WIRIYO

4.9.2006

LA SEÑORA DE LA MICRO

Antonia regresaba desde su escuela con delantal blanco al brazo, subiendo al bus que la dejaba a pocas cuadras de casa. Iba de pié cuando una señora mayor sentada frente a ella, ofreció llevar sus libros y delantal.
Desocupado el asiento contiguo, ella agradeció a la señora que le devolvió sus cosas, preguntándole si estudiaba medicina. La señora le dijo que la encontraba muy linda, porque miraba sus grandes ojos verdes, tez color mate pálido, largo y sedoso pelo castaño. Antonia agradeció los elogios de esa amable señora, aunque se sabía bonita desde niña. Le conversó de sus estudios odontológicos, el curso en que iba, que vivía con unos tíos en Santiago, estando sus padres en Concepción. Así, siguieron conversando mientras el bus avanzaba lentamente, semáforo a semáforo, entre tacos y paraderos.

La dulce señora sacó un pañuelo cuando mencionó con emoción, que tenía un hijo ingeniero, de 30 años, recién regresado después de estar trabajando en Canadá. No se acostumbró por el clima y desde que volvió pasa todo el día encerrado, muy aburrido, porque no conoce a nadie en Santiago. -- ¿Ud. mijita, tiene novio; no es cierto?
-- ¡No señora, no tengo! Yo tampoco conozco a mucha gente en Santiago. Sólo compañeros de estudios y parientes.
-- A mi me encantaría que mi hijo conociera a alguien como Ud.. Se ve tan encantadora.
-- Muchas gracias, pero no es para tanto, señora.
-- Le voy a contar a mi hijo cuando llegue a la casa, que conocí a una joven preciosa, tan agradable. Quizás se animaría a salir del encierro si él la conociera.
-- Chiquillas jóvenes hay por montones. ¡Dígale que salga, que no se quede encerrado!
-- Yo creo que a él le encantaría conocerla. Es que como él está recién llegado...
¿A Ud. no le molestaría si yo le pidiera su teléfono? _Bueno, yo no estoy acostumbrada a entregárselo a cualquiera, pero como Ud. se ve una señora tan distinguida, se lo voy a dar. ¿Tiene donde anotar?
-- Yo siempre tan distraída ¡fíjese que no traje lápiz!
-- Antonia Velasco Tel. 2298367 -- ¡Gracias mijita! Capaz que este niño quiera conocerla.

Antonia llegó a contarle a su tía, lo que le ocurrió en el bus cuando llegó de regreso.
Ambos terminaron sorprendidos con aquel relato tan particular.
--Antonia, deseo que el Sábado estés en la casa, porque viene a comer un matrimonio primo de Mario, con sus dos hijos. Ninguno tiene novia. Economista uno y agrónomo por titularse el otro. Tienen 29 y 25 años. Son serios, buenos mozos. Sé que te van a encantar.
-- Tía. Que fantástico conocer gente en Santiago. Me voy a poner el vestido nuevo.

Días después, estando Antonia en casa, llamó la señora que había conocido en la micro, porque deseaba desahogar su alegría, ya que le había mencionado a su hijo de esta universitaria llamada Antonia, tan linda y estupenda, había producido un interés en él en conocerla. Yo deseaba preguntarle si a Ud. no le importaría que mi hijo la llamara o la fuera a ver. – No sé señora, tendría que pensarlo.

¡Tía! ¡Tuve un llamado telefónico de la señora de la micro! -- ¡A ver, cuéntame...!
¡... no pierdes nada al conocerlo!. ¡Tú no estás de novia y él tampoco! ¡Capaz que conozcas a una persona seria, culta, buen mozo, caballeroso, de buena familia...! ¡Dile que sí, cuando te llame la próxima vez! ¡En esta casa siempre hay gente! ¡para qué te preocupas!

Llegó un día Antonia y rato después, volvió a llamar la señora.
--¡Como está mijita, soy la señora Ester, de la micro! ¡ Mi hijo está que se muere por conocerla, después de todo lo buenamoza y encantadora que le dije que era Ud.! ¡Pero, no me va a creer! ¡Ël no se atreve a llamarla y me pidió si yo podía saludarla de su parte, y que le encantaría conocerla hoy día mismo! ¿El podría ir a su casa esta tarde para que la conozca?
-- Espéreme un poco. Voy a preguntar si no hay inconvenientes aquí para recibirlo.
-- Tía. ¡Sorpréndete! La señora de la micro pregunta si su hijo puede venir en la tarde.
-- Claro, Antonia. Dile que venga como a las ocho, porque a esa hora ya está Mario.
-- Ya señora. Dígale que venga como a las ocho. La dirección es...
-- El tiene un auto casi nuevo que trajo de Canadá. Es de color gris.

Llegada la hora acordada, se estacionó un auto nuevo color gris frente a la casa. De él bajó un hombre alto, de 30 años de edad, muy bien vestido.
Tocó el timbre y esperó. Adentro, los nervios casi matan de curiosidad a la tía y Antonia.
Ella misma salió a recibirlo. Se saludaron formalmente. El ingresó al hall de la casa, donde se oía estaban los dueños de casa en el salón, mirando televisión.
Ella con un gesto, lo insta a pasar al salón. Se presenta con los dueños de casa, que ven una persona de apariencia honorable. -- ¡Si quieren Antonia, pueden conversar en la terraza!
Sentados en la terraza conversan. Ël le cuenta a Antonia que doña Ester, la dueña de la casa de citas lo envió, porque la tenía esa tarde como disponible para trabajar.



