Estaba la tropa de soldados en misa rezando, horas antes de comenzar la ofensiva.
_ ... Padre nuestro que estás en los cielos....
_ ¿Qué desean de mí? dijo el Padre Creador con voz solemne y potente.
La tropa, sus mandos, el cura que oficiaba misa y el sacristán quedaron sorprendidos.
La potente voz volvió a preguntar _ ¿Qué desean todos Uds.? ¡Los oí llamarme!
Entonces se levantó el comandante respondiendo con mucho respeto:
_ Deseamos que estés de nuestro lado y nos dejes ganar la batalla.
_ Estoy escuchando la misma súplica del otro bando ¿cómo quieren que tome partido?
_ Pero ellos son unos miserables, han matado a nuestra gente, han invadido nuestras ciudades, han violado a nuestras mujeres... por eso te pedimos, Señor.
_ Tienen mala memoria, porque en veinte años todos olvidaron que ellos recibieron el mismo trato de Uds. Además, ¿quien provocó esta guerra? ¿Ellos, tal vez?
_ Yo no fomento la violencia, la guerra, el crimen que Uds. han legalizado con la impuni-
dad, a pesar que les dejé normas para hacerlos vivir mejor, pero las olvidan.
_ Pero Señor Creador del Universo...
_ Yo sólo observo mi creación, pero jamás intervengo. Los terremotos que causan la muerte no son obra mía; la sanación que Uds. atribuyen a milagros divinos, tampoco.
Al cabo de unos segundos se produjo un silencio estremecedor. Todos se miraron
consternados por la pésima noticia con el contacto divino. La tropa estaba apesadumbrada porque ahora presentía que podrían perder la ofensiva.
Como el comandante notó el mal ánimo de su gente, ordenó que todos cantaran la canción nacional, himnos del regimiento y cuando el himno se refería a la patria, nuevamente escucharon otra voz que decía : ¿Qué desean soldados, jóvenes, ilustres que van a morir sin gloria?
_ Nuevamente el comandante se paró preguntando ¿quién es el que habla?
_ Soy la Patria y veo con temor como en mi nombre se envían muchachos a morir.
_ ¿Por qué dices de vamos a morir? Ganaremos. Triunfaremos ante el enemigo.
_ Uds. no ganarán nada. Todos saldrán perdiendo. Vivirán algunos, pero al regreso
serán nuevamente pobres y retrocederán décadas. Lo mismo le pasará a vuestro enemigo. Nadie gana una guerra, todos pierden. ¿Acaso, jamás se han dado cuenta?
Nuevamente se escuchó la voz del Creador, reforzando las ideas de la Patria.
Los hombres comenzaron a inquietarse por tan negro presagio y en medio del silencio
un soldado gritó ¿creen Uds. que es mejor que no vayamos a la guerra?
_¿Se han puesto en el lugar de sus madres, mujeres, hijos y hermanas? Preguntaron las voces casi juntas.
_ No. Nunca lo hemos hecho. Sólo hemos cumplido con los deberes de la patria, con sus leyes para ser mejores ciudadanos, con darle más hijos para futuras guerras, con votar para elegir autoridades que nos gobiernen, acotó a viva voz el comandante.
_Ir a largas guerras, produce una mala calidad de vida, gente que nunca regresa, soldados mutilados física y síquicamente, familias desunidas, requiso de bienes civiles, hambrunas, desquisiamiento, desenfreno colectivo, penas y costos que pagan todos defendiendo los intereses de unos pocos para mantener o incremente sus fortunas.
_¿Qué podemos hacer nosotros si no es cumplir con el deber? ¿Debemos ser un destaca-
mento desertor de traidores a la patria, a nuestra historia?
_ Noo... por ningún motivo. La patria no existe. Sólo es una ficción creada por la elite para defender sus intereses, dijo una voz estremecedora.
_ ¿Quién eres tú? Preguntó el comandante-
_ Soy el espíritu más desprestigiado y me conocen como un ángel malo. Me dicen Satán, pero no soy como Uds. imaginan. Tengo mi lado bueno y compasivo cuando me llevo a los jóvenes sufrientes que van al frente.
Uds. deben ir al frente y darme lo mejor de cada uno, que es mi alimento.
_No. No te haremos caso, pero no sabemos que hacer.
_ Hagan lo que deseen, dijo nuevamente esta voz, pero sepan que todos los caminos que escojan los acercarán a mí.
_ No los escuchen – dijo el comandante – porque tratan de confundirnos y desmoralizarnos para realizar nuestra ofensiva. Arriba ese ánimo muchachos. ¡Venceremos!
_ ¡Noo... no vamos a vencer! – expresó airadamente un capitán, que fue vitoreado por la tropa. Se manifestaron desalentados los hombres para ir a combatir en condiciones tan inciertas. Nadie sabía que hacer y muchos opusieron tenaz resistencia a partir.
De pronto sintieron crujir la puerta del templo ingresando un general con su escolta.
_ ¡Comandante, oficiales, mis bravos muchachos! ¿Están listos para comenzar la ofensiva?
_ ¡Sí mi general! Los batallones se encuentran en condiciones de partir de inmediato.
_ Entonces muévanse, porque en tres horas va a clarear.
_ ¡Sí mi general! Capitanes, oficiales, movilicen rápidamente sus hombres al frente de combate.
WIRIYO
16.03.2006
viernes, 28 de marzo de 2008
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