jueves, 27 de marzo de 2008

BENDITAS CARRETERAS

Sergio y Andrea habían sido invitados por unos amigos para ir a pasar el fin de semana a Papudo, partiendo el viernes en la noche. Los matrimonios salieron independientes desde sus casas con sus autos cargados de exquisiteces en comidas, tragos y expectativas.
Bajando en Vespucio por la nueva ruta concesionada, uno de ellos comenzó a acercarse al trébol prestando mucha atención a los letreros que en Chile son clarísimos.
_ Sergio... Sergio, parece que es ese.
_ No mi amor, es más allá. Mira, era ahí, que estaba encima de la entrada. ¡Nooo...!
_ Nos pasamos Sergio. ¿Ahora qué vamos a hacer para dar la vuelta?
_ Por qué mierda siempre los letreros están encima del desvío. ¿Porqué no los ponen 500 metros antes? Hay que ser mago para adivinar porque los tontos de MOP no saben dónde instalarlos.

Luego de ser empujados por el tráfico con cambios de luces y bocinas, siguieron
hasta manejar en la paralela. En el primer servicentro preguntaron.
_Tienen que seguir hasta un paso bajo nivel donde hay un semáforo y allí doblan para regresar por la caletera del frente. Después entran al otro trébol y quedan rumbo al norte.
_¿Entendiste bien Sergio?
_ La explicación era clara, pero los letreros son como los ex ministros del ramo.

Luego de lograr exitosamente la maniobra, se fueron lentos por la otra caletera
esperando divisar el ansiado letrero, pero nuevamente comenzaron los cambios de luces, bocinas y acercamientos, cuando de pronto miraron el desvío que con el letrero encima no alcanzaron a tomar.
_Otra vez estos huevones del MOP y nos pasamos.
_ Siii. Nos pasamos. Es que tampoco se veía.
_ ¿Qué vamos a hacer ahora Andrea? Estamos tan extraviados y la hora avanza.
_Sigamos por aquí hasta que podamos preguntar.
_Los presidentes mandan a hacer puras cagadas no más. Me gustaría saber quien es el descriteriado a cargo de colocar estos letreros. Parece que el huevón no ha transitado jamás de noche por esta mierda de carretera.
_ No te desesperes mi amor. Ya llegaremos.
_ ¡Cómo que ya llegaremos! Los letreros deberían funcionar a la primera. Estamos peor que antes, el Tag ha sonado como tres veces y seguimos perdidos.
_ Mira allí hay una industria con una luz. Quizás puedan ayudarnos.
El portero de la industria les dijo que siguieran por la caletera rumbo a Santiago y en la luz roja viraran a la izquierda. Entonces quedarían en la paralela al norte y ahí sería cosa de buscar la entrada a la Ruta 5 norte.

Una vez en la caletera rumbo norte, salieron con facilidad a la carretera, pero luego de recorrer 1000 metros se encontraron con una bifurcación por la que había intenso trafico. Entre ambas un gran letrero que señalaba La Calera - Los Vilos y Quilicura - Aeropuerto. Disminuyeron la velocidad y Andrés se descompuso comenzando a gritar.
_Era por la otra ruta. Puta la huevá. Ya está bueno que nos muestren letreros comprensibles, por la mierda. ¡Apaga esa radio mujer, que no puedo concentrarme!
Esto puso más nervioso a Sergio, que decidió detenerse en la berma y se encolerizó
por las sucesivas vaguedades de los mismos. Entonces oprimió el botón de parpadeo de luces amarillas, observó por el espejo para retroceder y poder mirar nuevamente el letrero. Allí estaban debajo de él pensando qué podría querer dar a entender, cuando sintieron que
de pronto les llegaba la iluminación y partieron con mucha prestancia.
Dos mil metros más allá se encontraron con un peaje, que pagaron y siguieron.
_ Sergio...Sergio, me parece que vamos mal.
_ ¿Porqué crees eso?
_Porque se ven luces de una ciudad mas adelante.
_ Pero claro, por la cresta... parece que es Quilicura.
_ Preguntemos allí, donde está esa gente.
Los mandaron dar la vuelta al otro lado de la ruta y regresar hasta empalmar con la caletera
rumbo al norte.

_ No puede ser que otra vez estemos dando las mismas vueltas y no encontramos el camino
al norte. Parece un chiste.
_Carretera maricona, que no nos dice por donde hay que ir. ¿Sabes que hora es?
_Llevamos más de cuatro horas dándonos vueltas al norte y sur, al oriente y poniente,
porque los letreros no se ven. Seguimos en la salida de Santiago.

Andrea y Sergio continuaron toda la noche escuchando como sonaba el Tag, pagando peajes, donde les decían que era más adelante la salida. Amaneció y ambos tenían frío, sueño, cansancio, pero ellos no podían salir de ese torbellino que los llevaba a ninguna parte.
Llenaron nuevamente el tanque con bencina, y llenaron tantas veces que allí celebraron
un cumpleaños de Andrea y aún no podían salir, ni encontrar una ruta. El Tag siguió sonando millones de veces y ellos seguían, y seguían preguntando sin nada que los hiciera tener una esperanza.
Así la pareja siguió por muchísimos años manejando tras el ansiado desvío a Papudo.
Los presidentes cambiaron, hubo numerosas elecciones, inundaciones, terremotos, pero ellos seguían atrapados en esa carretera sin fin, con letreros cada vez más invisibles.
Ambos encanecieron, se arrugaron, alzaron las tarifas del tag, sus hijos se casaron sin que ellos se enteraran porque no los podían encontrar. Estaban perdidos y habían perdido sus vidas en esa carretera.

Treinta y dos años después de seguir atrapados, Sergio sufrió un infarto que lo mató
manejando en busca de salidas. Luego del choque, llegó la ambulancia, el radiopatrullas y le preguntaron a Andrea dónde se dirigían. Sòlo entonces pudieron salir de esa pesadilla.

WIRIYO
15.12.2006

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