domingo, 30 de marzo de 2008

ABDON BAQUEDANO

Abdón Baquedano Cienfuegos era un joven sonriente que pasó su juventud como un torbellino sin jamás saber que esa característica era la de un hiperactivo.
En su colegio, desde muy temprano, fue un personaje atípico. El penúltimo de ocho hermanos, tenía una personalidad exuberante, divertido, irrespetuoso, tan metido a grande que prefería conversar con los papás de sus compañeros y amigos. Entrador como sólo a él le resultaba, siempre estaba riendo, con un desplante suficiente para hacer todo lo que se proponía con las mujeres, sus padres y amigos.

A los papás de sus amigos los tenía convencidos que sus apellidos eran de mucho abolengo y algunos en su colegio, fueron invitados “a su fundo allá en Bulnes” como él solía decir. Luego pasaba años contando que habían ido sus compañeros, fulano, zutano y merengano. Su padre era un hombre bonachón, bajito, menudo, de vestir añoso. Su madre, de eterna sonrisa, tenía su puerta abierta y la mesa lista para servir a cualquier hora, las camas hechas esperando alojados con las sábanas siempre remendadas, especialmente en Bulnes.
Ambos padres, profundamente creyentes, entregaron a sus hijos más allá de toda norma para evitarles los baches que ellos habían vivido.

Cuando Abdón tenía 15 años su padre falleció y su madre tuvo que sobreponerse al dolor, saliendo a buscar un trabajo en lo que ella sabía. Dulces y pasteles, era lo que vendía en los colegios religiosos de sus hijos. Desde entonces la familia sobrevivió gracias a la cooperación de algunos parientes acomodados.
Crecieron esos hijos en medio de la estrechez, con ropa heredada, remendada, cercanos a los amigos que tenían a cambio de su simpatía, siempre invitando a su fundo ahora arrendado, pero reservándose la casa para sobrevivir los años malos que no terminaban nunca. Tres de los hombres fueron a la universidad, las mujeres se fueron casando y los últimos estaban buscando a la mujer ideal.

Abdón era el buscador más tenaz que pasó de soltero a solterón y aún seguía buscando su princesa ideal, sin transar sus características: católica, inteligente, bonita, simpática, sociable y de familia con muy buena situación económica. Tanta estrechez le había dejado una profunda huella.

Cuando tenía como 35 años conoció aquella con tales características. Hacía varios años que ya trabajaba, conoció a sus suegros y comenzó a hablarles del fundo, de fulano, zutano y merengano que habían ido numerosos inviernos y veranos allá, de cuando estaban en la universidad, de sus parientes y el árbol genealógico de su familia, de la cantidad de hectáreas que heredó su abuelo de su tátara, de los amigos adinerados, los ricos de su familia, los parentescos, los conocidos, los contactos, sus variadas amistades. Estaba a un paso de saltar a la corona de España en el siglo 17 y su parentesco con el Conde de Alba, cuando el suegro le dio la aprobación para casarse, pero como a la hija aún le faltaba un año para titularse, tuvo que integrarse a vivir con esa familia en un inmenso caserón atendido por 3 nanas.

Así Abdón marcó su pasó a la gloria estrenando un nuevo cargo porque su suegro era influyente. Entonces vino la gerencia general como premio, por el hecho de ser yerno.
El directorio quedó impresionado con el fundo, los contactos, su genealogia y las hectáreas que sus antepasados habían heredado, pero luego de un año comenzaron a mirar los resultados de la gestión del gerente, y entonces no les importó despedirlo.

Conversando los acontecimientos locales con su suegro, llegó a explicarle que él había perdido el cargo y si era posible recuperarlo. Como era tal el amor de ese padre por su hija, no vaciló en abrir otras puertas para su yerno, con tal que nada faltara en la felicidad de su niña.

Una semana de vacaciones bien merecida y pronto lo llamaron para otra gerencia general. Esta vez se dejó constancia en el contrato de una indemnización a todo evento, por si los parientes, y los antepasados importantes no impresionaban. Y tampoco impresionaron.

Entonces volvieron a fumar la pipa de la paz con su suegro.
Allí él le aconsejó tener un hijo del cual hacerse responsable, amarlo, porque quizás así podría sentirse más estimulado al trabajo y menos a contar acerca de lo que ya sabemos.
_ Tiene toda la razón, don Eulogio. Claro. Pero, si Ud. pudiera…
_ Ud. sabe Abdón que yo lo voy a ayudar porque amo a toda mi familia. Descuide Ud. que me acercaré a otras puertas. Téngalo por seguro. ¡Gracias don Eulogio! ¡Salud Abdón! ¡Salud!

Tres semanas más tarde Abdón Baquedano estaba al mando de una nueva gerencia en otra empresa. Siguiendo los consejos del suegro no habló nunca más de su estirpe, dedicándose a trabajar como nunca jamás lo había hecho. Al comienzo se sentía a contrapelo, llegaba temprano y se iba tarde, pero andaba contento, entusiasmado, tanto en el trabajo como en la casa, porque su mujer se había embarazado por primera vez. Jamás en su vida estaba con tantas ganas de ponerle el hombro al trabajo para lograr traspasar esa barrera del hombre fracasado. Deseaba matar esa getta que lo perseguía desde su primer trabajo. Ahora estaba casado con una hija y debía dar un buen ejemplo del marido y padre proveedor.

Pasaron algunos años y era papá de una niñita, cuando su suegro murió de un infarto.
Personas muy influyentes de la ciudad y la provincia llegaron a presentar condolencias, se realizó un entierro con gran pompa y él se fue con su señora, sus cuñadas y suegra para acompañarlas por el día.

A su regreso a la empresa, fue llamado al directorio y el presidente comenzó a hablar de la grandeza del suegro, de la gran pérdida para el directorio, para la ciudad, la zona, para la familia y también para Abdón.
_ señor presidente: agradezco las bellas palabras que ud. ha tenido para mi difunto suegro y espero que al no encontrarse él ahora, lo pueda seguir honrando con mi abnegado trabajo en la gerencia y Dios mediante, en algunos años no muy lejanos, en algún futuro directorio.
_Escuche señor Baquedano, lamentablemente este directorio tiene el deber de informarle que no lo podremos seguir teniendo con nosotros porque su suegro ya se encuentra fallecido.
_pero…¿qué tiene que ver su muerte con mi trabajo?
_ El nos pagaba puntualmente de su bolsillo el sueldo que Ud. recibía todos los meses durante los últimos cuatro años. ¡Se cierra la sesión!



WIRIYO
7.01.2008

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