jueves, 27 de marzo de 2008

DON FERMIN

Iba el conquistador en su brioso corcel a paso cansino fisgoneando una alimaña que había espantado su animal, cuando de pronto llegó a la cima del cerro más alto con escasa vegetación.
Desde allí, él podía divisar en la ensenada un pequeño falucho a velas con algunos marinos que lo cargaban para su pronta partida.-
_ ¡Apuraos el tranco don Fermín, para que logremos llegar a tiempo!
_ ¡Que vá! ¡Tendrán que esperar esos tunantes!
_ ¡Que hora cree su merced que será!
_ ¡Pues, que no he traído mi reloj hombre! ¡Que sé yo! ¡La que sea!

Ambos hidalgos continuaron descendiendo lentamente sobre sus jamelgos hasta que entraron en
aquel poblado costero bautizado como San Antonio de Nuestra Señora del Pilar, en nombre del rey de España.
_¡Don Fermín, es que se le ha caído su espada!
_¡Por eso decía yo que me sentía más ligero sin haberme dado cuenta!
_¡Como arreglaréis vos ahora este entuerto, mi señor!
_ Pues mirad, voy a comprar un revólver para defendernos de los indios!
_¿Cómo va a comprar Ud. algo que no se ha inventado aún?
_ ¡Bueno, tú sabes que el tonto que escribe es capaz de inventarlo para seguir el cuento!
_¿No es cierto escritor? ¡No te preocupes, que me ha dicho que si!

El poblado eran cinco ranchas de tablas, ramas y adobe.

Al primer marino que encontraron le preguntaron si existía una taberna para saciar la sed
y como él afirmó que estaba abierta, amarraron sus caballos a un árbol.
Instalados frente a la cajera, ellos no comprendían que les estaba preguntando.
_¡Pero mujer! ¿por qué no habláis como nosotros, o es que sois extranjera? ¿retardada?
_¡Me van a tener toda la tarde esperando o los mando sacar con el guardia!
De pronto se aproximó el hombre con un uniforme azul oscuro, que tomando a ambos los sacó
abruptamente del local.
_¡Debéis responder por vuestra insolencia! ¡Alonso, préstadme tu espada que a éste lo mato!
_ ¡Vero! ¡Llama al plan cuadrante para que vengan a sacar a estos locos!
_ ¡Cobarde, batíos a duelo si es que tenéis honor! ¡O si queréis, morid sin honor alguno, villano!

Acto seguido don Fermín comenzó a atacar con la espada al vigilante que corrió a perderse, luego de recibir una estocada.
Como no pudieron llegar a comunicarse con la Vero, don Fermín y don Alonso se acercaron al
falucho, para preguntar por el destino del viaje, si sabían algo del hidalgo don Pedro de Valdivia.
_ ¡Es que no sabéis que lo han matado los indios!
_ ¡Nosotros no lo sabíamos hasta ahora, buen hombre! ¡Mirád que pena debe ser para doña Inés!
_ ¿Uds. de donde vienen cabalgando?
_ ¡Pues de muchos años, de fundar ciudades y combatir a esos salvajes para Cristo y la España!
_ ¡Y ahora...! ¿dónde se dirigen vuestras mercedes?
_ ¡Don Fermín le habla su escritor! ¡Uds. vagan por estos parajes que no tienen oro!
_ ¡Qué sabéis donde está el oro, si vos sois un simple escribiente!
_ ¡ Ud. no sabe don Fermín que yo lo estoy conduciendo junto a su amigo Alonso para deleitarme
con mis locuras!
_ ¡Mirad Alonso las bobadas que nos dice el escritor! ¡El jamás ha cabalgado dos años con sol o
lluvia, con frío o calor, con mosquitos, serpientes y monstruos como los que hemos visto!
_ ¡Escritor! ¿Cómo os llamáis vos, para saber quien sois!
_ ¡El escritor, nada más, bueno o malo, pero escritor de cuentos!
_ ¿Uds. vinieron con Pizarro o Valdivia a combatir a los salvajes?
_ ¡No! ¡Yo y mis amigos podemos hacerlos sorprender, reir o llorar, sólo si sois letrados!
_ ¿Y ellos por qué no están contigo ahora, escritor?
_ ¡Alonso, mirád como zarpó el falucho dejándonos en tierra por conversar con este loco!

Don Fermín y don Alonso se disgustaron mucho por haber quedado en esa tierra inhóspita, donde
los habían tratado mal.
Gritaron en vano a los del falucho para que los llevaran, pero no los escucharon.

_¿Qué os apetece hacer ahora don Fermín, para salir de este caserío?
_¡Yo creo que deberíamos vender las cabalgaduras y salir a la carretera a hacer dedo?
_¿De qué carretera es la que estáis hablando, mi señor?
_ ¡Escuché que el Gobernador Lagos había hecho muchas carreteras en su período!
_ ¡Ah... esas que tenían problemas con el puente caído!
_ ¡Esas mismas, pero recuerda que nos faltan 5 siglos para que las hagan!
_ ¿Cuándo el hombre orbita la tierra, se cree el mismo Dios y pierde la fe?
_¿Sabeis? ¡Debemos gritarle al escritor para que nos saque de este lugar! ¡Grita hombre, grita!
_ ¡Escritor, os causamos molestias si nos podéis ayudar a salir de este caserío!
_ ¡Alonso, coño, pienso que el escritor nos ha jodido, pues se ha ido, así es que cabalga hidalgo!

Luego de muchas leguas cabalgadas, sedientos y con hambre, llegaron a un poblado indígena. _¡En nombre del Rey de España, os ordeno darnos de beber y de comer!
En pocos minutos se vieron rodeados por cientos de indios con sus lanzas, macanas y boleadoras
pronto a darles muerte, cuando se escuchó un estruendoso sonido que vino del cielo y todos aterrados miraron un pájaro inmenso que descendió a pocos metros. Desde el vientre de aquella ave bajaron boinas negras, acompañados por su capitán, que en un gesto poético tomaron a don Fermín y don Alonso, los introdujeron al vientre de la máquina que remontó las alturas.

En los diarios, salieron fotos de estos conquistadores ingresando de vuelta al H. Psiquiátrico.
El Ministro de Salud, expresó que el rescate fue para evitar que refundaran la capital en el hoyo del Huelén. El embajador de España fue a visitarlos.

WIRIYO 13.1.2005

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