El Lalo caminaba por esa calle de barrio antiguo, de casas viejas con murallas trizadas, deslavadas, con olor a zumagado y a brasero, hasta que llegó a la puerta indicada. Tocó el timbre con insistencia varias veces, hasta que asomó una mujer con pelo teñido, maquillada en exceso, con blusa abierta algo provocativa.
_¡Diga...! ¿a quien busca?
_ ¿Está la Yaquelín?
_ ¡Si, si está! ¿quién la busca?
_ Un cliente antiguo...
_ Pase y siéntese a esperarla, porque está ocupada atendiendo ahora.
Rato después apareció un cliente que salía abrochándose la corbata. Luego apareció la Yaquelín y el Lalo salió a su encuentro.
_ ¡Hoja mijita!
_¿Cómo has estado Lalito?
_ ¡Bién; te venía a ver como de costumbre!
_ Oye mi amor ¿deseas atenderte conmigo?
_ ¡Contigo pués, no vis que ya nos conocemos! ¿Querís que te traicione?
_ ¡Pasemos entonces, mi amor!
Caminaron unos metros e ingresaron, tras cerrar.
_Tiéndete allí nos más, huachito, que vengo en seguida! ¡Voy por mis cosas!
Minutos después ella le decía con mucha naturalidad al Lalo:
_¡Oye, que lo tenís grueso! ¡De todos los clientes que he conocido, tú eres quien lo tiene más grueso! ¡También lo tenís re largo!
_¿Cierto mijita? ¡Todas me dicen lo mismo! ¡Pero tú no lo hacís nada de mal ... porque estái bien buena!
_ ¡Sociégate, ya cargante! ¡Mira que llegaste piropero hoy día!
_ ¿Qué te causa tanta risa mija?
_¡ Que lo tenís tan grueso, pus! ¡ Tan paradito que da gusto sentirlo! ¿qué otra cosa iba a ser?
_ ¡Mijita...! ¿encontrai que me porto bien contigo, Yaquelín?
_¡ Claro que te portai como corresponde a un hombre respetuoso no más!
_¡ Puchas que me lo hacís rico Yaquelincita!
_ ¿tu señora no te hace estas cosas tan deliciosas?
_ ¡ No pus... tú sabís que las mujeres después de casarse, quieren a los puros hijos no más!
_ ¡Claro... es que las casadas no saben tratar a los hombres como nosotras! ¡Jamás se lo lavan al marido!
_ ¡ Ya estamos listos guachito lindo! ¡ Ahota tenís que irte porque me debe estar esperando un cliente más!
Ambos emergieron del lugar donde habían estado e ingresaron a otro en que se encontraban don Venancio con doña Emeteria, y la Yaquelín, en su tono acostumbrado manifestó:
_ ¡Les tengo lavado de pelo a don Lalo, a la espera del corte!
_ ¡Chao don Lalito, tome una revista para que lea mientras tanto!
WIRIYO
30-7-2004
domingo, 30 de marzo de 2008
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