WIRIYO

Octubre 23 del 2003

LA OFENSIVA

Estaba la tropa de soldados en misa rezando, horas antes de comenzar la ofensiva.
_ ... Padre nuestro que estás en los cielos....
_ ¿Qué desean de mí? dijo el Padre Creador con voz solemne y potente.
La tropa, sus mandos, el cura que oficiaba misa y el sacristán quedaron sorprendidos.
La potente voz volvió a preguntar _ ¿Qué desean todos Uds.? ¡Los oí llamarme!
Entonces se levantó el comandante respondiendo con mucho respeto:
_ Deseamos que estés de nuestro lado y nos dejes ganar la batalla.
_ Estoy escuchando la misma súplica del otro bando ¿cómo quieren que tome partido?
_ Pero ellos son unos miserables, han matado a nuestra gente, han invadido nuestras ciudades, han violado a nuestras mujeres... por eso te pedimos, Señor.
_ Tienen mala memoria, porque en veinte años todos olvidaron que ellos recibieron el mismo trato de Uds. Además, ¿quien provocó esta guerra? ¿Ellos, tal vez?
_ Yo no fomento la violencia, la guerra, el crimen que Uds. han legalizado con la impuni-
dad, a pesar que les dejé normas para hacerlos vivir mejor, pero las olvidan.
_ Pero Señor Creador del Universo...
_ Yo sólo observo mi creación, pero jamás intervengo. Los terremotos que causan la muerte no son obra mía; la sanación que Uds. atribuyen a milagros divinos, tampoco.
Al cabo de unos segundos se produjo un silencio estremecedor. Todos se miraron
consternados por la pésima noticia con el contacto divino. La tropa estaba apesadumbrada porque ahora presentía que podrían perder la ofensiva.

Como el comandante notó el mal ánimo de su gente, ordenó que todos cantaran la canción nacional, himnos del regimiento y cuando el himno se refería a la patria, nuevamente escucharon otra voz que decía : ¿Qué desean soldados, jóvenes, ilustres que van a morir sin gloria?
_ Nuevamente el comandante se paró preguntando ¿quién es el que habla?
_ Soy la Patria y veo con temor como en mi nombre se envían muchachos a morir.
_ ¿Por qué dices de vamos a morir? Ganaremos. Triunfaremos ante el enemigo.
_ Uds. no ganarán nada. Todos saldrán perdiendo. Vivirán algunos, pero al regreso
serán nuevamente pobres y retrocederán décadas. Lo mismo le pasará a vuestro enemigo. Nadie gana una guerra, todos pierden. ¿Acaso, jamás se han dado cuenta?
Nuevamente se escuchó la voz del Creador, reforzando las ideas de la Patria.
Los hombres comenzaron a inquietarse por tan negro presagio y en medio del silencio
un soldado gritó ¿creen Uds. que es mejor que no vayamos a la guerra?
_¿Se han puesto en el lugar de sus madres, mujeres, hijos y hermanas? Preguntaron las voces casi juntas.
_ No. Nunca lo hemos hecho. Sólo hemos cumplido con los deberes de la patria, con sus leyes para ser mejores ciudadanos, con darle más hijos para futuras guerras, con votar para elegir autoridades que nos gobiernen, acotó a viva voz el comandante.
_Ir a largas guerras, produce una mala calidad de vida, gente que nunca regresa, soldados mutilados física y síquicamente, familias desunidas, requiso de bienes civiles, hambrunas, desquisiamiento, desenfreno colectivo, penas y costos que pagan todos defendiendo los intereses de unos pocos para mantener o incremente sus fortunas.

_¿Qué podemos hacer nosotros si no es cumplir con el deber? ¿Debemos ser un destaca-
mento desertor de traidores a la patria, a nuestra historia?

_ Noo... por ningún motivo. La patria no existe. Sólo es una ficción creada por la elite para defender sus intereses, dijo una voz estremecedora.
_ ¿Quién eres tú? Preguntó el comandante-
_ Soy el espíritu más desprestigiado y me conocen como un ángel malo. Me dicen Satán, pero no soy como Uds. imaginan. Tengo mi lado bueno y compasivo cuando me llevo a los jóvenes sufrientes que van al frente.
Uds. deben ir al frente y darme lo mejor de cada uno, que es mi alimento.

_No. No te haremos caso, pero no sabemos que hacer.
_ Hagan lo que deseen, dijo nuevamente esta voz, pero sepan que todos los caminos que escojan los acercarán a mí.

_ No los escuchen – dijo el comandante – porque tratan de confundirnos y desmoralizarnos para realizar nuestra ofensiva. Arriba ese ánimo muchachos. ¡Venceremos!
_ ¡Noo... no vamos a vencer! – expresó airadamente un capitán, que fue vitoreado por la tropa. Se manifestaron desalentados los hombres para ir a combatir en condiciones tan inciertas. Nadie sabía que hacer y muchos opusieron tenaz resistencia a partir.

De pronto sintieron crujir la puerta del templo ingresando un general con su escolta.
_ ¡Comandante, oficiales, mis bravos muchachos! ¿Están listos para comenzar la ofensiva?
_ ¡Sí mi general! Los batallones se encuentran en condiciones de partir de inmediato.
_ Entonces muévanse, porque en tres horas va a clarear.
_ ¡Sí mi general! Capitanes, oficiales, movilicen rápidamente sus hombres al frente de combate.



WIRIYO
16.03.2006